Capitulo 1

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Denver, 1880—No me interesan las citas que tengas ni cómo se está comportando el mercado financiero —le dijo Kibum a Siwon—. Alguien tiene que ir a esa escuela a ver qué pasa con las gemelas y yo no puedo hacerlo.

Kibum se recostó contra la montaña de almohadas que tenía detrás. Siwon se lo estaba poniendo difícil, pero Kibum no debería haber esperado nada distinto. En los nueve años que llevaba casado con su hermano, su cuñado Siwon nunca había hecho el más mínimo esfuerzo por cooperar.

—Yo no sé nada sobre escuelas ni sobre niñas —dijo Siwon.
—Pues debiste pensar en eso antes de insistir en que JongHyun viajara a Leadville —dijo Kibum—. Tú sabes que no me puedo levantar de esta cama, no aguanto en pie ni dos minutos.
—Jinki debió dejar a esas niñas en Texas —dijo Siwon—. Son más salvajes que un antílope
.—Las mandó aquí con la esperanza de que en la Escuela Wolfe les enseñaran un poco de modales. DongWook dice que están creciendo, físicamente se parecen a tu madre, pero en el carácter son iguales que tu padre.
—¡Demonios! Si eso es cierto, lo mejor sería pegarles un tiro ahora mismo y ahorrarle muchos problemas a todo el mundo.
—Siwon, por Dios, ¡solo son unas chiquillas!
—Eso es todavía peor. Nadie creerá que pueden ser tan malvadas como mi padre.
—Han pasado varios años desde la última vez que las viste. No son malvadas, solo son muy activas. Ahora, deja de ser tan testarudo y ve a verlas.
—¿Estás seguro de que no puedes levantarte para hacer esa pequeña diligencia?
—¿Acaso crees que me gusta estar acostado aquí? —preguntó Kibum. Le molestaba que Siwon no hiciera ningún esfuerzo por ocultar que no creía que el estuviera verdaderamente enfermo. Él nunca se ponía enfermo y no le gustaba la gente que lo hacía.
—No deberías permitir que JongHyun te mantenga embarazado todo el tiempo.
—Eso no es de tu incumbencia —replicó Kibum—. Pero aunque lo fuera, es demasiado tarde para hacer algo al respecto. Y como fuiste tú quien decidió mandar a mi marido a Leadville, tendrás que ocuparte tú de tus sobrinas.
—Pero no soy abogado. No puedo...
—Podrías haber contratado a uno. Tienes suficiente dinero. ¿Para qué lo estás guardando? ¿Sabías que las gemelas te llaman tío Dinero Oxidado?—El dinero no se oxida.

Kibum suspiró.

—Ya me he cansado de hablar contigo. Donny tiene la tarjeta con la dirección del profesor y las horas a las que puedes ir a verle. Pídesela antes de marcharte.
—Iré cuando tenga tiempo —dijo Siwon, con una expresión hosca que anulaba parte de su atractivo natural—. El señorito...
—Kim.—... Tendrá que hacer algunos ajustes en su horario.

Kibum volvió a suspirar.

—Trata de no pelearte con el, por favor. Se supone que debes ir a ayudar a las niñas, no a agregar el nombre del señorito Kim a la lista de personas que rezan para no tener que volver a verte en toda su vida.
—Yo no vivo buscando pelea.
—¡Jodete! La mitad de Denver gruñe cuando te ve venir. Si no fueras el presidente del banco más grande al oeste de San Francisco, nadie te dirigiría la palabra.
—No deberías exaltarte tanto.

Siwon parecía tan indignado que Kibum casi soltó una carcajada.

—¿Por qué no? Como siempre me lo recuerdas, yo no soy una de tus bellezas sureñas. Ahora vete y ve a hablar con el profesor Kim.
—Debería venir Jinki a hablar personalmente con el.
—Si tú armas un lío, probablemente termine viniendo.
 —Siwon nunca lo iba a admitir, pero Kibum sabía que le tenía miedo a Jinki. Vivía tan amargado que DongWook, el marido de Jinki y hermano de Siwon, siempre estaba preocupado por él; y nadie podía alterar a DongWook y quedarse tan tranquilo. Jinki no era un hombre muy grande, pero se ponía como una verdadera fiera cuando se trataba de proteger a su marido. Kibum se volvió a recostar contra las almohadas mientras la puerta se cerraba detrás de Siwon, y enseguida se olvidó del mal carácter de su cuñado y de las gemelas. Luego se pasó lentamente la mano por la barriga.Después de cuatro embarazos muy fáciles, este había sido complicado desde el comienzo. Solo le faltaba un mes, pero no podía olvidar el hecho de que su madre había muerto en un parto. Kibum temía que a el le fuera a suceder lo mismo. Entonces susurró el nombre de su marido contra la almohada. Él se habría quedado si el se lo hubiese pedido, y ahora pensaba que le habría gustado hacerlo.

