19.- Escape, parte 1
Durante su convalecencia, Shi MingJing había recordado todos los detalles de su vida como Hua PoAn. Con ello, había recordado el lugar exacto de su caída, el sitio donde ese poder profético se encontraba, y le contó los detalles a sus hermanos. Recordar cómo había sido una persona más malvada en ese tiempo de lo que había sido ahora le llenaba de vergüenza, por lo que les pidió a sus hermanos no ahondar más al respecto de esa vida.
Después de eso, tal como Ling Wen lo había pedido, esperaron. Los dos menores comenzaban a impacientarse, creyendo que les habrían tomado el pelo terriblemente pero el mayor calmaba sus temores.
—Ling Wen dijo un día —dijo Shi QingXuan—. Y ya han pasado cinco.
—Es posible que sus movimientos estén bajo vigilancia —dijo Shi WuDu—. Probablemente descubrieron su relación con el Brocado Inmortal.
—¿Qué relación? —preguntó Shi MingJing, acariciando distraídamente la manga de la túnica.
Shi WuDu no dijo nada. Le había costado bastante tiempo, pero había descubierto que ella había creado tal prenda y la confirmación vino en aquel festival de Medio Otoño donde vio a Quan YiZhen usándola. Al enfrentarla y recibir la confirmación, le prometió mantener su secreto y así lo había hecho hasta su muerte en la primera vida. Al no recibir respuesta, Shi MingJing decidió cambiar el tema de conversación:
—¿Creen que seamos nosotros los hermanos de la profecía?
Shi WuDu y Shi QingXuan se miraron uno al otro consultándose con la mirada y, con un asentimiento, el dios del viento dijo:
—Jing-er, por regla general, los dioses no reencarnan.
—¿Qué?
—Al ascender, nuestras siete almas se fusionan en una sola, lo cual nos expulsa del ciclo de reencarnación —explicó Shi WuDu—. Y debes saber que los mortales beben la sopa de Meng Po antes de reencarnar, por lo que en su siguiente vida no recuerdan nada de lo vivido anteriormente. Y sin embargo, aquí estamos. De no ser los hermanos de la profecía, ni QingXuan ni yo seguiríamos con vida, y tú no recordarías nada. Lo único que no me explico es porqué Ming Yi sigue con vida.
—El Señor de la Tierra parece tener un odio particular por ustedes —dijo Shi MingJing.
Shi QingXuan soltó una risa nerviosa y dijo:
—Murió por nuestra culpa, es comprensible. Tal vez por eso reencarnó: es un asunto pendiente que tenemos.
—Estoy seguro que esa clase de cosas no funciona así —dijo Shi WuDu.
—¿Entonces qué otra explicación tienes? —preguntó Shi QingXuan en un claro desafío.
—Todavía no lo sé.
—Así que hay probabilidad de que tenga razón.
Shi WuDu puso los ojos en blanco y Shi QingXuan se echó a reír. Shi MingJing sonrió, recordando las constantes discusiones entre Mo Ran y Xue Meng en las que solía actuar cómo mediador; la nostalgia se apoderó de él y tanteó el espacio hasta tomar las manos de sus hermanos, que estaban discutiendo en ese momento.
—WuDu-gege, QingXuan-gege, está bien —dijo—. Podemos ahondar en esa cuestión luego... o podemos descartarla diciendo que el cielo sabe lo que hace.
—MingJing, eso es aún más irrazonable —replicó Shi WuDu.
Los tres se echaron a reír. Las risas se apagaron bruscamente cuando se escuchó un estruendo proveniente del exterior. Shi WuDu se apresuró a salir para averiguar lo que había pasado y vio un montón de escombros en el vestíbulo, junto con dos guardias inconscientes en el suelo. El dios del agua llevó una mano a su cintura para tomar su abanico cuando vio a Pei Ming entrar por la puerta destrozada.
—Pei-xiong, entiendo que quieras verme, pero no tenías porqué tirar la puerta —dijo.
—Sabes que mi corazón no puede vivir sin tí, Shui-shixiong —dijo Pei Ming con una sonrisa, dispuesto a burlarse de su amigo de buen grado.
—¿Terminaron de coquetear? —inquirió Shi QingXuan, asomándose por el umbral de la puerta de la habitación.
Pei Ming soltó una carcajada y dijo, guiñandole un ojo a Shi WuDu:
—Tendré que cortejarte en otro momento. Ahora, síganme. No nos queda mucho tiempo.
El grupo salió del palacio del Agua. Los oficiales adjuntos que mantenían guardia estaban inconscientes, y en su lugar había oficiales del palacio Ming Guang montando guardia. Para sorpresa de los hermanos Shi, Pei Su y Ban Yue aparecieron guiando a Mu Qing a su encuentro.
—Está bien —dijo Pei Ming viendo la alarma en el rostro de su amigo.
—¿Cómo puede estar bien? —replicó Shi WuDu con enojo—. No voy a confiar en él.
Mu Qing ignoró olìmpicamente a Shi WuDu y, en su lugar, se dirigió a Pei Ming.
—Ming Yi se dirige al Palacio de la Literatura en este momento —dijo, desenvainando su arma—. Será cuestión de tiempo para que alguien más sospeche del colapso de la red de comunicación espiritual. Si vamos a hacer esta pantomima, hay que empezar de una vez.
El dios marcial del suroeste volteó hacia Shi WuDu, mirando a Shi MingJing antes de dirigirse al mayor.
—Señor del Agua, le sugiero que se apresure —dijo—. Su hermano no parece estar muy bien.
— Ah, general Xuan Zhen, ¿qué está pasando? —preguntó Shi QingXuan.
—Pasa que el caso contra ustedes está volviéndose turbulento y a su hermano no le queda mucho tiempo —dijo Mu Qing—. Además, de que alguien ha intentado cruzar mi guardia para intentar asesinarlos.
Ban Yue se acercó a Shi QingXuan y jaló su túnica suavemente, diciendo:
—Señor del Viento, sígame.
—Vayan —dijo Pei Ming—. Todo está perfectamente calculado.
Los hermanos se alejaron con la sacerdotisa. Pei Ming se dirigió a Pei Su y dijo:
—Haz correr la alarma, pequeño Pei. Debe quedar claro que esto fue idea mía.
—Como diga, general —dijo Pei Su, dando la vuelta para irse.
Fue en ese momento que Pei Ming se enfrentó a Mu Qing para cubrir el escape de los hermanos Shi.
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La profecía de los tres hermanos
FanfictionEn su primera vida, uno de ellos murió antes de que pudieran saber de su destino. En su segunda vida, estuvieron a punto de destruirlo todo. Ahora, en su tercera vida, los tres hermanos separados tienen la oportunidad de reunirse, pero cuando vuelv...