Cuando llegó la noche salí del terrible departamento en el que vivía con aquel tonto meloso. Lo odiaba, jamás en mi vida había aborrecido tanto a un humano "Amor, te sientes bien?" "Amor, te ves enferma" "Amor necesitas salir más de casa". Sin duda el señor Muzan me había dado una gran prueba, pero cuando acaricia mi cabello y me dice lo buena que soy me doy cuenta de lo mucho que vale la pena todo este sacrificio.
Se me había citado con otra luna superior según tengo entendido, solo que no me fue revelada su identidad, espero que sea Douma, es muy carismático y tiene mucha fuerza, seríamos una buena dupla.
Al llegar al lugar donde se me había citado sentí como todo se movió a mi al rededor, mis pies no se despegaron del suelo, pero toda la estructura del lugar cambio, ese debía ser el amo Muzan, sonreí al imaginar estar en su presencia.
- Señor-. dije en voz alta mientras me ponía de rodillas.
- Onai-. al escuchar mi nombre desde sus labios todo dentro de mi se estremeció.
- Me honra demasiado que haya solicitado mi presencia-. al decir eso con mi mirada en el piso pude ver sus zapatos frente a mi, alcé la vista y pude verlo, tan impecable como siempre.
- Mi buena niña-. dijo acariciando mi cabello-. Tu lealtad me hace fuerte, por eso puedo confiarte esta tarea-. al escuchar eso sonreí grandemente-. Akaza y tu irán tras dos pilares que he localizado no muy lejos de aquí. Su misión es matarlos, o convencerlos de unirse a nosotros.
- Akaza?-. lo miré un tanto decepcionada.
- Onai-. una voz surgió y desde la oscuridad pude divisar a Akaza, definitivamente no quien esperaba, pero igual sirve.
- Vuelvan sin éxito y yo mismo los asesinaré-. dijo el señor Muzan dándonos motivación y marchándose sin decir nada más, lo miré triste.
- Patética-. dijo Akaza refiriéndose a mi, solo lo miré mal.
- Tenemos que irnos-. le dije sin tomarle mucha importancia a su comentario. Sabía que a veces el amo Muzan utilizaba a las demonio, las cautivaba con su encanto para así convencerlas de dar su vida por él, pero cual es el punto si no lo hacemos desde un principio. Se lo que le paso a Daki, pero fue solo una consecuencia por no darle la importancia al trabajo que el señor Muzan le había otorgado.
Al salir de aquel lugar nos encontramos con la oscuridad de medianoche, sonreí al sentirme segura y con un propósito. Con Akaza me dirigí al lugar donde el amo nos había enviado, estábamos siendo rápidos y cautelosos ya que a pesar de que la noche estaba a nuestro favor, seguía siendo demasiado corta.
Tardamos unos minutos en llegar hacia donde los dos individuos estaban. No recordaba la última vez que había visto a un pilar y ahora estaba frente a dos. Uno de ellos era algo bajito, cabello negro y muy peculiarmente llevaba una serpiente en su hombro, sus ojos de diferente tono buscaron mi mirada, lo observé disgustada. El otro era más alto, tenía el cabello negro y una mirada seria.
- A quién a mandado el débil Ubuyashiki? A sus pequeños peones para intentar cortarnos el cuello?-. dije burlándome de ellos, espere un comentario de vuelta puesto que había insultado la vitalidad de su maestro, pero no fue el caso, ambos permanecieron callados-. No son mucho de charlar o si?-. les pregunté asumiendo que tampoco iban a contestarme.
- Onai, basta ya-. Me dijo Akaza-. No distraigas a los caballeros.
Vi como el chico bajito me inspeccionaba, como si tratará de encontrar algo a través de mi. El chico más alto lo miro solo por unos segundos, luego volvió su vista a mi. Me sentí incomoda ante su mirada.
- Dejen de mirarme-. les dije irritada. Al ver que ninguno de los dos cedía me vi obligada a mirar yo misma en otra dirección. Gran error.
Sentí unas grandes manos al rededor de mi cuello, me tomó por sorpresa la rapidez del chico alto. Me estrelló contra una pared y solo pude ver como Akaza se abalanzaba sobre el otro chico. El hecho de que me tomará de esa manera me hizo sentir vergüenza de mi misma y de que el señor Muzan haya desperdiciado su sangre en mi. Debía demostrar valor y ser una buena chica. Digna de todo.
Al fin pude reaccionar y sacar la furia contenida, odiaba lo que este chico me hacía sentir, tan débil y sin sentido. Le di un golpe en las costillas que lo hizo toser sangre y soltarme. Tome una posición adecuada para poder usar mi técnica, un poco de saliva en mi uña y cualquier parte de este chico queda envenenada, si no es tratada en minutos puede perder dicha extremidad. Quise empezar suave, así que le di un dulce toque en el tobillo que lo paralizó. Sonreí al ver su cara de dolor al intentar moverse. Cuando lo vi en ese estado decidí dejarlo un tiempo solo para ir con Akaza y poder terminar con el bajito.
Al llegar con ellos dos no pude evitar quedar perpleja debido a las habilidades del pilar. Tenía a Akaza a su merced. El chico ni siquiera se inmutaba, pero cuando notó mi presencia no me despegó la mirada.
- Onai-. pronunció él, como si estuviera tratando de aprenderlo-. De donde viene ese nombre?.- me preguntó.
- Crecí con el.- le dije tratando de convencerlo, era obvio que ese no solía ser mi nombre, pero si me preguntan al respecto no se que responder, en un intento por tratar de no verme vulnerable le respondí eso.
- A si?-. me preguntó como un sabelotodo.- A mi me suena bastante familiar.- En un ágil movimiento fui tomada por la serpiente que tenía sobre su cuello, intenté apartarla de mi pero fue inútil, solo apretó más su agarre. El pilar se acercó a mi, y con sus ojos bicolor me miro por dentro.
- Saki-. dijo él.
Fue como si me hubiera transportado a otra vida, entré en un trance donde me convertí en otra persona. De pronto, todo mi pasado se proyectó como la mejor obra artística. Iguro y yo, haciendo todo juntos, entrenando, comiendo, durmiendo. Esa serpiente me adoraba y yo la adoraba a ella. Todo estaba bien si me encontraba con Obanai, no fue hasta un día en el que fuimos a una misión juntos. Quise protegerlo, pero no pude, me convertí en lo que más me aterraba ser.
- Obanai-. dije mientras le tomaba el brazo con fuerza y mis lagrimas caían.- Obanai, no me dejes sola, tienes que llevarme contigo.
- No puedo-. dijo apartando la vista.- No puedo aun que quisiera.
- Entonces ven conmigo-. le pedí.
- Sabes que no puedo ser eso.- dijo mientras me sostenía fuerte ahora él a mi.
- Obanai-. le supliqué-. Haz algo.
- Se lo que voy a hacer-. escuché como desenfundo su espada, sus ojos jamás dejaron de mirarme, el corte de la hoja fue limpio, ardió un poco al principio, pero después...
Después vinieron a mi todos los recuerdos. Yo quise salvarlo, casi iba a amanecer, solo recuerdo el terrible olor de la noche, de toda la sangre, era mi sangre. Recuerdo a todos esos demonios llevándome antes de que se pusiera el sol. Obanai estaba muy malherido, aunque no pudiera caminar trató de arrastrarse para seguirme, pero solo avanzó un metro. Mi pobre Obanai se quedó ahí, viendo a su novia y a su hijo jamás nacido marcharse. Saguro, así íbamos a llamarlo...
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