Extra 4

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Sería cuestión de tiempo para que Shi MingJing ascendiera a los cielos como el nuevo Señor de la Tierra.

O mejor dicho, la nueva Señora de la Tierra.

Debido a sus conocimientos médicos, sabía qué clase de plantas medicinales podía encontrar en cada sitio que visitaba e instruía a la gente para que pudieran cultivarlas y utilizarlas. Con el paso del tiempo, la gente comenzaría a adorarlo como un experto sanador y, cuando ascendió, se le comenzó a rezar para conseguir plantas medicinales donde fuera. A causa de sus rasgos faciales delicados, fue cuestión de tiempo para que la gente comenzará a adorarlo como una mujer.

Y, por supuesto, fue cuestión de tiempo para que se le relacionara con el Señor del Agua y la Señora del Viento.

Shi WuDu y Shi QingXuan no querían saber al respecto. Tenían el antecedente de ser adorados como una pareja en su primera ascensión, por lo que decidieron unánimemente que mientras menos supieran, era mucho mejor. Shi MingJing tenía curiosidad, pero no había investigado sobre el tema por respeto a sus hermanos. Para su fortuna, llegaría el día en que su curiosidad sería saciada: el banquete de Medio Otoño.

—¿Qué está haciendo Su Alteza? —preguntó Shi MingJing al ver como Xie Lian vertía un poco de vino en una copa.
—Es un juego —explicó Shi QingXuan—. Los dioses van a pasarse esa copa, y el que la tenga cuando suene el trueno, verá una de sus representaciones en la Tierra.
—No entiendo.
—Ya lo verás.

El juego comenzó. Durante varias horas vieron toda clase de obras de teatro que se llevaban a cabo en el reino mortal, mientras los hermanos se las arreglaban para evitar tener la copa en sus manos hasta que, finalmente, Shi MingJing la tuvo en su mano.

—Puedo ordenar que cierren el telón si no te gusta —dijo Shi WuDu, a lo que Shi MingJing se negó diciendo:
—WuDu-gege, tienes que aprender a reírte de ti mismo.

Y sin decir nada más, bebió el vino de un trago. El telón se levantó, y Shi MingJing se vio a sí mismo representado como una mujer, sentada junto a lo que parecía ser una ventana. Al cabo de unos minutos, Shi WuDu apareció y se acercó a MingJing, sujetando su hombro con una mano. En cuestión de tiempo, una airada Shi QingXuan hizo acto de presencia tomando a Shi WuDu de la otra mano.

—¿Por qué no me haces caso? —preguntó—. ¿Es que la amas más que a mí?
—Jie-jie, no deseo pelear contigo —replicó la Señora de la Tierra—. Nuestro esposo puede amarnos a las dos.

El resto de la escena se volvió una típica escena de pelea entre co esposas y terminó con el esposo tranquilizando a ambas con dulzura. Cuando bajó el telón, se produjo un silencio sepulcral; con todos procesando lo que acababan de ver. Nadie susurró ni bromeó al respecto, demasiado consternados por lo que acababan de ver.

Y entonces, Shi MingJing rompió a reír a carcajadas.

La razón era sencilla: esta obra de teatro estaba basada en una discusión que los tres habían tenido días antes. Shi MingJing había mirado un juego de té por el escaparate de una tienda, pero alguien ya lo había comprado así que no pudo conseguirlo. En ese momento Shi WuDu y Shi QingXuan se habían acercado a él y comenzaron a discutir por una tontería, como siempre hacían. Y ahora venía a enterarse que alguien los había escuchado y usó su pelea para una obra de teatro.

Hay que ver…

Shi MingJing se rió tanto que lágrimas doradas comenzaron a correr por sus mejillas, y al poco tiempo, Shi QingXuan se unió a él al captar lo que era tan gracioso. Para sorpresa de todos los presentes, Shi WuDu comenzó a reír junto a sus hermanos.

Ciertamente, había algo de encanto en burlarse de uno mismo.

La profecía de los tres hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora