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Por la mañana, con Luzu de mal humor por ser pateado y destapado por Rubius por toda la noche, desayunando los cuatro juntos, aunque el mayor no tenía ganas de estar con nadie, dejó sólo a Quackity acercarse y el pelinegro le hizo mimos en un intento de que se relajara un poco.

La abuela desayuno con ellos, y no pudo evitar comenzar a hablar del pequeño Vegetta hasta avergonzar al pelinegro.

Habló también de Rubius, y de cómo siempre fue el mejor amigo de Vegetta incluso de pequeños, y que era el chico más fiel que su nieto se podría haber conseguido.

Rubius no podía sentirse más halagado, sonriendo ampliamente, por otro lado, Vegetta se sentía avergonzado, y tenía las mejillas rosadas de vergüenza, a pesar de que su abuela no había dicho nada malo.

— ¿Quieres que vaya a buscar los álbumes?— preguntó la señora, haciendo que Rubius se emocionara, y a su nieto comenzar a pedir piedad.

Para ese punto, Luzu estaba tan divertido con la situación que su mala cara había quedado atrás, y reía con gracia por las súplicas de Vegetta, ignoradas por la señora que salió de la sala para buscar las fotos.

Quackity pinchó el brazo de Luzu con su dedo, reclamando atención.

El castaño se volteó hacia él inmediatamente.

Medico-— Quackity negó, sabiendo que estaba diciendo mal la palabra— Medica-mentos— se corrigió.

Miró la hora con preocupación, faltaban una media hora para las once, y poco más de una hora y media para que Quackity tomara los remedios.

— Terminemos el desayuno y llamaré a mamá para que nos lleve— dijo Luzu, refiriéndose a la madre de Quackity—. ¿Los tienes en casa, no?

Quackity asintió.

— ¿Qué medicamentos?— preguntó Rubius, de chismoso, mirando a ambos como si escondieran un jugoso secreto.

Luzu miró a su novio, como pidiendo permiso para decirlo, aunque el pelinegro negó.

Nada— dijo Quackity, restándole importancia.

Loud ๑ Luckity ②Donde viven las historias. Descúbrelo ahora