Heechul siguió rabiando, pero era del todo impotente. Después de darle la última patada de exasperación a los paneles de madera, decidió emprenderla con el equipaje, pero solo logró lastimarse los dedos de los pies, lo cual lo puso más furioso. Entonces alcanzó a verse en el espejo: casi todo el pelo se había soltado de las horquillas que lo mantenían acomodado, y tenía la cara roja y el encaje del cuello torcido y roto. Se puso todavía más iracundo. Nunca se recuperaría de la humillación que implicaba que Siwon le hubiera cargado sobre el hombro a lo largo de varias calles, como si fuera un esposo descarriado, o peor aún, un saco de patatas.
Nunca sería capaz de volver a mirar a la cara a nadie en aquel pueblo. Tendría que esconderse o escaparse en medio de una noche sin luna. Nunca podría recuperar su mina y todo eso era culpa del maldito Siwon Choi. Se había comportado como uno de esos bárbaros que suelen entrar a la fuerza a las aldeas a buscar mujeres y luego cargan a sus presas como si fueran un trofeo. Siwon nunca habría tratado así a una belleza sureña. ¿Qué lo había hecho pensar que a el podría gustarle, aunque fuera un yanqui? Heechul apretó los dientes lleno de frustración. Pensó que toda su vida había saltado en pedazos desde el momento en que lo conoció. No, desde el momento en que salió de Massachusetts. No, desde el día en que comenzó aquella horrible guerra. Pero más allá de cuándo hubiera comenzado a desmoronarse su mundo, Siwon había destruido todo lo que quedaba. Heechul había huido de Denver para escaparse de él, pero él lo había seguido para perpetrar aquella última indignidad. ¡Y eso que decía que lo amaba y quería casarse con el! Antes de aceptar casarse con Siwon Choi, caería nieve a mediodía en Cape Cod, a mediados de agosto.
Pero era muy difícil mantener la intensidad de la rabia cuando el objeto de su furia ya se había escapado. Y era todavía más difícil cuando acababa de resolverle su problema más urgente y lo había instalado en una suite privada en un pueblo donde incluso los perros tenían que pelear con otros por un lugar donde dormir. En realidad, era imposible mantener mucho tiempo tanta ira, porque el amaba a ese idiota, aunque en aquel momento habría entregado toda su mina de plata por tener la oportunidad de ahorcarlo. Tras abandonar toda esperanza de hacer que Siwon sufriera el castigo que merecía, miró a su alrededor. Se encontraba en un elegante recibidor. Las ventanas altas estaban cubiertas por cortinas de seda verde. Los sillones y sofás estaban tapizados en terciopelo, también verde. Una gruesa alfombra cubría el suelo. Las lámparas Tiffany de gas iluminaban el salón con una luz agradable. A través de una puerta se veía un pequeño comedor y a través de otra se divisaba una habitación grande. Contiguo a la habitación había un amplio baño. Aquello no era una habitación de hotel cualquiera. ¿Cómo era posible que Siwon lograra encontrar una suite privada en un pueblo en el que no había una sola habitación disponible? De la misma manera que había logrado encontrar todas esas patatas cuando nadie más había podido hacerlo. Era un genio. Su único punto débil era la relación con la gente. Heechul se preguntó cómo había sido capaz de atravesar aquel círculo de fuego, si es que era cierto que lo había hecho, si es que era cierto que él lo amaba. Con tales pensamientos, el corazón comenzaba a latirle más rápido. Finalmente parecía haberse dado cuenta. Siwon había dicho que lo amaba. Había dicho ante testigos que quería casarse con el. Heechul se quedó mirándose al espejo. Estaba horrible. Tenía que hacer algo antes de que regresara. Así que volvió a la sala para agarrar su maleta y en ese instante oyó un golpecito en la puerta. Enseguida olvidó que ya no estaba tan furioso y solo se acordó de la humillación del estrambótico recorrido a través del pueblo. Heechul abrió la puerta de un tirón.
—¡Cómo se atreve a volver! Voy a...
Delante de el había dos jovencitos nerviosos que sostenían grandes cubos llenos de agua caliente.
—El señor Choi dijo que le trajéramos esto.
Lo que Heechul más deseaba en el mundo era darse un baño. Se sentía sucio de pies a cabeza. Después de pasar toda la noche sentado en la recepción de un hotel, completamente despierto, muerto de miedo, estaba exhausto. Ya podía sentir la sensación relajante del agua caliente y aromatizada, mientras retiraba el hollín y aflojaba la tensión de los músculos. Pero Siwon era el que había enviado el baño y el no quería tener nada que ver con él.
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Heechul ( Libro 6- serie 7 novios)
FanficLibro 1 Jinki (DongWook) Libro 2 Kibum (JongHyun) Libro 3 Taemin (Minho) Libro 4 Baekhyun (Chanyeol) Libro 5 Yixing (Junmyeon) Libro 6 Heechul (Siwon) Libro 7 Luhan ( Sehun)