IX

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Lo primero que hizo al salir fue abrazar a Luzu, escondiendo su rostro en el pecho del castaño, sin dejar de llorar.

Luzu no entendía el por qué, pero sabía que Quackity necesitaba ser consolado.

Lo acomodó sobre su regazo, para abrazarlo de forma cómoda, acariciando su espalda en consuelo, besando su cabeza con cariño, diciéndole cosas como "Todo está bien", "No pasó nada".

La madre del menor se sintió un poco mal, pero no pudo evitar sonreír.

Cuando Quackity era pequeño, la única persona capaz de calmarlo era ella, y ahora había sido reemplazada por Luzu, que lo trataba con tanto cariño que la hacía sentir cálida por dentro.

El castaño mecía ligeramente a Quackity, como si fuera un bebé, sin dejar de darle mimos, así pasaron unos cuantos minutos hasta que el pelinegro separó su rostro del pecho de Luzu, para mirarlo con una expresión vergonzosa.

Pero Luzu le sonrió, pasando sus pulgares por las mejillas de Quackity, limpiando unas cuantas lágrimas, aunque tuvo que tirar de la manga de su remera para limpiar del todo los mojados cachetes de su novio.

— Todo pasó, bebé, ya está, todo está bien...
— la voz de Luzu fue acallando, Quackity había alzado un poco sus brazos, con las mangas arremangadas sobre sus codos, mostrando cómo había rascado sus muñecas y parte interna del antebrazo, dejando la piel roja e hinchada por dónde sus uñas habían pasado.

Luzu sintió su corazón encogerse, y recordó el día en que Staxx había llevado a Quackity a su casa con las muñecas vendadas por el mismo, que el chico había hecho cuando creyó que lo cambiarían de escuela.

Supo qué los ataques de pánico eran peores que aquella actitud que había tenido su novio en su cumpleaños.

— Qua-

El chico alzó su mano para que callara, y luego llevó sus manitos hacia el cuello del buzo, tirando un poco hacia abajo mientras giraba su rostro, dejando ver las mismas marcas pero en la piel de su cuello que iban un poco hacia su pecho, estás parecían ser más insistentes, porque pequeños cortes rojos aparecían cada tanto.

Luzu quiso llorar.

Sin saber qué hacer, sin palabras por lo que el chico le mostraba, miró a la madre de este en busca de ayuda.

La mujer se acercó al instante, viendo las marcas.

Por más que le dolían, se obligó a sonreír a su hijo, quien volvía a tener los ojos llenos de lágrimas.

— Está bien, Quackity, ven, te curaré— dijo la mujer, ayudando a su hijo a levantarse, entrando al baño de nuevo.

La puerta permaneció abierta de par en par, dejando a Luzu ver cómo la mujer lavaba los brazos de Quackity con agua fría, hasta que la hinchazón había bajado, para luego tomar algo de papel higiénico y mojarlo, para pasarlo lentamente y con cariño sobre el cuello del pelinegro.

Luzu tomó nota mental de lo que debería haber hecho.

— Lo siento— escuchó, se giró a la nerviosa fonoaudióloga, que temblaba un poco aún por lo ocurrido—. N-No supe cómo reaccionar.

Luzu no podía culparla, él tampoco tenía idea.

— ¿Qué pasó?— su voz sonó más tranquila de lo que esperaba.

— Eh... Estábamos practicando el abecedario, por lo que siempre empiezo con los pacientes... Y c-creo que era el sonido de la "R" que no le salía, lo intentó varias veces, hasta que creo que se angustió o algo, porque no pudo decir ni un sonido, movía la boca pero nada... Empezó como a hiperventilar y comenzó a rascarse el cuello, antes de que pudiera hacer algo corrió hacia el baño y se encerró.

Luzu se mordió el labio, sintiéndose mal por el chico.

Su mirada se encontró con la de Quackity, quien tenía una expresión como si pidiera perdón, y se obligó a sonreír un poco, sólo por él.

Loud ๑ Luckity ②Donde viven las historias. Descúbrelo ahora