Capítulo 33.

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Nick.

__ Cuando necesites contactarme tienes mi correo en esa carpeta. - le entrego a Daniel. Esta será su prueba para saber si en verdad puedo confiar en él. - Te enviarán informes, los revisas luego me los envías.

__ Me has repetido eso dos veces antes. - explica cansado. Se agarra el abdomen cuando se sienta en el sillón atrás suyo.

__ ¿Porqué la terquedad en trabajar? Aún no te sostienes en pie por tanto tiempo y ya quieres estar en una oficina que exige mucho.

__ Ni mi doctor insiste tanto como tú. - se acomoda. - Trae eso y deja la paranoia. Estoy convaleciente no impedido. Dramático. Mucho más que la Nana. - refunfuña abriendo la carpeta. Lee un poco luego levanta la cabeza al verme observarlo. - ¿Que? ¿Te ofrecerás como enfermera también?

__ Si llegara a serlo, en lugar de ayudarte a recuperar te mataría yo mismo. - recalco tomando la maleta y el saco del traje.

__ Tan tierno. Te preocupa tu hermano. - ironiza.

__ Me preocupa que te mueras y no dejar a alguien más para que me envíe esos informes. - arrastro la maleta a la salida. Escucho como sigue con su pendejada haciéndome reír a lo último cuando menciona de nuevo haberlo levantado de la cama en la clínica.

Es un sentimental que tolero más que antes.

Me acostumbré a verlo en la casa, Rita no quiere que se vaya a la mansión King, y de cierta manera no está mal convivir con alguien más. Además de saber que en mis viajes no estará salía como antes.

__ ¿Puedo ir a una exhibición de arte? - pregunta mi vieja cuando dejo la maleta en la puerta.

__ No lo sé. ¿Puedes ir? - devuelvo sin mirarla para preguntar a Meredith si se encuentra en la floristería.

__ Me refiero a que si representa un problema para ti. - llega y le doy un beso en la mejilla.

__ Puedes hacer lo que quieras. No tengo nada en contra de tus gustos. Al contrario, me gusta que tengas un hobby. - camino hasta la mesa del comedor después de ella. - Solo pide al chófer que te lleve.

__ No. Puedo ir en un taxi. - declina.

__ Claro que no. Para eso tengo chófer. ¿O me ves a mí usándolo? - increpo alcanzando el vaso con jugo. - No pago sueldos por estar sentados.

__ Entonces ¿Porque sigo recibiendo el mío?

Dejo el vaso casi vacío.

__ Nadie dijo que era un sueldo. - miro la hora. Aún no recibo respuesta de Meredith por lo cual tendré que recurrir a otras soluciones

Marco su número y al instante contesta.

__ No fui quién envió esa foto. - no entiendo de lo que habla.

__ ¿Que foto? - es mejor ni preguntar, me repito. - No respondas a eso. Mejor dime si Meredith está en tu casa.

__ No. En la suya tampoco porque llamé hace unos minutos y no contestó nadie. - exclama con la boca llena.

__ Bien. - no espero a que siga hablando. De seguro me enteraré de algo que no quiero. Prefiero no amargarme el genio.

Con esa niña ocurre cada cosa que no tolero. Aunque en ocasiones finjo que las tonterías no me causan gracia porque es capaz de cobrarme por hacerme reír. Se aprovecha de todo.

Pero me cae bien. Quizá en un futuro sea la jefa de muchos con la mentalidad de negociante que posee.

Con algunas riñas por parte de Rita, me despido de ella prometiendo que me hará caso. Extrañaré verla a cada rato, igual lo haré en videollamadas.

Destino forzadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora