Capítulo 16: Ese simple profesor

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• POV: SAMANTHE •

La pesadez en mis ojos era exactamente igual que la que sentía en mi estómago y pecho. La comida no me pasaba, por más que quisiera.

De alguna forma el apetito se me ha disminuido hasta casi desaparecer, y mientras me duchaba por la mañana, he notado la caída de mi cabello de una manera que tenía mucho tiempo sin ver.

Mis manos se mantenían heladas, y el nudo en mi garganta obstruía todo a su paso, ni el agua me pasaba, ni la voz me salía.

Mis ojeras empezaban a notarse de un color rojizo que desagrada tanto a la vista de los demás, y esa sensación de náuseas tampoco desaparecía.

El teléfono sobre mi mesa volvió a sonar por doceava vez, pero ya no me molesté ni en mirar a la pantalla, pues sé que sería el mismo hombre igual que las once veces anteriores.
No se cansaba de llamar y escribir, pero yo ya estaba muy cansada como para responder.

— Samy, linda...— escuché la voz de mi mejor amigo sacarme de mi cabeza, y su tacto en mi hombro fue cálido. Yo solo le miré girando mi cuello, y él estaba ahí de pie detrás de mi sofá. — ¿Estás segura que no quieres ir con nosotros? te aseguro que puedes distraerte un rato—

Negué con mi cabeza e intenté sonreírle aunque fuera un poco. Me duele no estar motivada como para disfrutar el tiempo con ellos, que han venido desde lejos para verme.

— Diviértanse— les motivé.

Byron me observaba aún desconfiado de irse de paseo con mi hermano, sé que no quiere dejarme sola ni un minuto.

Al momento ví cómo empezó a quitarse el abrigo de encima, dejándolo sobre otro de los sofás. Entonces le miré confundida.

¿Por qué se estaba desvistiendo si ya estaban a punto de irse?

— Froy, ¿puedes ir con Erick?— le dijo a mi hermano, mientras tomaba asiento a mi lado pero sin invadir mi espacio.

Yo no dije nada. No porque quisiera que se quedara, sino porque quizá y sí necesito estar acompañada.

— Traeremos la comida, ¿sí?— anunció Froy, dejando un beso sobre mi frente antes de irse junto a Erick, que también se despidió revolviendo mi cabello con su mano.

Y cuando By y yo estuvimos solos, me sentí como aquella chica en la preparatoria, que se desahogaba diario con su mejor amigo.

— El encargado del edificio ha corrido a Ryan dos veces de la entrada— me informó revisando su teléfono. No tengo idea de cómo o por qué lo sabe, pero lo sabe.

— Le agradezco mucho.

— No quiero presionarte preciosa, pero tal vez sería mejor que hablaran de una vez y le digas todo lo que estás pensando.

— No quiero verlo— negué. — ¿Sabes qué sentí ayer de repente?—

Abracé mis rodillas sentada sobre el sofá, mirando de frente a mi amigo, pero con mi mejilla recargada. Me sentía exhausta.
Byron me miró esperando a que se lo dijera.

— Nada— solté. — No sentí ese amor por él. No sentí nada más que indiferencia. Y es exactamente lo mismo que estoy sintiendo ahora.—

Tus Ojos En Mis RecuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora