XXXVII

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Vegetta y Rubius se fueron poco después de la una de la mañana, dejando a ambos chicos solos, no sin antes dedicarles unos cuantos comentarios pervertidos.

Con todo eso, ambos se sentían incómodo, de alguna manera, forzados a tener sexo porque todos esperaban eso de ambos, y que debían hacerlo esa misma noche.

Quackity mantenía la mirada baja, y jugaba con sus dedos con nervios, y apenas si miraba a Luzu para contestar, cualquier mínima cosa que le dijera.

Sintiéndose mal por él, y más cuando fueron hacia el cuarto, donde sintió al pelinegro tensarse aún más cuando tomó su mano para subir las escaleras.

Sin siquiera cerrar la puerta, con el cierto medio a oscuras, pero visible por la luz del pasillo, Luzu se sentó en el borde de la cama, palmeando el espacio junto a él para que su novio se sentara.

Aún esquivando cualquier contacto visual, Luzu se vió obligado a tomar su rostro para que alzara la vista hacia él.

Sintiendo el cariño en los ojos del castaño, Quackity sonrió un poco.

— No haremos nada si no quieres— le aclaró—. No te sientas obligado a hacerlo, Quackity.

Quackity sonrió un poco más, apreciando las lindas palabras de su novio.

Le ponía incómodo que todos (hasta sus padres) sabrían lo que harían, en su mente, tenía la idea de disfrutar una primera vez sin nada de todos esos comentarios previos, en alguna escena íntima que todo iría tomando lentamente su ritmo sin que ellos tengan que arreglar nada.

No había sido así, pero se sentía listo, quería hacerlo aún luego de todas esas escenas vergonzosas con sus padres y sus amigos, así que negó, mordiendo un poco su labio inferior, antes de acercarse a Luzu para besarlo.

El beso se hizo intenso, con Luzu tomando su rostro para evitar que se separara, recorriendo sus labios y su boca, provocando chasquidos conforme sentían el calor subir a sus mejillas.

Estuvieron besándose con intensidad un rato, y sin total intención, pero en busca de más contacto, Quackity había terminado sentado sobre el regazo de Luzu, al separarse, para buscar aire con ganas y darse cuenta de la posición, escondió su ruborizado rostro en el hombro del mayor, quien sonrió con cierta ternura.

— Tranquilo, bebé, ya vas a olvidar tu vergüenza— dijo, dejó un corto beso sobre su cabeza.

Quackity golpeó su pecho con poca fuerza, en señal de que no lo molestara.

Luzu acarició su espalda, abrazándolo con suavidad, pasaron un rato en silencio, sin más que aquello, sintió al pelinegro más relajado con el abrazo, respirando con tranquilidad, al punto que creyó que Quackity se había dormido.

Dispuesto a dejarlo descansar, lo apartó un poco para intentar dejarlo sobre la cama, pero el pelinegro comenzó a negar y lo abrazó con más fuerza, pegándose de nuevo contra él.

— ¿Quackity? ¿Pasa algo?

N-No quiero dormir— lo escuchó decir, su tono no sonaba ni mínimamente cansado, aunque no convencía del todo a Luzu.

— Quackity, si quieres descansar, no pasa nada, lo dejamos para otro día.

No— lo interrumpió, el pelinegro se apartó un poco para mirarlo—. Yo quiero— añadió simplemente, pero con total seguridad.

— ¿Quieres...? ¿Tienes ganitas, Quackity?

Quackity frunció el ceño, no sabía si su novio lo estaba tratando como un bebé o como un idiota.

— respondió, en tono molesto.

Luzu sintió su rostro caliente, asintió, algo sorprendido por la seguridad de Quackity con lo de hacerlo.

No podía negarse.



















No podía negarse

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Loud ๑ Luckity ②Donde viven las historias. Descúbrelo ahora