Diez días después, Siwon se detuvo al llegar al patio de baldosas, frente a la Escuela Wolfe para señoritas. Cinco años antes, las madres adineradas de Denver habían decidido que necesitaban poder educar a sus hijas sin tener que enviarlas al Este, de manera que, entre todas, mediante aportaciones particulares y subvenciones, construyeron la escuela. Compuesta de varios edificios de piedra, la escuela ocupaba un área inmensa en el extremo del barrio residencial más exclusivo de Denver. Las hijas de los millonarios locales estudiaban allí durante el día. El resto, las hijas de los magnates del oro y la plata y de unos cuantos ganaderos a los que no les gustaba vivir en Denver, contaban con residencia de estudiantes para que pudieran vivir allí durante el curso. Varias hectáreas de pasto quemado y cientos de árboles recién sembrados luchaban por transformar aquel trozo de pradera, que se extendía a los pies delas Montañas Rocosas, en un lugar que recordara a una ciudad del este. La piedra de los edificios ya estaba adquiriendo un color grisáceo. En unos pocos años, la Escuela Wolfe tendría todo el aspecto de la venerable institución en que las matronas de Denver esperaban que se convirtiera.

—Encontrará al Profesor Kim en el dormitorio —le dijo a Siwon una mujer mayor que estaba en el edificio principal—. Es el segundo edificio a la derecha al salir de aquí, pasando la capilla. Dígame —dijo la mujer, mientras clavaba la mirada en la manga izquierda de la chaqueta de Siwon, que colgaba sin nada dentro—, ¿perdió usted el brazo en un accidente en una mina?
—Un yanqui muy amable me destrozó el codo en Gettysburg —dijo Siwon con irritación—. Y los médicos yanquis decidieron que era más fácil amputarlo que tratar de curarme.
—Pero no tiene sentido andar con una manga vacía. Hoy día hacen brazos artificiales muy buenos.
—¡No es cierto! Son infames.

Siwon dio media vuelta y salió del edificio dando grandes zancadas. Le gustaría que la gente se reservara sus comentarios y su curiosidad. Suponía que estaban tratando de ser amables, pero, en su ignorancia, terminaban por hacer más mal que bien. Siwon sacó un reloj de oro del bolsillo y frunció el ceño. Comenzó a caminar más rápido. Ya iba cinco minutos retrasado. Si nose daba prisa, llegaría tarde a la reunión. La junta directiva del banco iba a decidir si compraban más minas en Leadville, y Siwon se proponía asegurarse de que lo hicieran.Le echó un vistazo a la capilla al pasar. Era un edificio pequeño y cuadrado. No había entrado a una iglesia desde que perdió el brazo.El dormitorio era grande, cuadrado y feo. Siwon ya tenía la mano sobre el picaporte de la puerta, cuando pensó que sería mejor llamar al timbre primero.La idea de irrumpir en medio de un salón lleno de jovencitas en ropa interior le daba pavor. Una criada vestida con un pulcro uniforme le abrió la puerta.
—¿Puedo ayudarlo? —preguntó la joven, con un acento británico muy marcado.
—Vengo a ver al señorito Heechul Kim.

La criada pareció desconcertada.

— El profesor Kim no tiene ninguna cita hoy.
—Bien. Así no tendrá inconveniente en recibirme.
—Me refiero a que, como no tiene citas, está ocupado en este momento.
—Estoy seguro de que puede dejar lo que sea que esté haciendo —dijo Siwon, al tiempo que se abría paso hacia el interior—. Por favor dígale que estoy aquí.
—Pero ¿quién es usted?
—El señor Choi. Cuando la criada lo miró como si siguiera sin saber quién era, Siwon dijo:—El banquero.La mujer no se inmutó, así que Siwon dijo:—El tío de las gemelas.Entonces la criada sonrió amablemente.
—Usted es el señor Siwon Choi.
—Eso es lo que le he dicho.
—No exactamente. Ha dicho Choi, y hay mucha gente con ese apellido, ¿no le parece? Deme el sombrero y el abrigo, y tome asiento. Veré si el profesor Kim puede atenderlo.
—El me recibirá.
—Se lo preguntaré —dijo la criada y desapareció.

Siwon permaneció de pie y dejó que su mirada recorriera el inmenso salón. Alguien lo había amueblado con una sombría colección de muebles victorianos, pesados y oscuros. Siwon pensó que era como estar en un mausoleo y reflexionó sobre lo que podría pasar si las gemelas se quedaran encerradas allí. Después de una hora, estarían demasiado deprimidas para meterse en líos, al menos durante una semana. Quince minutos más tarde, Siwon ya había hecho un estudio detallado decada cuadro, cada mueble, cada rosetón de yeso y cada alfombra del salón. Sehabía sentado en todas las sillas, había mirado por todas las ventanas e incluso había tocado unas cuantas notas en el piano rectangular que había en el salón.Sin embargo, el señorito Kim seguía sin aparecer. Así que Siwon ya había perdido la paciencia y, con ella, toda su tolerancia y buen humor.Consideró la posibilidad de marcharse, pero si se marchaba tendría que regresar en otra ocasión, lo que implicaría perder todavía más tiempo. Volvió a mirar el reloj. No iba a llegar a tiempo a su reunión, eso seguro. Cerró el reloj con molestia. Su reunión era más importante que cualquier tontería que hubiesen hecho sus sobrinas.

Pero en ese momento entró en el salón una verdadera aparición y Siwon se quedó frío. El hombre, que tenía una figura esbelta y era de buena estatura, ya no era ningún jovencito. Era atractivo y tenía rasgos bonitos, sin ser perfectos. Unos ojos  profundos miraron a Siwon desde detrás de unas pestañas muy largas. Y una increíble madeja de pelo rizado y cobrizo.Pero lo que captó la atención de Siwon fue su ropa. La prenda estaba confeccionada con  metros de satén color rosa, ribeteado con encaje color crema en la garganta y los puños. Parecía uno de esos trajes que había visto en los bailes, antes de que su padre tuviera que salir de Virginia,no la ropa que usaría eñ supervisor de dormitorio de una escuela de niñas.Contra el fondo oscuro y sombrío del salón, el hombre parecía un ave del paraíso.El sonrió.

—¿Señor Choi? Soy Heechul Kim. Por favor, discúlpeme porhaberle hecho esperar y tenga la bondad de tomar asiento. — sesentó en un sofá de respaldo alto y se arregló el cabello.Siwon se quedó inmóvil, el hombre era yanqui. Él podía identificar ese acento con precisión y decir exactamente de qué distrito de Massachusetts venía. Su carcelero durante los dos últimos años de la guerra hablaba como el. Siwon recordaría el sonido de la voz de aquel hombre hasta el día de su muerte.—Esperaba ver al Papá de las gemelas —dijo  Kim—. Confieso que esta es la primera vez que recibo la visita de un padre.—hablaba suave y lentamente, de una manera muy distinta alhombre que había convertido en un infierno los años que Siwon pasó en prisión.Tenía una sonrisa encantadora y parecía muy amable. Pero era yanqui. Siwon contuvo el impulso de dar media vuelta y salir de allí sin decir palabra.

—Soy su tío.

—Ah, es maravilloso que se preocupe tanto por el bienestar de sus sobrinas.Después de recuperarse de la impresión, Siwon dijo:
—Mi cuñado está en cama y mi hermano está de viaje. Soy el único pariente disponible. —Sacó el reloj y le echó un vistazo—. Voy a llegar tarde a una reunión.

El señorito Kim pareció asombrarse al ver la molestia de Siwon.

—Pero estoy seguro de que usted reconoce que el bienestar de sus sobrinas es más importante que una reunión.
—No, no es así.El hombre pareció sorprendido.
—Pero ellas son su familia.
—Eso no es culpa mía.

El profesor abrió un poco más la mirada. El cafe profundo de sus ojos establecía un marcado contraste con la piel blanca y el pelo rojizo. Aunque no hubiera sido bonito, que lo era, habría llamado la atención.
—Tal vez deberíamos hablar sobre la situación de sus sobrinas.
—¿Qué hay que hablar? Mi hermano les está pagando a ustedes para quelas conviertan en unas damas en lugar de en unas mujeres testarudas, que se sienten más cómodas sobre un caballo que en un salón. Me imagino que la razón por la que me han llamado es porque han fracasado en esa misión.
El profesor pareció molesto.
—Usted parece confundido con respecto a la razón por la cual solicité esta reunión.
—Yo nunca estoy confundido. Esto es una pérdida de tiempo y dinero.
—Seguramente lo es, pero, en este caso...
—Este caso no es distinto de ningún otro. Se les está pagando para que hagan un trabajo y ustedes no lo han hecho. —El no era la persona indicada para juzgar a sus sobrinas. El no podía entender a los donceles o mujeres del sur.—. Estoy seguro de que las niñas no han hecho nada que no harían normalmente un par de gemelas activas de nueve años.

El señorito Kim parecía desconcertado, aunque no intimidado, por aquella contestación tan inesperada. Esa reacción despertó el interés de Siwon.Por lo general la gente se alteraba mucho cuando era víctima de uno de sus ataques verbales
.—En cuanto a eso —dijo el—, no sabría qué decirle. Nunca había conocido a un par de gemelas, ni activas ni pasivas.
—Entonces, ¿por qué las está criticando?
—Si usted me escucha un momento, creo que puedo aclarar este mal entendido.Ahora lo estaba criticando a él, y Siwon pensó que debía haberse esperado esa reacción. Los yanquis siempre parecían creer que sabían todas las respuestas.
—No le interrumpiría, si usted fuera directamente al tema que nos ocupa.¿Por qué los donceles siempre dan tantos rodeos?
—¿Ya ha terminado usted?

El profesor hablaba en voz baja, con cortesía, pero sus sentimientos eran muy distintos. Los ojos le delataban. Siwon se dio cuenta de que nunca iba a salir de allí si no le permitía expresar lo que tenía que decir.Y de pronto notó que el tenía un cuerpo muy bien formado. Siwon no se había dado cuenta, porque lo primero que había captado su atención fue la ropa. Pero ahora que se fijaba tenía que reconocer que el hombre tenía un cuerpo espléndido. Era esbelto sin ser sumamente delgado. La madurez había dado una sensualidad de la que carecían la mayoría de las personas.
—Diga lo que tiene que decir.
—Preferiría que usted se sentara mientras hablo.
—Permaneceré de pie. 
El profesor Kim parecía algo irritado, pero estaba claro que todavía mantenía el control.
—Yo no soy quien hace las reglas en la Escuela Wolfe. Y tampoco decido lo que debe hacerse cuando alguien las incumple. Esa es la responsabilidad de la señorita Eleanor Settle, la directora de la escuela. Mi responsabilidad es informarle sobre cualquier infracción y supervisar las medidas disciplinarias.
—Entonces, ¿por qué estoy perdiendo el tiempo hablando con usted?

Siwon podía ver que el hombre estaba haciendo un esfuerzo por mantener la calma. No entendía por qué le gustaba tal actitud, cuando siempre le habían desagradado las personas temperamentales.

—En el caso de las estudiantes internas, se supone que debo informar a los padres cuando hay un problema.
—Bien, ¿cuál es el problema?—
Las gemelas quebrantan continuamente las reglas de nuestra institución.
—Entonces mándelas a la cama sin cenar y dé por terminado el asunto.
—No tenemos por costumbre matar de hambre a nuestras estudiantes, señor Choi.
—No se van a morir de hambre por perderse una comida. Nosotros pasamos varios días sin comer durante la guerra civil que inició el Norte, pero nunca dejamos de pelear.La mirada del señorito Kim se posó enseguida en la manga izquierda de la chaqueta de Siwon.
—Soy muy consciente de todo el sufrimiento que causó esa guerra, pero eso no tiene nada que ver con el asunto que nos ocupa.
—Pues usted tiene que hacer algo aparte de hablar con esas niñas. No voy a correr hasta aquí cada vez que ellas quebranten una regla.
El señorito Kim se tomó unos instantes para responder. Probablemente al principio no sabía qué decir, pero al final dijo:—No sé cuál será su ocupación, pero aparentemente no tiene usted mucha experiencia con niñas jóvenes.
—Ninguna.
—Entonces, permítame explicarle.
—Ya estoy cansado de todas sus explicaciones. Vaya al grano.

El señorito Kim volvió a tomarse unos instantes para responder, pero Siwon tuvo la impresión de que, más que buscando las palabras que iba a decir, estaba descartando todas las que se le venían a la cabeza. Eso también le gustó, aunque, de nuevo, no sabía decir por qué. No tenía ningún interés en lo que  pensara sobre él.
—Tal vez eso sea lo mejor —dijo . Luego hizo una pausa, mientras lo estudiaba atentamente. Esa inspección irritó a Siwon. No le gustaban las personas impertinentes. El debería ser un poco más amable. Así gustaría más a los hombres y era posible que no terminara convertido en un solterón. Le resultaba extraño que un hombre tan atractivo no estuviera casado.
—La directora me ha pedido que le informe que, a menos de que el comportamiento de sus sobrinas mejore, se tomarán medidas disciplinarias.Siwon sintió que una rabia helada se apoderaba de él.
—Me está diciendo que me ha hecho venir hasta aquí precisamente un día en que tenía una importante reunión, a la que ya no llegaré... y me ha obligado a soportar media hora de cháchara inútil, ¿solo para decirme eso?
—La señorita Settle quería que usted supiera que..
.—¡Me importa un comino lo que quiera la señorita Settle! —Siwon agarró su abrigo—. Tengo demasiado trabajo para perder el tiempo oyendo sus quejas porque mis sobrinas se han demorado con sus tareas o se han ido a la cama sin cepillarse el cabello.
—Es mucho más que eso.
—Entonces, por Dios santo, ¡diga de qué se trata!
El señorito Kim le lanzó una mirada incendiaria.—A partir de esta mañana, sus sobrinas están en periodo de prueba. A menos que haya una mejoría inmediata en su comportamiento, serán expulsadas de la escuela.

Siwon se detuvo, con el sombrero en la mano. Si las gemelas eran expulsadas mientras Kibum estaba enfermo y JongHyun estaba de viaje, él tendría la responsabilidad de cuidarlas. Tendría que hacerse cargo de ellas hasta que DongWook llegara o llevarlas él mismo a Texas. Y, la verdad, preferiría volver a ser prisionero de guerra.

—Quiero hablar con ellas —dijo.
—Están estudiando.
—No me importa si están estudiando, profundamente dormidas o colgadas de una percha.El señorito Kim se puso de pie.
—Voy a ver si podemos interrumpirlas.
—Maldición, claro que podemos interrumpirlas. Ellas ya me han interrumpido a mí, que no tengo por qué andar ocupándome de estas tonterías.
—Señor Choi, en la Escuela Wolfe no estamos acostumbrados a tolerar las groserías.
—Y yo no estoy acostumbrado a tolerar que la gente me haga perder el tiempo.

Heechul cerró la puerta al salir y soltó la respiración lentamente, dejando escapar un ligero suspiro. Estaba tan furioso que temblaba ligeramente. No había conocido a un hombre tan insoportable en toda su vida. Cuando notó que le faltaba un brazo, sintió simpatía por él. Y sintió todavía más simpatía cuando descubrió que lo había perdido en la guerra civil. Aunque él había luchado en el bando contrario al de su hermano, el sabía que el dolor no hacía distinciones ni se fijaba en la justicia o injusticia de las causas.

—¿Ya se ha marchado el señor Choi? —preguntó la criada.
—No, quiere ver a sus sobrinas.—Pobres niñas. Ese hombre es capaz de matarlas de miedo.Heechul se rio, mientras recuperaba el control.—Si hay algun alma sobre la tierra capaz de darle al señor Choi un poco de su misma medicina, esas son Rose y Shinhye.La criada soltó una risita.
—Son insoportables, ¿no es cierto?
—Son más que eso. Yo tenía ganas de conocer a sus padres, pero después de conocer al tío, ya no estoy tan seguro. Ve y diles que vengan aquí de inmediato. Y, Beth, diles que no se demoren cambiándose de ropa o arreglándose. Ese hombre va a explotar si tiene que esperar un minuto más.

Heechul se preguntó si sería buena idea dejar que las niñas vieran a su tío. Sin embargo, ese era el procedimiento normal. La escuela alentaba a los padres a que participaran en la formación disciplinaria de sus hijos. Con los clientes ricos, eso era lo más prudente.
Heechul alisó una arruga de su pantalon y se preguntó si el señor Choi sería rico. Ciertamente tenía toda la arrogancia de un hombre que ha heredado dinero y cree que es mejor que los demás porque no tuvo que ganárselo. Y además era un sureño impenitente. De eso no tenía la menor duda. Ese hombre no había olvidado la guerra y tampoco tenía intenciones de hacerlo.Muy bien, eso estaba muy bien. El tampoco lo había olvidado. Pero aunque el hecho de recordar el sufrimiento de la lenta agonía de su hermano atizaba su rabia, pensar en que al señor Choi le faltaba un brazo atenuaba ese sentimiento. Nadie sabía mejor que el lo que le podía hacer a un hombre una pérdida como esa. Era obvio que el señor Choi no había aprendido a aceptar su pérdida. Como tampoco lo había hecho Hanheng, y el lo había amado y lo había cuidado durante diez años. Lo menos que podía hacer era tratar de ser amable con el señor Choi durante los siguientes minutos. Ser amable no sería tan difícil si, al menos, el hombre sonriera un poco. Era extremadamente apuesto. Se parecía bastante a las gemelas, por eso el había pensado al principio que era su padre. Heechul nunca se había sentido atraído hacia los hombres asi, pero era imposible no darse cuenta de que el señor Choi era atractivo. Era alto, con los hombros más anchos y fuertes que el recordara haber visto en la vida. La chaqueta se le ajustaba perfectamente, pero aun así era posible ver la manera en que la tela se tensaba debido a la fuerza de esos músculos. ¡Y sus ojos! Eran tan oscuros como el cielo de Cape Cod en una noche de verano.


De pronto se abrió la puerta y Rose y Shinhye Choi irrumpieron en el vestíbulo. Parecían completamente tranquilas, dos almas benditas, y Heechul se estremeció al pensar en cómo serían cuando se convirtieran en adultas. En ese momento parecían ángeles: rubias, hermosas y aparentemente tan dulces como cualquier criatura de Dios. Era difícil creer que podía esconderse tanta maldad detrás de aquellas caras tan angelicales.


.—Beth dice que el tío Siwon está aquí —dijo Rose. Al menos Heechul pensó que era Rose. Todavía le costaba trabajo distinguir a las dos niñas. Shinhye hizo una mueca.
—¿Tenemos que verlo?
—Preferiríamos que usted nos castigara —dijo Rose—. Le prometemos que no diremos nada.
—Todavía no habéis recibido ningún castigo.
—Pero estamos dispuestas a recibirlo —dijo Shinhye.
—No pensaréis que voy a castigaros cuando vosotras me lo pidáis —dijo Heechul y sonrió, a pesar de que no quería hacerlo—. Ahora, dejar de portarse como unas tontas, que su tío las está esperando.
—¿Entrará con nosotras? —preguntó Shinhye.
—No creo que a su tío le guste eso.
—A él no le gustará nada, independientemente de lo que usted haga. Al tío Siwon nunca le gusta nada —dijo Shinhye.
—Papá dice que es un amargado —dijo Rose.
—Tal vez, pero no es posible que le moleste ver a sus dos hermosas sobrinas.
—Al tío Siwon sí puede molestarle —dijo Rose.
—Entonces sugiero que entren ahí, se disculpen, porque por su causa no ha podido asistir a una reunión, y le prometan que no se portaran mal nunca más.
—No podemos hacer eso —dijo Rose.
—Papá dijo que nunca dijéramos mentiras —dijo Shinhye.
—Entonces prometerle que trataran de portarse bien. ¿Eso sí pueden hacerlo?

Las dos niñas se miraron.
—Supongo que sí —dijo Rose.
—Ahora, poner su mejor sonrisa —dijo Heechul y las gemelas sonrieron de oreja a oreja—. Bien. Eso deberá deslumbrar a su tío. Venga.

—Es como si estuvieras mandando a esas niñas a la guarida de un oso — dijo Beth, cuando la puerta se cerró detrás de las gemelas.
—No me voy a mover ni un centímetro de aquí —dijo Heechul—. Si ese hombre llega aunque sea a levantar un poco la voz, tendrá que vérselas conmigo.
—¿Vas a espiar por la cerradura? —preguntó Beth.
—Es muy molesto, pero no veo de qué otra manera puedo oír lo que él les va a decir.

Heechul   ( Libro 6- serie 7 novios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora