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OLIVIA
Manchester, Inglaterra. 11:34am
Manchester United vs Newcastle ( EFL Cup )
Me acomodo en la tribuna junto a Joaquín y Miguel, dos amigos de la infancia de Licha que siempre lo acompañaban en los partidos importantes. Era cábala ya, no había excusa para faltar. Mucho frío por la mañana, según el pronóstico nueve grados. Incluso al hablar salía vapor, como para darse una idea de lo congelada que estaba porque me había solo con un buzo del Manchester que me había prestado Licha, pero con pollera y una remera manga larga térmica. Estábamos en el entretiempo para la segunda tanda, habíamos bajado del palco cerrado para poder entrar a la cancha una vez finalizado el partido. Pero me había parecido una idea de mierda porque por lo menos en el palco estaba calentita. Me cruzo de brazos y sacudo un poco las piernas mirando el panorama de la cancha. Como era de esperarse el color que dominaba el estadio era el rojo, el United estaba de local y el ambiente no podía ser mejor, además ya iban 2-0 contra el Newcastle.
El estadio era puro festejo con la hinchada del Manchester.
Estaba un poco resentida con Lisandro por lo de anoche porque cumplió y efectivamente dormimos en dormitorios separados. Pero por la mañana me recibió con desayuno completo y no me pude resistir a estar bien con él. Dada por terminada la pelea por ambos lados.
— Tardísimo llegué.
Volteo la cabeza de inmediato al escuchar esa voz femenina tan familiar para mi. Muriel. Arqueo una ceja al verla mientras saluda a Joaquín y Miguel. ¿Qué hace acá?. Ellos les hacen espacio para que pase y se termina sentando al lado mío, se inclina para darme un beso en la mejilla en forma de saludo.
— ¡Olivia! —sonríe mostrando los dientes.
Esa típica sonrisa falsa que me pone siempre y que nunca podría olvidarme porque siempre me saluda igual. Curvo mi boca en una sonrisa a medias, casi haciendo una mueca.
— Muriel, tanto tiempo —carraspeo—, No me dijo Lisandro que venías.
— No le dije, es sorpresa —murmura codeándome y guiñándome un ojo.
Asiento diciendo un "ah" por lo bajo y doy por terminado el pequeño diálogo con ella que no tarda en empezar a hablar con los amigos de Lisandro sin importarle que estoy yo en el medio. Aún así decido ignorarlos y agradezco que solo hablan unos cinco minutos porque el partido ya iba a comenzar otra vez.
La presencia de Muriel me arruinó el momento. El cambio de ánimo era muy evidente porque estaba inexpresiva mientras miraba el partido. Joaquín me preguntó un par de veces si estaba bien y yo solo asentía diciéndole que no me pasaba nada. Ella por su parte estaba chillando emocionada al lado mío por cada pelota que Lisandro sacaba o algún jugador que barría.
