Azami nunca había visto a Eamon tan nervioso. A pesar de que él mismo le había propuesto ir a su casa a revisar las investigaciones de su padre, parecía que entre más avanzaba el tiempo, más nervioso se ponía, por miedo a no encontrar nada que los ayudara.
—¿Qué se supone que vamos a hacer? —le preguntaba él.
—Esperar a que mi padre salga del hospital no es una opción, se pondrá tan furioso que podría mandarlo de regreso al quirófano. Necesitamos traer de vuelta a Darya lo más pronto posible, y tendremos que hacerlo por nuestros propios medios —le respondió Azami.
Desde que Eamon había conocido a Hugo, su semblante había cambiado mucho. Pasó de ser aquel chico sin un rumbo fijo, a formar parte de algo, tenía sueños, y personas a las que llamar familia. Sin embargo, en aquel momento, solo le quedaba Azami. Y ambos sabían que, muy en el fondo, esperaban que Hugo saliera del hospital pronto, y pudiera ayudarlos a encontrar a Darya, aunque Azami lo negara.
Eamon caminaba a su lado, con la cabeza baja, observando el sendero por el que muchas veces había caminado hacia la casa de Darya, aún no podía creer que ella no estuviese. Mentalmente, se encontraba repasando los nombres de los libros que recordaba del despacho de Hugo, decidiendo por dónde debería empezar.
—Nunca he escuchado de nadie que haya roto la maldición, por algo sigue ahí, no sé qué vamos a hacer —él, aunque añoraba volver a ver a Darya, se mantenía escéptico sobre poder lograrlo.
—Que no hayas escuchado de nadie que lo haya hecho, no quiere decir que no haya pasado, seguro es información muy importante, y la deben estar protegiendo. Papá forma parte de los Sabios, quizás no tenga la información que buscamos en bandeja de plata, pero debe haber algo en su despacho que nos dé alguna pista de dónde buscar después.
Ella sabía que Eamon era una persona de razonamiento, no podía engañarlo fácilmente o tratar de disuadirlo con ideas que no le parecieran lógicas. Así que, decirle eso, y que él no replicara, la hacía sentir un poco más calmada y segura.
Acababa de perder a su hermana por una maldición que había sometido al pueblo por años, no sabía qué debía hacer, pero estaba segura de que haría cualquier cosa por traerla de regreso.
Y al menos, no estaba sola.
Confiaba en que el amor que sentía Eamon por su hermana lo ayudara a sentir, y ver todo lo que necesitaban para descubrir lo que había pasado, y de ser necesario, romper la maldición.
No había pensado en que necesitara romper la maldición para traer a Darya de vuelta. Pero la idea, aunque sonaba increíblemente difícil, le atraía mucho.
Soñaba con ir a nadar con Darya, poder caminar por el bosque en paz, y finalmente, cultivar y estar cerca de las flores que tanto amaba. Definitivamente, valdría la pena intentar romper la maldición, sabía que eso podría cambiar la vida de todos. Sin embargo, imaginar que el futuro del pueblo recaía en sus manos era demasiado, la abrumaba, pero ese miedo la impulsaba a seguir.
Pronto llegaron a casa, Eamon y Azami se dirigieron a la puerta principal para poder entrar. Eamon sabía que no podía acercarse a la entrada trasera, ya que estaba llena de los cultivos de Darya, les dedicó una mirada nostálgica antes de entrar a la casa, pensando cuándo volvería a su vida normal, y cuándo sería la próxima vez que fuese a venderlos al pueblo.
La casa se sentía como un lugar fantasma, congelado en el tiempo, no había nadie ahí.
—Me pregunto dónde estará ahora —le dijo Azami a Eamon, mientras cerraba la puerta.
—No creo que nos haya seguido, tampoco sé cómo funcione, pero deberíamos dejar la puerta abierta por si se acerca.
Hablar de ella como si siguiera ahí les ayudaba a saber que no todo estaba perdido. Azami recordó que tuvo la sensación de estar acompañada justo antes de entrar a casa de Eamon y que esa sensación se había perdido al entrar a la casa, no sabía si Darya podía entrar, pero no perdía nada con dejar la puerta abierta, por si acaso.
Le dio la razón a Eamon, y volvió a abrirla. Él le dirigió una pequeña sonrisa, intentando animarla, y ella le hizo señas para que siguiera adelante.
—Puedes adelantarte, buscaré unos aperitivos mientras, siento que no he comido nada en todo el día.
—Está bien —le respondió Eamon, y se dirigió escaleras arriba.
Azami odiaba cocinar, era una tarea que casi siempre le tocaba hacer a Darya. Ella solo debía estar ahí por si ella necesitaba algo de agua, pero así le parecía bien, hacían un gran equipo en la cocina. Azami no podía tocar un montón de cosas sin guantes, así que de eso se encargaba Darya, pero ya no estaba. Así que, con mucha tristeza, Azami tomó aquellos guantes de goma que colgaban junto a la estufa.
En ese momento la prioridad era su investigación, así que solo preparó unos sandwiches de atún. Le dio pena ofrecerle un simple vaso de agua a Eamon, así que revisó qué tenían en el refrigerador y encontró un poco de limonada que recordaba haber preparado el día del festival de la liberación.
Hacer jugos era realmente difícil sin su padre, normalmente lo hacía él, pero Darya y ella ya estaban cansadas de esperar que a que volviera, y ambas lo habían preparado juntas, ambas usando guantes.
Solo llevaba un par de minutos en casa y le dolía cada recuerdo que iba despertando en su mente con solo mirar a su alrededor, habían vivido muchas cosas juntas y sabía que era imposible olvidar todo eso. Tenía que mantener vivo ese recuerdo, y luchar para poder crear muchos nuevos.
Subió las escaleras cargando una bandeja con dos platos, cada uno con dos sandwiches, y también llevaba dos vasos de limonada. Al llegar, encontró a Eamon sentado en el piso con varios libros abiertos en frente de él.
—Te traje sándwiches —anunció Azami.
—Gracias, Zami.
Eamon tomó uno de los sandwiches, y siguió leyendo algo en el libro que tenía más cerca. De vez en cuando comparaba lo que decía ese con lo que decía otro libro a su derecha y de ahí, otro a su izquierda, pareciera que intentara traducir algo.
Azami quedó impresionada con su destreza para leer, pasaba las páginas muy rápidamente mientras leía, era increíble cómo a pesar de que era un Green se le daba tan bien la investigación como en sus tiempos se les daría a los Grays, eso le hacía pensar en que realmente existían las segundas oportunidades.
Pero también sabía que aunque amaba nadar, la pesca no era lo suyo. Siempre había soñado con ser una florista y se preguntaba si aun pudiendo usar su don, Eamon escogería ser un Sabio. Se sentó a su lado, mientras comía e intentaba darle un vistazo a lo que leía, pero era imposible seguirle el ritmo. Así que decidió esperar a que terminara de comer para hablarle.
—¿Qué has encontrado? —le preguntó.
—Al parecer, estaba equivocado —le respondió Eamon, luego de darle un sorbo a la limonada—. Se supone que existen registros de todas las personas que han desaparecido por la maldición, y todos están en la vieja biblioteca de Grays en el bulevar. Se dice que toda la información personal de los involucrados ha sido privada de la luz pública para evitar que acosen a las familias en su perdida, y que las familias normalmente prefieren el anonimato.
—Suena tan conveniente —le comentó Azami.
—¿Por qué lo dices?
—No sé, siento que todo eso lo están inventando para ocultar algo. Todos los ciudadanos estamos privados de una vida normal por culpa de una maldición de la que no tenemos más información que la que nos cuentan en el festival de la liberación. Y mágicamente, en vez de unirnos para combatirla, todos de repente deciden optar por el anonimato, me suena demasiado raro.
—Tienes razón. Seguiré leyendo, se está haciendo un poco tarde, no sé si pueda llevarme algunos libros y continuar en casa.
—No, quédate acá, puedes dormir en el sillón de allá —Azami le señaló el sillón que se encontraba en medio del despacho—. Además, es mejor que te quedes, no quiero que desperdicies tus velas leyendo cuando puedes hacerlo acá.
—Es verdad, si estaremos investigando estos días, necesitaré ahorrar todos los recursos que pueda.
—Puedes quedarte aquí el tiempo que quieras. Sabes que mi padre también querría lo mismo, eres como un hijo para él.
—Gracias Zami, te lo agradezco mucho.
Y así dejaron caer la noche. Investigando con la esperanza de encontrar algo que pudiera acabar con la pesadilla que estaban viviendo, pero que apenas empezaba.
ESTÁS LEYENDO
Búscame en el agua.
FantastikMuchos sueñan con tener algún poder, y en este mundo, la naturaleza otorga dones al nacer, haciéndote capaz de controlar alguno de sus elementos. Un día, una maldición sombría cae sobre el pueblo, transformando los dones de la población en una amena...