XVIII

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— ¡Hola, cuñado!

Luzu frunció el ceño, pasó su mirada de el sonriente joven rubio hacia su hermana, quién rió como una niña.

¿Qué mierda le pasaba a Lana?

— ¿Te vas a subir o no?

Escuchó la puerta destrabarse y subió a la parte de atrás de la patrulla.

— ¿Por qué te robaste el auto de tu trabajo?

— Porque puedo— respondió lana, encogiéndose de hombros.

— ¿Cómo has estado Luzu?— preguntó Liam con una sonrisa amable.

— Bien— asintió, sonriendo forzadamente a la rubia— ¿Cómo es eso de cuñado?

— ¿No le dijiste?— Liam miró a Lana, sin dejar de sonreír.

El castaño se preguntó si al chico no le dolería la cara de sonreír tanto.

— ¿Decirle qué?— preguntó su hermana, sin despegar la vista del camino.

— De que somos...

— ¿Somos? ¿Somos... Qué?

Luzu rodó los ojos, acomodándose en el asiento trasero.

Entre Rubius al teléfono y aquellas dos no sabía qué podía ser peor, pero si que preferiría estar acompañando a Quackity con su tarea o durmiendo.

— Nunca me pediste ser nada— dijo Lana—. No somos nada.

— Bi-Bien... ¿Quieres ser mí... Novia?

— Claro— dijo la chica con simpleza.

Luzu rodó los ojos con fastidio.

No supo hasta cuándo estuvieron así, pero al llegar al centro y estacionar la patrulla Luzu comenzó a ver los locales de alrededor en búsqueda de algo que pueda ser un regalo decente.

Vió un montón de locales de ropa, y no pudo evitar ver en las librerías los bonitos cuadernos, aunque negó para despejarse de la costumbre cada vez que veía uno.

— ¿No tienes ni idea qué le puede gustar?

Luzu miró a su hermana un momento.

— Sé todas las cosas que le gustan, es que no encuentro nada que... Este a su nivel, que valga algo de lo que se merece, ¿Me explico?

Vió a Lana morderse el labio para ocultar una sonrisa.

— Eres un cursi— dijo, y no pudo evitar reír un poco.

— Púdrete.

— ahí está mí hermano— respondió la chica, con gracia—. Yo que tú, le compro algo que a todos les encanta.

Luzu la miró esperando que continuara.

— Una cámara instantánea— dijo la chica—. Así toda bonita, de color rosa-

— El morado me gusta más— la interrumpió—, es nuestro color.

Por primera vez en el día, había tenido una buena idea de qué regalar.

— Pero son muy costosas— murmuró él castaño, con decepción—. No tengo tanto dinero para eso.

Desde que se había ido de la casa de su familia, Luzu había vivido de algunos ahorros que tenía, y cuando se acabaron, Lana comenzó a darle dinero, pero nunca le pedía demasiado, no quería aprovecharse.

— ¿Por qué te preocupa el dinero si al final lo pagaré yo?— dijo la chica.

Luzu negó.

— No, está bien, puedo pensar en otra cosa.

— Calla, la compraré igual— dijo—. Como dices, Quackity se merece un lindo regalo, a demás, él me cae bien, no me molesta gastar en algo para él.

El castaño sonrió un poco, cálido por el gesto de su hermana.

Lana tomó su brazo y comenzó a arrastrarlo, en búsqueda de la primera tienda de electrónica que apareciera.

Loud ๑ Luckity ②Donde viven las historias. Descúbrelo ahora