28.- La sala del precipicio
Shi QingXuan sabía que esto pasaría, y aún así contuvo la respiración al ver a Chu WanNing esperando por él en la tercera sala. Podría decirse que esta era una copia de las dos anteriores, con la única diferencia de que había un barranco al lado derecho que recorría toda la sala como una pared invisible.
Solo que esta pared le invitaba a lanzarse a sus brazos, al incomparable vacío del final de su búsqueda.
Sin embargo, con un contrincante como el anciano YuHeng del cielo nocturno, eso iba a ser difícil. Shi QingXuan no era un dios marcial, y aunque sabía lo suficiente de artes marciales para defenderse, sabía que no era rival para Chu WanNing pero estaba dispuesto a intentarlo.
—Chu-zongzhi —dijo Shi QingXuan a manera de saludo—. ¿Habrá posibilidad de resolver esto de manera pacífica?
Chu WanNing, inflexible como era, miró a Shi QingXuan como si estuviera juzgando sus acciones y preguntó:
—¿Sabe lo que aguarda al fondo del barranco?
—Lo sé —respondió Shi QingXuan—. Y estoy dispuesto a reclamarlo para salvar a mi hermano.
—¿Y si al final decidiera que lo mejor sería dejarlo morir?
—Entonces no hay otra opción.La rama de sauce dorada se agitó obedeciendo la orden de su maestro, y el dios elemental se movió con rapidez para evitar el golpe del látigo. Había escuchado que los golpes de TianWen era extremadamente dolorosos y no había forma en que él quisiera experimentar eso en carne propia. Nope. De todas las cosas que había vivido a lo largo de tres vidas, el dolor era la única que seguía sin gustarle. Así que corrió, de un lado a otro, evitando ser alcanzado por TianWen mientras intentaba acercarse al precipicio infructuosamente hasta que se hizo a la idea de algo inevitable: tendría que enfrentarse cara a cara con Chu WanNing.
Shi QingXuan no perdió más el tiempo, tomó su espada y atacó directamente a Chu WanNing, que retrocedió haciendo un desplazamiento hacia atrás, y retrajo el látigo para extender el otro brazo, diciendo:
—Huaisha, te invoco aquí.
Al instante, una espada dorada apareció en su mano, y Chu WanNing la utilizó para repeler el ataque de Shi QingXuan. Había un aura aterradora en la espada que hizo sentir un escalofrío al dios, pero aún así no retrocedió ante el reto que se había impuesto. La vida de su hermano dependía de él ahora y no iba a echarse para atrás, iba a llegar a ese puente aún si eso le costaba sentir el dolor que tanto odiaba. Su hermano tenía una oportunidad de redención justo ahora y no iba a dejar que la perdiera.
Así pues, los dos se enfrascaron en una batalla por lograr sus propósitos, pero sería cuestión de tiempo para que Chu WanNing lograra arrinconar a Shi QingXuan, haciéndole perder su arma con un movimiento de su espada. Desesperado, Shi QingXuan intentó alcanzar el precipicio una vez más solo para verse atrapado por TianWen: el látigo dorado se enroscó alrededor de sus tobillos y cayó al suelo.
—¿Para qué deseas el tesoro del fondo? —preguntó Chu WanNing.
—Quiero dárselo a MingJing —dijo Shi QingXuan—. El poder demoníaco que yace en el fondo lo ayudará a mantenerse con vida y podrá cultivar honestamente.
—No puedo permitir que haga eso.
—Entonces, tal como le dije, no tengo opción.Shi QingXuan era muy consciente de lo que iba a hacer. Pero… esto no podía considerarse opresión a los mortales, ¿verdad? Y así era, ¿qué importaba? Era su turno de romper las leyes del cielo, por lo que tomó su abanico y lo desplegó con fluidez, exclamando:
—¡Viento, ven a mí!
Con un simple giro de muñeca, Shi QingXuan lanzó un torbellino a Chu WanNing, con lo que el mayor se vio obligado a soltarlo y el dios se puso en pie rápidamente, lanzando otra ráfaga de viento que atrapó a su contrincante y sin perder más tiempo, saltó al barranco cayendo al vacío.
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La profecía de los tres hermanos
Hayran KurguEn su primera vida, uno de ellos murió antes de que pudieran saber de su destino. En su segunda vida, estuvieron a punto de destruirlo todo. Ahora, en su tercera vida, los tres hermanos separados tienen la oportunidad de reunirse, pero cuando vuelv...