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Jimin se despertó con una cálida sensación envolviendo su cuerpo, entonces se dio cuenta que eran los brazos del señor Min

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Jimin se despertó con una cálida sensación envolviendo su cuerpo, entonces se dio cuenta que eran los brazos del señor Min. Levantó un poco su mirada y se encontró con el rostro relajado y dormido aún del mayor.

Apreció las hermosas facciones del contrario, su piel suave y pálida, su pequeña nariz junto con sus finos labios, era increíble que aquel hombre estuviera entrando en sus cuarenta, cuando tenía los rasgos similares a los de un niño.

El corazón del menor se sintió tan cálido que comenzaba a doler. Porque Jimin sabía que no debía enamorarse de aquel hombre, eso solo le traería sufrimientos tanto a él como al señor Min.

Un hombre tan bueno como él debería enamorarse de una persona pura y con una buena reputación, no debería andar preocupándose por lo que le suceda a un simple prostituto.

Se mordió los labios y lentamente salió de entre los brazos del mayor, se levantó y lo primero que pensó fue en agradecer, un buen desayuno podría ayudar.

Yoongi escuchó un ruido que lo hizo sobresaltar, cuando vio que Jimin ya no estaba con él se apresuró a correr hasta la cocina, pero grande fue su sorpresa cuando el pequeño peli naranja estaba ahí, cocinando un delicioso desayuno, lo supuso por el aroma que invadió sus fosas nasales.

Esbozó una leve sonrisa al ver que Jimin tenía puesto aquel delantal azul que él jamás usó, para ser exactos casi nunca usaba su cocina, no solía cocinar para sí mismo ya que no le veía sentido. Las frutas y verduras llenaban su heladera pero terminaban pudriéndose a causa de estar mucho tiempo sin usarse.

Yoongi siempre terminaba comprando comida rápida en algún lugar de ida al trabajo, o pedía entrega a domicilio, pero ahora había alguien que estaba ahí, volviendo a usar su cocina después de tanto tiempo, preparando algo para él y aquello lo hizo sentirse agusto, feliz, cómodo.

—Buenos días Jimin. —habló grave y ronco a causa de haberse levantado recién.

—Oh, buenos días señor Min. ¿Durmió bien?

—Mmm sí, Jimin, puedes llamarme Yoongi.

—No podría hacer tal cosa. Eso sería una falta de respeto hacia usted.

Yoongi hizo un pequeño mohín con sus labios, no le gustaba que Jimin se refiera a él como si fuera un extraño. Quería acercarse más a ese joven, aunque no sabía el motivo.

—Entonces dime "hyung".

Jimin abrió sus ojitos más de la cuenta, sus mejillas se tiñeron de un tierno rojo y sus manitas temblaron. Era bastante gracioso que se pusiera nervioso solo por un sobrenombre.

—Entonces... hy-hyung... ¿Quiere que le sirva el desayuno?

—Hagámoslo juntos.

Jimin asintió y sirvieron todo en la mesa, después de un rato de una charla sin sentido y algunas risas por parte de ambos se dieron cuenta de que el mayor tenía que ir a trabajar, y Jimin a la escuela.

—Te llevaré a tu casa.

—Muchas gracias... hyung.

—¿Dónde estuviste?

Jungkook entró de golpe en la habitación de Jimin, éste estaba terminando de vestirse para ir a la escuela.

—Pase la noche con un cliente.

—¿Qué cliente?

—No lo conoces. —el peli naranja tenía una leve sonrisa en su rostro, acto que no pasó desapercibido por su padrastro. Jungkook entrecerró los ojos.

Se acercó a Jimin y lo abrazó por detrás posando sus manos en la cintura del menor. Sintió un leve aroma a perfume caro, y aquello no le gustó. Lamió el blanquecino cuello y chupó. Jimin quiso apartarlo pero las manos grandes se aferraron más a su cintura. No quería que otro hombre lo besara después de dormir con su hyung. Aunque jamás siquiera tuvo un pequeño beso con el mayor sentía que no quería a otra persona.

Jimin lo sabía, estaba jodido.

Su corazón dolía. Mientras aquellos labios recorrían su piel. — Por favor, mi mamá puede vernos... tengo que ir a la escuela. —pidió con un tono de suplica.

—Tu madre aún sigue dormida, y no te preocupes, te llevaré a tu escuela... hace mucho que no te follo, debería hacerte recordar a quién perteneces.

Su ropa fue despojada con lentitud, las caricias era suaves y los besos eran apasionados, Jungkook no lo estaba lastimando como otras veces, no lo hizo brusco, y aún así su alma estaba siendo lastimada una vez más.

Porque su cuerpo podía pertenecer a muchos hombres, pero su corazón solo tenía un dueño. Min Yoongi.

 Min Yoongi

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Atracción Genética © YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora