Capítulo 8: Tú recuerdo sigue vivo

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• SAMANTHE •

— Ry, Ryan, escúchame.

— Lo siento, no estoy pensando bien las cosas en este momento, perdóname amor, prefiero dejar el tema para otra ocasión, hablémoslo luego, ¿sí?—

Mi novio seguía caminando a pasos largos, recibiendo y respondiendo llamadas en su teléfono que duraban segundos, soltando sólo palabras de confirmación o negación, y dando indicaciones a empleados sólo con señales de sus dedos en silencio.
Me molestaba mucho cada vez que hacía eso, parecía estar ignorando totalmente mi presencia. Estaba cansada de eso también.

— No. Dame un maldito segundo de tu tiempo y detente a hablar con tu novia.— dije, logrando que se detuviera aún con el teléfono pegado al oído.

Hasta entonces dejó de hablar, cortó la llamada y me miró después de un suspiro que pareció fastidio.

— De acuerdo, a ver— soltó con un tono de voz desesperado, parecía más que enojado. — Vas a salir con tu jefe, que por cierto te pretende mucho ¿qué quieres que hablemos? no hay nada qué decir, está bien si no quieres venir conmigo ese día, estás en tu derecho, eres libre de tomar las decisiones que quieras, adelante—

Respiré hondo intentando controlar mis emociones negativas que me estaban haciendo molestarme por su actitud.

— No voy a salir con mi jefe, Ryan, te estaba comentando que me invitó a un evento, un evento en el que, por si no me escuchaste, te dije que me gustaría que me acompañaras...

— Sí Samy, sé que me la paso haciendo chistes sobre el tema repetitivamente, pero ya no es gracioso cuando tengo que verlo y soportarlo frente a mis ojos. No voy a ir a ver cómo Marcus Philips intenta ligarte toda la noche, y si tú quieres hacerlo, pues ve con él— habló tan serio que sus palabras se me quedaron grabadas.

Mi cabeza estaba confundida.
Eran muchas mis ganas e interés de presentarme en ese evento, conocer a más personas con los mismos intereses que los míos en la misma carrera, pero me aterraba la idea de ir a solas en un auto conducido por mi jefe, y aunque decidiera llegar por mi cuenta, no quería ir acompañada sólo de él.

Necesitaba a mi novio conmigo.

— Ryan te lo estoy pidiendo...— pedí nuevamente, cansada de toda la discusión. Él detuvo sus pasos, y tuve la mínima esperanza de que esta pelea terminara.

Ingenuamente creí que me daría una respuesta a mí.

— ¿Sí?— respondió una llamada en su teléfono después de soltar un suspiro cansado, aún con sus ojos clavados en mí, pero al instante dejó de verme, y continuó su conversación tras la línea, dejándome de lado, haciéndome sentir invisible frente a él. — NO. Te dije NEÓN, NEÓN, nada pastel, ¿me oíste?—

Mis ojos intensificaron su ardor en el instante en el que noté cómo desvió su atención de mí por aquella simple llamada, y cuando sentí la humedad en ellos y el cómo mi vista se nublaba de a poco, tuve que tragar saliva y dar media vuelta para marcharme.

Los últimos meses estaba sucediendo lo mismo, y eso realmente me asusta.
Aquel día que Ryan me pidió por primera vez que me mudara junto a él, tuve que explicarle todo mi sentir, el miedo enorme que tenía (y tengo) a formalizarnos aún más, por temor a que las cosas no funcionen.
Y duele porque tuve que omitir la parte en la que tenía que explicarle que cada vez que hace algo mal y me lastima, yo tengo que obligarme a cerrar los ojos para no ver el error, y seguir fingiendo que todo está en orden, que seguimos siendo la relación perfecta.

Tus Ojos En Mis RecuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora