Todo estaba oscuro, no recordaba nada y me sentía agotada. Los ojos me pesaban demasiado y no podía ver donde me encontraba, sin embargo escuchaba voces a mi alrededor, paseándose por el espacio donde yo yacía. De pronto, como si alguien me hubiera dado un golpe para despertar del coma y ayudarme con mis recuerdos se me vino a la mente la horrible escena con la que me había quedado antes de ser atacada brutalmente hasta quedar inconsciente.
- MITSURI!-. Grite a los cuatro vientos mientras me levantaba de un salto haciendo que todos en la habitación se giraran en mi dirección. Los ojos de Aoi se abrieron como platos e inmediatamente acudió para apaciguarme.
- No te muevas!-. me advirtió con voz autoritaria mientras observaba unas maquinas a las que yo estaba conectada, los demás se quedaron viendo la escena algo preocupados.
- Donde está Mitsuri?-. le pregunté impaciente al mismo tiempo que sacaba los pies de la cama para salir en su búsqueda.
- Oh no, claro que no-. respondió al instante en el que notó mis intenciones-. Mitsuri está bien, está en el cuarto de al lado, ambas necesitan descansar-. me acarició el cabello y prosiguió mirando las maquinas enchufadas, yo rodee los ojos.
- Sabes Aoi? Me caes muy bien, pero no tengo tiempo para esto-. dije mientras me levantaba, ella me tomó por los hombros tratando de impedir que saliera de la cama, pero el coma me había caído de maravilla, parecía que me hubiera ido de vacaciones y hubiera regresado con tres veces mas fuerza.
Una vez que me deshice de las personas que trataron de detenerme por fin pude salir de la habitación para buscar a mi colega herida. La chica gruñona de ojos azules había dicho que estaba en la habitación de al lado así que procedí a abrir la puerta con mucha cautela tratando de prepararme para cualquier cosa. Allí estaba, pálida como un fantasma tendida en la cama del mismo modo en el que yo lo estaba hace rato, con la diferencia de que ella seguía ahí, yo en cambio ahora me encontraba de pie. Su hermoso rostro estaba cubierto por puntos y moretones, se me revolvió el estomago al recordar la última vez que la vi y darme cuenta de como habían cambiado las cosas en sabe cuanto tiempo.
- Mit...Mitsuri-. dije en un hilo de voz, instantáneamente me lleve las manos a la boca para cubrirla por el asombro, se me escaparon las lagrimas al sentirme culpable por su estado.
Estaba tan concentrada tratando de organizar en mi cabeza todo lo que había pasado que no me di cuenta de la presencia que me acompañaba en la habitación. No fue hasta que sentí unas manos frías en mi cuello que reaccioné para ver a Obanai levantarme del suelo mientras me estrangulaba.
- Tu hiciste esto-. me acusó-. Debiste de protegerla mejor!-. grito mientras me tenía en el aire-. Mi Mitsuri-. me dijo con desprecio-. Solo mira como está!-. grito nuevamente.
Iguro me había tomado por sorpresa, yo no hacía mas que patalear y tratar de arrancar sus manos de mi cuello. Tenía sentido que estuviera molesto conmigo, yo también lo estaba. Sus manos ejercían tanta fuerza que yo comenzaba a marearme debido a la falta de oxigeno. Justo cuando sentí que me desvanecía otra vez escuché una nueva voz a mis espaldas.
- Idiota, suéltala!-. la voz ronca gruñó alto, yo cerré los ojos y me caí al suelo.
Tratando de incorporarme fui abriendo los ojos ligeramente, aun que me resultara difícil cada vez podía distinguir mas. Obanai y Shinazugawa estaban peleando dentro de la habitación. Sus golpes eran certeros y bastante ofensivos.
- Chicos, chicos ya basta!-. la voz alarmada de Aoi se hizo presente en el lugar.
- No la vuelvas a tocar imbécil-. fue lo último que escuché antes de volver a cerrar los ojos.
Volví a abrir los ojos de golpe aun que estaba vez con mas cuidado. Ya no me encontraba en la enfermería con Aoi, ahora estaba en el cuarto de Sanemi, con la mayoría de luces apagadas y solo unas cuantas velas alumbrando el misterioso lugar.
- Sanemi?-. llamé su nombre pero al hacerlo un ardor pronunciado se produjo en mi garganta, al tocarla suavemente me di cuenta del dolor que sentía debido a las manos de Iguro sobre mi. Recordé entonces el rostro de Mitsuri frente a mi y sentí que el pilar serpiente se había compadecido de mi. Me levanté con cuidado de la fina cama en la que estaba recostada y fui de puntitas en busca de Shinazugawa, afortunadamente no tardé mucho en lograr divisar su figura sentada en el piso de madera de la sala de estar-. Sanemi?-. lo volví a llamar y fui consciente de lo débil que sonaba mi voz. Él levantó la vista de inmediato.
- Estás bien?-. preguntó mientras se incorporaba y acudía a mi lado, yo asentí-. Como te sientes?-. volvió a preguntar mientras me escaneaba de pies a cabeza. Yo sabía que se refería a mi estado físico, pero siendo honesta nada me afectaba mas que mi estado mental en ese momento. Respiré pesadamente y lo rodee con mis brazos escondiendo mi rostro en su pecho al descubierto. Entonces mi llanto comenzó-. Que sucede corazón?-. preguntó confundido mientras me estrujaba contra él y acariciaba mi cabello.
Mi llanto duro algunos minutos pero en ningún momento soltamos nuestro agarre, poco a poco me fui tranquilizando hasta que solo quedaron algunos espasmos involuntarios.
- Mitsuri-. atiné a decir por fin.
- Ella va a estar bien, Shinobu lo dijo-. me aseguró y yo negué con la cabeza.
- Todo es mi culpa-. le dije cansada de llorar-. No pude hacer más por ella, Iguro debió matarme-. cerré los ojos con fuerza al recordar sus manos al rededor de mi cuello. Sentí a Sanemi tensarse mientras aún me abrazaba.
- Que dices?-. me preguntó ofendido-. Tu responsabilidad en las misiones es acabar con los demonios y volver con vida-. dijo frustrado-. Ya lo hablamos, ni siquiera debes de preocuparte por mi!-. levantó la voz haciendo que me sobresaltara.
- Y que tal si hubiera sido al revés?-. le pregunté tratando de que empatizara-. Habrías actuado peor que Iguro-. negué al imaginar la misma escena pero con las parejas ocupando el lugar opuesto.
- Si hubiera llegado antes de mi misión jamás te habría dejado ir-. confesó mirando a otro lado-. Siempre tomaré tu lugar-. me dijo enojado al ver que yo no comprendía la situación.
- Así no son las cosas Sanemi-. lo desanime-. Soy una cazadora de demonios, es lo que hago-. me encogí de hombros.
- Y si ya no lo fuéramos?-. sugirió mientras me tomaba de ambas manos en señal de suplica, yo lo miré alzando una ceja-. Hay que retirarnos, irnos a vivir al campo, tengamos hijos y seamos felices-. dijo esperanzado, yo no pude evitar sonreír debido a su imagen de nuestro futuro.
- Yo ya soy feliz contigo aquí-. le solté en reproche, como si insinuara que él no fuera feliz de la misma manera que yo.
- Yo también lo soy-. dijo rápidamente-. Solo quiero tener la certeza de que siempre que vuelva te voy a encontrar-. entonces entendí lo mal que seguramente la había pasado al verme por tanto tiempo en coma-. Eres mi vida-. me dijo para luego besar mi frente-. No quiero perderte.
Me aferré a sus brazos y me escondí ahora en su cuello, sabía que donde quiera que estuviéramos siempre íbamos a cuidarnos el uno al otro. Él me amaba tanto como yo lo amaba a él y eso era todo lo que necesitaba.
- Nunca dejaré que nadie te haga daño-. me prometió el peliblanco mientras me hablaba al oído-. Nadie te pondrá una mano encima jamás-. me tomó por la nuca y me sujeto fuerte hacia él.
- Te amo-. le susurré y sentí su cuerpo temblar.
- Sabes que yo lo hago también-. me respondió.
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