Capítulo 32

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Meredith

Con los días me hice a la idea de que todo por lo que luché, se destruyó con el incendio que propició alguien al azar. Las investigaciones de la policía no dieron con nada, y me cansé luego de días queriendo saber lo que pasó. No tenía caso, no voy a recuperar nada con saberlo.

Sigo corriendo con la música de Sam Smith en mis oídos cantando a la más grande responsabilidad del ser humano, amar a otro aún con todo lo que pudo haber hecho.

Óscar, el cuidador del parque saluda a lo lejos y correspondo con calidez. Es un gran ejemplo de honestidad ya que  tengo la costumbre de entregar mis cosas para que me las cuide en lo que troto, y no se retira de ellos hasta mi ida.

La música sigue sonando en lo que recuerdo debo ir por Julia a su colegio, no ha querido irse sola o que alguien más la recoja que no sea su familia por lo que me pongo como meta diez minutos más, para estar con el tiempo justo de ir a mi casa por un baño.

La relación con mi padre ha mejorado, no como él quisiera pero sí al ritmo que puedo sentir no es acelerado. No quiero estar en una situación similar a la que pasé con Ryan, buscando afecto a como dé lugar.

Incluso me ofreció su ayuda para poner la floristería de nuevo, acepté pero el sitio ya había sido comprado. Estoy en búsqueda de uno que tenga gran flujo de personas sin dar más que con precios demasiado altos. No puedo permitirmelo aún.

__ Ahora si que se ve con energía. - comenta Óscar cuando voy por mi bicicleta. - Hasta con ánimos de no irse.

__ Entre estar encerrada en mi casa leyendo periódicos y estar trotando, sorprendentemente elijo trotar. - me río de mi misma. Esto es difícil de creer, ahora no lo hago por caber en un vestido de novia que ayer me entregaron y esta mañana lo envié a quien lo pagó. No me interesa conservar algo de esa etapa de mi vida.

Fue quien lo eligió y decidió que llevaría, no es nada similar a lo que podría desear en mi boda. Me quedo con detalles que no muchos están de acuerdo.

__ ¡Que tengas un buen día! - me despido de Óscar subiendo a la bicicleta de regreso a casa. Me relaja estar al aire libre aún cuando mil dilemas rondan mi cabeza.

Al contrario de lo que se pensaría, no me preocupa porque ahora sé que puedo lograr lo que me proponga. Soy fuerte y no un instrumento que pueden usar a su antojo, soy la base de mi deseos. Soñar bajo ahora no quiero, por eso acepté la ayuda de mi padre, por derecho me corresponde, por egoísmo lo quiero.

Me doy un baño mirandome al espejo para reír sin ningún motivo aparente, pero recordar que todas las mañanas veía a Nick en mi reflejo ahora es causa de diversión para los dos. Apenas nos reponemos de tal experiencia, unidos por la fuerza que solo el destino puede crear. Un poco caótico, sin embargo; siento que era verme desde otra perspectiva lo que necesitaba para saber que estaba haciendo lo que juré no hacer.

Mi cabello esta vez lo amarro en una coleta, la chaqueta me cubre los hombros quedando complacida con el resultado.

Tomo mis llaves revisando el móvil para ver el mensaje de Julia avisando que salió pero tiene que comprar algunos materiales en la papelería que queda cerca del colegio. Tecleo la repuesta a tiempo de ser rodeada por los brazos que tiran mi cuerpo en el pecho de alguien.

Su solo perfume me hace reír y mas cuando besa mi cuello causando cosquillas con su respiración.

__ ¡Me asustaste! - acuso guardando el móvil. - Eres un tonto.

__ ¿Sabes cuánto me gusta verte sonreír? - increpa dándome la vuelta. Sonríe, no hay ironía en ese gesto, solo hay una risa sincera llena de un brillo único que me cautiva al ver mi color favorito en esas orbes centelleantes. - No tienes idea.

Destino forzadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora