Hace mucho tiempo, antes de la maldición.
Era tarde una noche y se encontraba sola en su oficina, era el único momento que disponía para ella misma: la hora de la cena, la cual tenía bastante distorsionada, debido a sus largos turnos en la enfermería. Pero así era su vida, y no se quejaba. Ser la encargada de la enfermería a su corta edad decía mucho sobre ella, y estaba muy orgullosa de todo lo que había logrado. Era el sustento del pueblo.
Chiemi se encontraba disfrutando del poco de tiempo de descanso que tenía antes de volver al trabajo e ir a supervisar a sus enfermeros más novatos, cuando de repente escuchó un ruido, algo se había caído. Se levantó rápidamente del escritorio, y no tuvo que ir muy lejos. Rápidamente, una de sus enfermeras de confianza se asomó por la puerta de su despacho.
—Señorita Chiemi, necesitamos su ayuda. Un paciente está ordenando ser atendido por usted únicamente.
Sintió la paciencia abandonar su cuerpo, ¿para qué quería verla? Sus enfermeras eran totalmente capaces de atender cualquier emergencia. No disponía de suficiente tiempo para sí misma al día, y pasaban estas cosas. Hizo un esfuerzo por respirar hondo y mantener ese tono amable que siempre la caracterizaba.
—¿Le preguntaste la razón? —le preguntó Chiemi a la enfermera, que aún se notaba nerviosa.
—No, se trata del hijo del jefe de los Sabios. Todos supusimos que por eso estaba exigiendo un trato especial.
Chiemi solo conocía al chico de vista, pero en el pueblo se hablaba mucho de él. Todos sabían que estaba decidido a tomar el puesto de su padre algún día, a pesar de que su habilidad innata era manipular la tierra.
Era un Brown, pertenecía a una rara clase de personas que eran fundamentales para la construcción del pueblo. Los Brown poseían la capacidad de manipular la tierra, creando diversas estructuras, y también eran conocidos por su fuerza excepcional, lo que los convertía en constructores increíbles.
Todos en el pueblo se negaban a que él fuese el sucesor de su padre. A pesar de sus esfuerzos por involucrarse en las investigaciones y tratar de entrar en el mundo de los Sabios, pero aquel era un mundo únicamente para los nacidos Grays, y eso era algo que él se negaba a aceptar.
A Chiemi no le agradaba mucho tenerlo en el hospital, sabía que podía ser muy terco y justo llegaba en su hora de la comida, lo cual era una mala combinación. Pero el deber la llamaba, así que tuvo que empacar su comida de nuevo y seguir a la enfermera.
Al llegar al cubículo que le habían asignado, Chiemi pudo ver que él estaba lleno de tierra seca, como si hubiera caído por un barranco en medio de la lluvia. A ella no le sorprendió, ya que sabía que su habilidad para manipular la tierra era la causa, seguramente se encontraba trabajando en algún proyecto.
Cuando él la vio, le regaló una sonrisa y se apresuró a saludarla con evidente caballerosidad.
—Gracias por cumplir mi deseo de ser atendido por usted en persona, señorita Chiemi. He escuchado mucho de usted gracias a mi padre, y es un gran honor conocerla.
Toda aquella palabrería a Chiemi le parecía muy falsa, le resultaba imposible confiar en los Grays. Aunque él no fuera uno de ellos, era el hijo del Sabio más influyente del pueblo y aspiraba a unirse a su círculo. Con amabilidad, le agradeció por sus palabras y le preguntó qué había sucedido.
—Estaba ayudando con un cargamento de comida para el refugio de abandonados. Empezó a llover y no veíamos bien, pero continuamos trabajando. Uno de los Brown que estaba conmigo arrojó un saco hacia mí, el desgraciado lo hizo con demasiada fuerza, y terminé volando junto al saco de comida, cayendo entre las plantas desde lo alto de la carreta.
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Búscame en el agua.
FantasíaMuchos sueñan con tener algún poder, y en este mundo, la naturaleza otorga dones al nacer, haciéndote capaz de controlar alguno de sus elementos. Un día, una maldición sombría cae sobre el pueblo, transformando los dones de la población en una amena...