32. Cuidado con lo que deseas.

45 3 0
                                    

Aiden y yo estábamos en unas montañas, a media hora de la corte.

- hay muchas cuevas, ¿Cómo sabrás en cuál está ella? - preguntó después de quince minutos - no quiero agitar el avispero.

- aún falta media hora, hice un hechizo, por aquí ni siquiera hay strigoi. Están hacia allá, planeando el ataque a la corte. Le pedí a mis padres que estuvieran listos, son al menos treinta.

- Nos matarán... Treinta contra dos no es un buen número, Irania.

- por eso traemos estás cadenas de plata, no pueden vernos, escucharnos... Ni siquiera olernos. Debe durar al menos tres horas más.

- bien, ¿Ya lo pensaste bien?, Al final ya es una strigoi, nadie tiene que saberlo.

- yo lo sabría, sabría que en mi visión Jonathan y Eva pudieron volver a ser felices y no hice nada para lograrlo. Ese pequeño merece a su mamá, ¿Estás seguro de hacerlo?

- te lo dije, lo haré si es lo que quieres, aún estoy en deuda por ayudarme a salvar a mi hermana, además es hora de parar a Isaac... Siento que no puedo estar bien en la corte hasta que él esté detenido.

Llegamos a un claro, en algún momento vi este sitio, cuando era pequeña vi a mi papá caer desde aquí. Busqué al rededor, abajo el agua del río corría violentamente, no había tantos árboles y delante de mí estaba la cueva donde se encontraba Eva. Una parte de mí deseaba matarla de una vez, total era strigoi, nadie me culparía, pero la otra decía que si tuve esa visión de Jonathan con ella siendo felices mi trabajo consistía en darles ese final sin importar como me sintiera. Amaba a Jonathan, amaba a Raphael y sabía que si estábamos juntos siempre lo vería como mi hijo, sin embargo, yo no era su madre y podía devolverle a quien si lo era.

Aiden aceptó en el sueño espiritual, luego de contarme lo mucho que quería a Mel, al verme decaída tuve que contarle. Me dio muchas razones para no hacerlo, no obstante una sola razón me bastaba para seguir con el plan.

- envía la ubicación ahora - le pedí.

Lancé cientos de estalactitas al interior de la cueva, para hacerlos salir. Lo hicieron furiosos, en cuando vimos a Eva Aiden tomó la estaca encantada con su magia. La atraje entre la confusión de todos los demás que aún no podían vernos.

Él la estacó y curó. Nos observó confundida y yo también estaba sorprendida de lograrlo. Aiden parecía orgulloso de su logro.

- los dejaré cubiertos con el escudo. Los guardianes ya deben estar en camino.

Para mí eran segundos, la realidad es que ya eran minutos convenientes. Observé a esa chica pelirroja y delgada, con unos bonitos ojos verdes. Estaba llorando, seguro en cuanto viese a Jonathan podría sonreír.

Los guardianes llegaron, lo supe cuando escuché a Jonathan.

- Eva... - de pronto dejé de existir. Lo dejé entrar al escudo mientras mi corazón se congelaba y caía en miles de pequeños trocitos chiquitos. Algo presionaba mi pecho impidiéndome respirar normal y por mucho que quisiera no podía contener el llanto. Mi escudo se mantuvo intacto. Supe que la estaba abrazando y besando en la frente, fue lo único que pude ver. Porque la lucha era clara. Sequé las lágrimas y volví a la realidad. Rompí la cadena de plata dejando que me vieran.

- Jonathan, lleva a Eva y a Aiden a un lugar seguro, lleguen a la corte - al fin notó mi presencia, abrió los ojos - es una orden, guardián. No olvide quién soy, llévelos a la corte.

Giré lista para unirme a la lucha.

- ¡Eva! - volvió a gritar, esa mujer estaba en la orilla a punto de tirarse.

Irania (Academia de vampiros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora