XVII

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Sirius se levantó con la mente ya fría, dándose cuenta de lo mierda que había sido con su mejor amiga, aquella chica que siempre había estado para él y, a la primera que ella intentaba ser la adolescente rebelde que debería ser, le daba la espalda.

Caminó al comedor, esperando verla tomando café, pero no estaba. La buscó en la habitación, nada. El baño, vacío.

Comenzó a respirar con velocidad y sentía sus latidos en la garganta cuando encontró aquella carta.

No no no no no NO.

Comenzó a llamar a Marlene, no contestaba, llamó a James, tampoco contestaba. Respiró profundo y llamó a Dorcas.

—¿Hola?

—Meadows, soy Sirius, hola

Black, si ¿Que necesitas?

—¿Está Marlene con vos?

Ehh, no, ayer vino a mi casa y discutimos ¿no fue con vos?

Si pero se volvió a ir ¿Podrías avisarme si va al gimnasio o a tu casa?

Dorcas respondió con una afirmación antes de colgar.

La preocupación no la dejaba concentrarse en lo que estaba intentando estudiar. Tuvo que respirar profundo varias veces antes de tomar sus llaves e ir directo al gimnasio.

Allí estaba la rubia, ayudando a algunos niños a convertirse en boxeadores tan maravillosos como ella.

—Bien, entonces... Eros, vení. —Un niño moreno pasó al frente. —Golpea. —Elevó su mano y el pequeño lanzó un recto que se vio débil, pero Marlene fingió que la mandaba para atrás. —Woa, cuánta fuerza.

Siguió dándoles la consigna antes de sentarse a beber agua. Cualquiera que la vea no podría notar que la noche anterior había estado ebria, pero si que había dormido poco.

—Mckinnon. —dijo acercándose a ella.

Marlene tenía la mirada en un punto fijo mientras dejaba la botella a un lado de sus piernas.

—Te envío Sirius ¿No es así?

—¿Cómo...?

—Me dejó mil mensajes, ya le respondí, le dije que estoy viva. —Se levantó y caminó hacia sus alumnos, pero Dorcas la siguió. —Bien, Pri, pero intentá mover las piernas, no estés estática. —La chica de tal vez diez años asintió mientras Marlene le sonreía.

—Mar, lo que Sirius quiere es que vuelvas a tu hogar...

Pero no sentía que tuviera un hogar, nunca lo había sentido. Tal vez, los primeros meses viviendo con Sirius, pero luego el estrés la seguía hasta debajo de sus sábanas y nunca estaba en un lugar seguro.

—No sabes por qué me fui, no te pongas de su lado. —murmuró, dolida. —Y te agradecería que no hables de estas cosas en mi lugar de trabajo, menos frente a los niños.

Dorcas tuvo que dar un pasó atrás cuando oyó la dura y sería voz de Marlene. Sintió que había vuelto el tiempo atrás a cuando la rubia proclamaba detestarla.

—Bien, pero te voy a esperar, sé que después trabajas en la cafetería de los Potter.

Marlene rodó los ojos e hizo un gesto con la mano zanjando el tema.

—¡Bien, jovencitos, tiempo!

(***)

Una hora después, Mckinnon se encontró cara a cara con Dorcas, quien la esperaba en la puerta.

—Te vas a subir a mi auto y yo te voy a llevar a trabajar. —sentenció.

Marlene se subió sin decir ni una palabra, se puso el cinturón de seguridad y se dejó llevar.

—Perdón por gritarte ayer, estuve mal. —murmuró Dorcas. —Debería haber abarcado de otra forma la situación y...

—No voy a volver a fumar tranquila.

La morocha asintió y luego respiró profundo.

—No me odies, por favor, me gustas demasiado Marlene, llevo años tolerando que me demuestres de todo menos cariño... —Hizo una pausa apreciando los orbes azules. —Ahora que me diste una probada no quiero dejarlo ir.

Cualquiera se lanzaría sobre los labios de quien le diga esas cosas, pero Marlene pareció entrar en shock.

—¿Qué? —susurró. —¿Te gusto?

Dorcas soltó una risa.

—No, te beso porque me aburro. —dijo con el sarcasmo adornando cada palabra.

Y allí Marlene reaccionó, besando con desesperación los labios de la chica frente a ella.

(***)

Al entrar a la cafetería tenía los labios hinchados y una sonrisita en su cara.

Dorcas gusta de ella.

Dios, se sentía tan patética, tan adolescente. Jamás se había comportado así por nadie.

—¡Marlene! —La voz de James la sacó de sus pensamientos.

—¿Prongs?

Los cálidos brazos de su amigo rodearon su cuerpo.

—¿Que parte de que nos preocupaste a todos no entendés? Te amamos demasiado, corazón, no queremos que desaparezcas.

La sonrisa se borró..

—Error, soy una carga y me tienen pena, no pienso seguir siendo una carga para nadie. Tengo que trabajar James, permiso.

Caminó al baño donde mojó su cara y se puso su delantal, forzó una sonrisa. Necesitaba el dinero.

Y como si su día no hubiera sido ya suficientemente complejo, su hermano entró caminando a la cafetería con una tranquilidad que ella odiaba.

Odiaba estar siempre preocupada por la existencia de su hermano y que el pareciera no importarle ni la más mínima cosa de su entorno.

Pero aquella tranquilidad cambio al cruzarse con los azules ojos de su hermana.

—Marlene...

—Buen día, ¿Que va a querer? —recitó cuál robot. Su cabeza iba a estallar.

—Hablar con vos, eso quiero ¿Se puede saber dónde chotas estás viviendo?

Con un suspiro intentó relajarse.

—Le voy a pedir que si no tiene nada para ordenar, se mueva de la fila.

Resignado, se pidió un café frío con crema, rápidamente fue preparado.

—Que tenga buen día. —entregó el café como si se lo sirviera a un completo desconocido y no como a quien la vio crecer.

Se preguntaba en qué momento había dejado ir tanto a la mierda la relación que tenía con su hermano, aquel que era el primero en alentarla, su ejemplo a seguir... Y luego recordó todas esas veces que ella lloraba por el odio de sus padres y el no se ponía de su lado, ni la abrazaba.

Dan no merecía su tiempo, había cosas más importantes.

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Bueno... Jeje Tenía esto guardado xq me olvidé de publicarlo

RING (Dorlene)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora