Capítulo 5

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5.- Reunión

Shi QingXuan dio un salto hacia atrás arrastrando a Shi MingJing consigo, esquivando por poco el ataque de una bestia demoníaca. Ambos seguían en la ciudad de Wuchang, dedicándose a alejar a los demonios que solían aparecer esporádicamente. Mientras Shi QingXuan se dedicaba a la lucha propiamente dicha, Shi MingJing ayudaba a los heridos y trataba de evacuar a la mayor cantidad de gente posible.

Sin embargo, el demonio que enfrentaban en esta ocasión era demasiado problemático, por lo que los hermanos optaron por llamar su atención para alejarlo de la ciudad. 

— ¿Dónde aprendiste a pelear?— se preguntaron al unísono cuando atacaron a la criatura en conjunto, riendo levemente.

— Aprendí con un amigo, que es aprendiz de un general— dijo Shi QingXuan.

— Yo fui acogido por una secta— dijo Shi MingJing—. Aunque soy débil, aprendí algunas cosas.

Shi QingXuan sonrió, lamentando no tener una espada en ese momento. Así le sería más fácil defenderse, pero era lo que había. Y entonces, justo cuando un golpe del demonio estuvo cerca de terminar con sus vidas, alguien más apareció frenando el avance del demonio. Bastaron unos cuántos ataques de esta persona para desvanecer al demonio, y cuando volteó hacia los chicos, uno de ellos lo reconoció.

— ¿Quién es?— preguntó Shi MingJing, sujetando el brazo de Shi QingXuan—. ¿Quién llegó?

— Es nuestro hermano— dijo Shi QingXuan.

— QingXuan, MingJing— dijo Shi WuDu con calma, como si fuera una especie de saludo.

Shi MingJing sonrió, dirigiéndose hacia él. Por su parte, Shi QingXuan se mantuvo en su sitio, sin moverse, sus pensamientos corrían despertando sentimientos encontrados en él, que iban desde la decepción hasta la alegría. Su hermano había hecho algo malo, pero lo había hecho por él… y había tratado de ayudar. Entonces… no podía ser tan malo, ¿verdad?

Al final, corrió hacia él y los tres se unieron en un abrazo.

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— ¿Cómo qué te hiciste eso tú mismo?

Shi MingJing se encogió de hombros con indiferencia. Los hermanos se habían retirado a un restaurante cercano para ponerse al corriente de lo que habían pasado en estos años. Fue en ese momento que el menor había confesado que se había provocado daño en los ojos a sí mismo y la reacción de sus hermanos fue justo la que esperaba: Shi QingXuan estaba sorprendido y Shi WuDu había enfurecido.

— ¿Acaso no tienes prudencia?— había increpado el mayor.

— WuDu-gege, reconozco mi error— dijo Shi MingJing bajando la cabeza—. Por favor no me regañes.

— ¿Cómo esperas que no te regañe?

Shi QingXuan decidió intervenir en ese momento para evitar otra airada reprimenda.

— ¿No hay forma de curarlos?— preguntó.

"Buscaré una forma de recuperar tus ojos", le había dicho Hua BiNan una vez, pero Shi MingJing negó con la cabeza.

— El daño fue irreparable— dijo con un hilo de voz, esperando un nuevo regaño.

Shi WuDu suspiró llevándose una mano a la cara.

— No tiene caso molestarme más contigo— dijo—. Lo hecho, hecho está. A partir de ahora yo cuidaré de ustedes dos.

— Y ese es el Gege que conozco— dijo Shi QingXuan con una sonrisa.

No podía ser tan malo… ¿Verdad?

La profecía de los tres hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora