La profecía de los tres hermanos

Extra 1

Al final, los hermanos decidieron permanecer en el cielo.

—¿Puedo preguntar por qué?

Pei Ming observó con curiosidad a Shi WuDu, que hizo una mueca de disgusto. Se habían reunido en el palacio de la Literatura, y mientras Ling Wen terminaba de organizar los últimos pergaminos que le habían sido entregados, sus amigos discutían tranquilamente.

—Si mal no recuerdo, habías bajado la última vez para buscar un hogar dónde quedarte con tus hermanos —insistió Pei Ming—. Así que, ¿a qué se debe el cambio de planes?

Ling Wen se reunió con ellos, dejando sobre la mesa una bandeja de té. Shi WuDu tomó una taza, bebiendo un poco, y dijo:

—Se debe al imbécil de Ming Yi.

La última vez que Shi WuDu había bajado al mundo mortal, escuchó rumores provenientes de cultivadores errantes que comenzaban a ser repetidos por toda la gente. El dios se disfrazó, haciéndose pasar por un mercader extranjero, e investigó al respecto. Lo que descubrió… digamos que no se lo tomó muy bien.

Grupos de gente se estaban organizando para cazar, y las presas eran sus dos hermanos, las últimas Bellezas de Huesos Mariposa que había en el mundo.

—Pero QingXuan no es un Belleza de Huesos Mariposa —intervinó Ling Wen.
—No, pero antes de ser desterrado, Ming Yi hizo correr rumores que lo afirmaban —dijo Shi WuDu—. Y fue cuestión de tiempo para que esos rumores llegarán a oídos de los mortales.

Ahora más que nunca podía entender porqué Shi MingJing dejó actuar a Hua BiNan hasta un punto en que no pudo tolerarlo más. Había sido cruel, pero al final no tuvo opción.

—WuDu-gege, déjame ir a envenenarlo —dijo Shi MingJing cuando se enteró de lo sucedido—. Voy a hacerle desear estar muerto.
—No es necesario —dijo Shi WuDu con tranquilidad—. Ya me encargué de ello.
—¿Y cómo lo hiciste? —preguntó Shi QingXuan con interés.

Shi WuDu sonrió, y no dijo nada. Por supuesto, jamás admitiría ante sus hermanos pequeños que cobró un viejo favor con un fantasma, que estaba más que dispuesto a atormentar a un oficial celestial desterrado. Sería uno de los secretos que se llevaría al más allá… aunque no tenía intenciones de morir, claramente. Sus hermanos menores entendieron que no iban a obtener respuestas así que decidieron no insistir.

—Así que nos quedamos aquí —dijo Shi QingXuan.
—Mientras nosotros seamos dioses y MingJing sea nuestro oficial adjunto, estarán a salvo —dijo Shi WuDu.
—Está bien, supongo —dijo Shi MingJing, acariciando la cabeza de su serpiente escorpión.

De nueva cuenta, Shi QingXuan cambió el tema.

—¿Ya pensaste un nombre para la serpiente?

Shi MingJing sonrió, y sus ojos brillaron con diversión.

—Se llama Suibian —dijo.
—No puedes llamarla "lo que sea" —replicó Shi WuDu.
—¿Y por qué no? Incluso hubo una espada que se llamaba así.
—¡Precisamente por eso! Es irrespetuoso.
—¿Quieres oír algo irrespetuoso? El arma de Mo Ran se llama JianGui.

Shi QingXuan se echó a reír a carcajadas.

—No puedo creer que se llame "qué demonios" —dijo entre risas.
—En comparación, Suibian es bastante decente —dijo Shi MingJing como si hubiera dictado una conferencia y hubiera dado su conclusión de un tema complicado.

Shi WuDu resopló, dándose cuenta de un problema que, ciertamente, iba a causarle problemas: no se sentía capaz de negarle algo a sus hermanos. Tendría que endurecerse a sí mismo.