Suspiré al darme la vuelta en un fallido intento por seguir durmiendo. Pesadamente abrí mis ojos y me arrepentí al instante al descubrir que me encontraba atrapada en mi rutina de siempre. Sola en casa, procrastinando y esperando a la llegada de mi esposo Tanjiro. Amo estar con él, la calma que me transmite es el mejor regalo que alguien me puede ofrecer. Mi martirio llega cuando él tiene que salir de misión y me deja sola en nuestra casa.
Yo soy artista, amo pintar, mi profesión me permite trabajar desde casa y eso es otro factor que me hace sentir atrapada y triste . Las ganas de salir se me han quitado, después de varios meses sin Tanjiro lo máximo que puedo hacer es pintar lo que alcanzo a ver por las ventanas, creo que nada tiene sentido. Simplemente es otro día que se vive, sin nada de especial.
Cuando tuve ánimos suficientes para levantarme camine hacia la cocina a tratar de desayunar algo, tuve el almuerzo mas desabrido que he comido en días, a penas y pude masticarlo cuando alguien entro sin avisar.
- Hola-. dijo animadamente el rubio mientras entraba.
- Hola Zenitsu-. lo salude educadamente aunque un poco desanimada.
- Feliz por el día de hoy?-. me preguntó levantando ambas cejas.
- Que ocurre el día de hoy?-. pregunté confundida.
- Bromeas?-. me cuestionó casi ofendido-. El cuervo-. mencionó obvio, luego de unos pequeños segundos mi rostro aun mostraba confusión así que frunció sus cejas.- Tanjiro regresa hoy-. al decir eso su rostro cambio a uno contento, yo a penas sonreí-. No te ves muy feliz-. me dijo cuando notó que no había dicho nada aun.
- Lo siento, no dormí muy bien esta noche-. le confesé debido al insomnio que había desarrollado en ausencia de mi esposo.
- Ah claro, estabas tan ansiosa que a penas pudiste pegar el ojo-. dijo como si hubiera resuelto el acertijo mas misterioso del mundo, yo asentí-.Bueno, en ese caso te dejo para que puedas tomar tu desayuno y prepararte.- El rubio camino a la puerta despidiéndose con la mano.
Una vez salió de la casa volví a suspirar. No quería que Tanjiro me viera así, no quería hacerlo sentir culpable, no era su culpa. Después de mi desayuno camine a la habitación con la intención de tomar un baño que al menos me hiciera ver mejor. Tome un cambio de ropa sencillo y até mi cabello en una coleta.
Salí de la casa a esperar a mi esposo, me senté en el pequeño porche a la expectativa de ver su figura desde lejos. Estando afuera pude sentir la brisa de la mañana contra mi piel, me hizo sentir que era joven y que era la primera vez que sentía algo así. Ver el cielo azul en su plenitud me hizo querer curvar mis labios en una sonrisa. Cuando dirigí mi vista de nuevo al sendero me di cuenta de que venía justo en mi dirección. Me invadió la felicidad y alegría que él transmitía. Desde lejos lo vi levantar su mano en forma de saludo, una vez correspondido él comenzó a correr y mi corazón dejó de latir. Por un momento me sentí culpable, Tanjiro debería de estar cansado después de mucho tiempo de no estar en casa y de no haber comido ni dormido bien, pero en lugar de eso ahí se encontraba, corriendo para encontrarse conmigo. En cambio yo, me había ocupado en deprimirme y en mantenerme ociosa.
- Hola-. dijo envolviéndome en un abrazo cuando había llegado. Su delicioso aroma me hizo querer llorar, olía a paz y calma.
- Tanjiro-. dije metiendo mi cabeza en el hueco de su cuello.
- Estás bien?-. me preguntó tomándome de la nuca, sosteniéndome en su cuello.
- Si-. le dije simplemente y terminé el abrazo, cuando nos miramos el uno al otro me di cuenta de lo mucho que había extrañado esos ojos rojizos que me miraban con amor.