VII

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Ahora que Marlene tenía de amiga a Lily, llevaba una semana oyendo sus indirectas sobre querer un libro y una flor el veintitrés se Abril. A si que se propuso a cumplir con su labor. Marlene nunca había tenido una amiga mujer, tal vez porque era amiga de Sirius y el solia coquetearle a todas, dejándola a ella en una situación incómoda.

A si que fue a la librería más cercana y con su dinero ahorrado le compró a Liliane Flor Evans “Mujercitas”. La versión de bolsillo, no le alcanzaba para otra. Y no solo eso, se propuso leerlo en menos de una semana solo para hacerle anotaciones, sabía que su amiga amaría eso. Para finalizar le hizo un tulipán de papel.

—¡Mars! —exclamó con alegría la pelirroja mientras abría la puerta de su hogar. —¡Ma, pa, vino Marlene!

Inmediatamente una hermosa señora de cabello castaño rojizo se acercó a la puerta y abrazó a la rubia.

Marlene solo habia visto a los padres de Lily cuando llevaron a la pelirroja y su mejor amigo a la pelea, pero los señores Evans eran personas extremadamente amables y cariñosos.

—¿Te quedas a comer, vida? —preguntó la mujer.

—Eh, no puedo, tengo que entrenar, vine a traerle un regalo a Lils.

Los ojos verdes de Lily se iluminaron al ver cómo su amiga sacaba de la mochila el libro y el origami.

—¡Te amo! —gritó abrazándola. —Dios mío, te amo muchísimo. —Tomó el libro, apreciando el título. —¡Mamá, me compro mujercitas!

La señora Evans sonreía mientras acariciaba el pelo se su hija.

—Es un detalle muy lindo, Mar ¿Segura que no te querés quedar?

—Capaz otro día. —respondió la rubia, sonriendo. —Ahora tengo que entrenar.

Se marchó con una sonrisa adornando su rostro.

Se marchó con una sonrisa adornando su rostro

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(***)

—Dale, otra vez. —dijo Alejandro con las manos levantadas mientras Dorcas rodaba los ojos y golpeaba con fuerza. —Lo estás haciendo mal, move la cadera.

Marlene miraba la escena desde la puerta de entrada.

—Papá tengo que estudiar.

Alejandro suspiró y bajó sus manos. —Dale, andate, pero más te vale practicar.

La morocha se sacó sus guantes y se fue sacando las vendas mientras caminaba a su mochila.

Pasó junto a Marlene, no dijo nada, solo caminó paso rápido.

—¡Rubia! —exclamó el entrenador. —Pensé que hoy no venías.

—Me hice un espacio en la agenda para mí entrenador favorito. —bromeó mientras sacaba la soga y el entrenamiento comenzaba.

Saltó mientras la música se reproducía en la radio y Alejandro le indicaba los patrones que debía seguir. Él siempre había buscado perfección, en especial cuando se trataba de su entrenada favorita.

—Vi como entrenaba Dorcas. —comentó Marlene mientras golpeaba las manos de su entrenador.

—Es un desastre. —dijo con voz cansada. —Pero no te preocupes por ella.

Las palabras que Dorcas le había dicho hacia solo unas semanas volvieron a su mente “Mi papá no me ama” “Me criaron para ser boxeadora”. Fue como destaparse los ojos, la venda de adoración que tenía en su mirada cuando veía a Alejandro cayó de forma violenta.

—Mckinnon, no te desconcentres, dale, uno dos, uno dos.

Marlene estaba haciendo todo en automático, y Alejandro lo notaba, a si que su voz se iba elevando cada vez un poco más hasta que terminó gritándole a la rubia.

—¡Por Dios! ¡Concéntrate!

Dió dos pasos atrás.

—Estoy muy cansada, mejor me voy.

Marlene tomó su bolso y caminó hacia la puerta, era cierto que Alejandro solía sacarse de quicio, pero tal vez darse cuenta que ella lo idealizaba fue... Shockeante.

Marlene M.: Perdón, tenías razón :(

Meadowes: ¿? Sobre qué

Marlene M.: ¿Puedo ir a tu casa?

Meadowes: Ehh ¿Si?

No necesitó más para irse en dirección a la bonita casa de la bonita morocha.

Y en dicha casa, estaba dicha morocha entrando en pánico porque estaba en pijama y con los ojos rojos. Pero el timbre sonó y a penas pudo chequear sus trenzas que estaban despeinadas.

—Hola. —dijo entrando a toda velocidad.

—Hola.

Marlene vió a la chica frente a ella de pies a cabeza y de cabeza a pies, vio el buzo verde oscuro y la calza hasta la rodilla mal cortada.

—¿Marlene? —Los ojos azules volvieron con velocidad a los oscuros. —¿Por qué querías venir?

—Ahora que lo pienso, era una boludez y mejor me voy.

Era una idea lógica, pero había un problema: Dorcas no quería que Marlene se vaya.

—No, no, quédate. Te puedo hacer café.

—Te gusta mucho hacer café ¿No?

Dorcas sonrió mientras Marlene se sentaba en el viejo sofá y miraba todos los libros que habían regados por todos lados.

—Tambien parece que te gusta leer.

—Me encanta leer. —confirmó desde la cocina la dueña de la casa.

—Mucha lectura de medicina por acá.

—La lectura entretenida está en mí pieza. —Entregó una taza, la misma de las últimas dos veces.

Se miraron unos segundos de manera extraña antes de que Marlene decidiera hablar.

—Perdoname por envidiarte.

—Perdón solo a Dios. —exclamó la atea.

Marlene soltó una risita, seguramente podrían ser buenas amigas.

Dorcas sonrió también, seguramente podría conquistarla, o tal vez no.

N/A:

HOLA! FELIZ DIA DEL LIBRO!

¿Que les pareció el capítulo? Es un poco corto pero esperaría que les guste<3

Feliz día del libro 📖🤍

Saludos desde mis libros. XOXO.

—JB

RING (Dorlene)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora