XV

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— Estuve con Vegetta— dijo Rubius con simpleza.

— Ya era hora de que tuvieras relaciones, Rubius.

El chico frunció el ceño, mirando a Luzu de mala manera.

— ¿Qué quieres decir con eso?

— Que eras tan virgen que te decían María.

Rubius golpeó el brazo de su amigo, aunque sólo logró que Luzu riera.

— ¿Y tú qué sabes si no tuve relaciones con alguien más antes?

— Te conozco desde que tienes catorce, Rubius, y a menos que hayas tenido una antes de que seamos amigos... Lo hubiera sabido.

Rubius no tuvo nada más para decir, así que volvió su vista al yogurt de pote en sus manos, aún por la mitad, revolviendo el contenido con la cuchara.

Estaban en un descanso antes de ir a clases de escenografía, en caso de Rubius, y de su taller de composición, en caso de Luzu, y sólo quedaba que el castaño terminará su aperitivo.

— ¿Qué tal lo pasaron?— preguntó Luzu.

Rubius sonrió un poco, aunque intentaba disimular su alegría.

— Aún me duelen las piernas— dijo, haciendo reír a su amigo—. Pero estuvo... Bien, sí, muy bien— rió con algo de nervios—. Y... ¿Tú con Quackity?

Luzu se encogió de hombros.

— No realmente— dijo, por lo bajo—. No tuvimos ese tipo de relaciones... Quackity no se siente listo, respeto eso, así que no lo hicimos.

Rubius asintió.

— Aunque él necesita más un apoyo moral— continuó Luzu—, amoroso, ya sabes, más de cariño... Que alguien para follar. Quiero ser el tipo de persona que él necesita.

Rubius no respondió, ante el silencio, Luzu se giró hacia él, para ver su expresión, el chico sonreía tan ampliamente que parecía que en cualquier momento estallaría en risas.

— ¡Qué frase, Luzu!— Rubius comenzó a reír y a aplaudir, haciendo que Luzu se ruborizara por hacer semejante escena—. Te quejas de que me afectó el teatro, pero tú con tus composiciones ya te pegaron las palabras bonitas.

Luzu lo golpeó un par de veces para que dejara de hablar, hasta que el otro tomó sus muñecas para que se detuviera.

— Ya, ya, pareces un gatito enojado que araña— dijo Rubius, aún con una sonrisa.

— Te voy a arañar la cara.

— Gatito malo— se burló, soltandolo.

Luzu acomodó su ropa con el ceño fruncido.

— Bien, Luzu, lo siento— dijo, notando lo malhumorado que se había puesto el chico—. Está bien, hablando en serio... Cada uno tiene su tiempo, y creo que lo que dices es muy lindo.

Luzu volvió a ruborizarse, y Rubius intentó pellizcar sus mejillas, sólo para lograr que el mayor lo apartara bruscamente y lo mandara a la mierda.

Loud ๑ Luckity ②Donde viven las historias. Descúbrelo ahora