Capítulo 9: El dolor suele cambiar a las personas

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• POV: MATTHEW •

El frío de mis manos estaba expandiéndose a casi todo mi cuerpo. Era extraño, mi piel podía sentirse dolorosa de lo helada que estaba, pero internamente se sentía hirviendo.

"Eres peor que eso"

Las palabras de Julieta sonaban una y otra vez dentro de mi cabeza aún después de haber creído que estaba tranquilo.

¿Esto era por mí? ¿esto era por ella?

Sólo era cuestión de levantar la mirada y toparme con aquellos ojos verdes avellana expresivos y llenos de brillo, pertenecientes a la chica a la que solía pertenercele mi corazón hace bastantes años.
Todo para repetirme aquella frase de aquella otra chica, a la que ahora estaba atada mi vida.

Aquella frase que dolía tanto pero era realista.

No debía dar un paso más cerca de Samanthe. O podía ser peor que eso.

Para mí era un reencuentro emotivo, quizá podría llegar un momento en que pudiéramos hablar más de media hora sobre lo que son nuestras vidas después de tantos años, o quizá sobre otros temas, quizá escuchar que me puede perdonar...

Pero para ella no era tan sencillo. Si tan sólo con verme, le provocaba malestares e incluso el vómito.

Alguna vez había escuchado lo fuertes y negativas que tenían que ser las emociones como para provocarte náuseas y vómito.
¿Acaso era todo aquello lo que sentía Samanthe al verme otra vez?

No era mi intención. Yo no tenía planeado venir hoy aquí. Nisiquiera tenía idea de que estaría ella, no era mi culpa.

No era mi culpa.
¿O sí?

— No va a pasarle nada malo, Matt— oí a Adam a mi lado, casi como un susurro.
Reaccioné mirándolo, y en automático también dejé de mover mi pierna que se mantenía en un constante ritmo de arriba a abajo.

Tampoco había notado el celular en mis manos, con la pantalla encendida y dentro del chat de Julieta. Quizá esperando alguna llamada o al menos algún mensaje que me pudiera indicar que todo estaba bien.
Y si no era eso... por otro lado, debía esperar la llamada de su nana pidiéndome ayuda, porque otra vez se habrá puesto mal.

Pero no llegaba ni una ni otra.
Y eso me estaba consumiendo los nervios.

Apagué mi pantalla dejando el móvil sobre la mesa, dedicándole mi atención a mi mejor amigo.

— ¿Y si sí? sabes que nunca deja de enviarme mensajes, y si lo hace, sólo es una pésima señal— respondí en un tono bajo, que sólo él me escuchara.

— Es señal de que quizá ya se dió cuenta del daño que se hacen estando juntos. Veámoslo positivo, tampoco te ha llamado su nana.

— Será mejor que vaya a revisar que todo esté en orden— enuncié en un intento de levantarme de la silla.

— No lo harás. Estás en algo importante que organizó tu jefe. No vas a detener tu vida por ella, Matthew, basta.— dijo entre dientes, sonando casi como un regaño.

Eso tenía algo de sentido.

— ¿Por lo menos puedo tomar aire fresco? la puta formalidad de Marcus Philips me está asfixiando— mencioné en un intento de sonar más relajado, y hasta entonces, aún mirándome algo dudoso, Adam retiró su mano de mi pierna, dejándome ir.

Tus Ojos En Mis RecuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora