Tuve un error hace unos días y borré el capítulo sin querer y he tenido que escribirlo de nuevo desde 0. No quería dejaros sin nada así que lo he hecho lo mejor que he podido en tiempo record. Os pido perdón.
Sus labios chocaban sin descanso en un beso demoledor. Sus manos recorrían cada centímetro de piel del cuerpo contrario con ansiedad y necesidad. Las de Teresa ancladas en la nuca de Pedri, arañando cada vez que el canario mordía sus labios y suspiraba encima de ellos. Las de Pedri apretando el culo de la chica sin miedo, ahora que era de noche tenía total libertad en la oscuridad del bosque. Retrocedieron hacia atrás hasta que la espalda de Teresa estuvo apoyada contra un árbol y se dejó besar apresada entre los brazos del moreno, ahora apoyados a ambos lados de su cabeza.
Al sentir la lengua de Pedri rozar la suya un escalofrío le recorrió de pies a cabeza y en ese instante, en un momento de cordura hizo que Teresa se diese cuenta del gran error que estaba cometiendo y por ende, reculó bajando la mano hasta el pecho contrario.
-Ei.- Teresa se alejó de sus labios para llamarle pero de nuevo Pedri le besó callándola. -Pedri, para.- Colocó la mano en su pecho de manera más firme y con fuerza de voluntad apartó su cuerpo de ella.
-¿Qué pasa?- Quiso saber Pedri, sin entender el porqué le estaba pidiendo parar. Sus narices se seguían rozando y al ver que Teresa no hablaba, concentrada en respirar y no mirar a sus ojos marrones, siguió besándola.
Solo fueron unos roces más de bocas y caderas hasta que Teresa giró la cabeza a un lado y los labios de Pedri impactaron en su mejilla. Cerró los ojos al sentir como los besos descendían por su cuello, y no hizo nada porque no sé sentía con fuerza suficiente como para alejar a Pedri si le besaba de esa manera.
-No puedo.- Dijo al fin. Pedri levantó la cabeza y la miró dudoso con una ceja levantada.
-No lo digas.- Pidió suplicando con los ojos que no dijiese la siguiente frase que iba a salir por su boca.
-Yo no soy como las otras chicas con las que estás.- Intentó sonar firme pero no podía cuando esos ojos marrones le miraban tristes. -No puedo.
-¿Por qué dices eso? Íbamos bien, ¿No? Osea creía que te gustaba.
-Me pareces un chico muy guapo y majo pero tú solo buscas un lío.- Suspiró pesada recostando toda su espalda en el árbol. Ella no estaba acostumbrada a liarse con chicos una noche y olvidarse de ellos al día siguiente.
Las manos de Pedri se instalon a ambos lados de la cabeza de la rubia, apoyándolas en el tronco del árbol y la miró directamente a los ojos intentando comprender cual era el error. Teresa pestañeó lento y repasó internamente el porqué estaba tomando esa decisión.
La raíz del problema residía en su rasgo tóxico, la dependencia emocional. Anteriormente, sus líos no le habían marcado los límites de la efímera relación y Teresa como una tonta se ilusionaba con cada uno de ellos al punto de creerse importante para ellos, cosa que no era. A los pocos meses ellos lo dejaban con ella y se sentía abandonada creyéndose inferior porque ellos habían encontrado a otra chica con la cual podían suplir aquello que ella no les daba. Lo pasaba mal, llorando y tirada en su cama esperando a que volviesen. Estuvo un tiempo en el que se acercaba a cualquiera para sentirse querida y perseguía ese sentimiento con todas sus fuerzas. No le llenaba. Ninguno le correspondía y solo se hacía daño a sí misma enganchándose de tíos que solo la querían para follar. Y por eso, Teresa tenía miedo de que Pedri fuese igual que todos, y lo más sencillo y fácil era huir. Huir de él antes de que fuese dependiente de su cara, de su cuerpo y de su personalidad.
-Creo que será mejor que dejemos esto.- El gesto de dedo entre ambos cuerpos hizo que Pedri bajase sus ojos hasta el escote de ella, cerró los ojos frustrado y se separó completamente de Teresa dejando caer los brazos a lo largo de su cuerpo.