Capítulo 11: ¿Delitos?

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• MATTHEW •

— Su hermano empezó a seguirme en instagram, eso no es una coincidencia, ¿o sí?— fruncí mi ceño dudando de eso, al mismo tiempo que comía de mi baguette.

— Definitivamente no. Oiga, ¿y qué pasa con su novia?— me preguntó Samara antes de quitarme la comida de mis manos para dar un mordisco ella. — La pelirroja—

— No hemos hablado. Me terminó y ahora sólo estoy en contacto con su nana para asegurarme de que está bien.

— Hmm... ¿y cómo se siente?.

— ¿Julieta?

— ¡No!, usted.

— Samara por favor deja de hablarme de usted, es raro, es como si mi hermano o mi sobrina me hablaran así también— hice gesto de desagrado instintivamente.

Es que de verdad suena demasiado extraño, y de vez en cuando, como en esta ocasión, se me complica entender del todo a quién nos referimos cuando ella habla.

Samara se rió. — Empezaré a tutearlo cuando acepte llamarme por mi diminutivo; Samy—

Rápido negué con mi cabeza, aceptando el último trozo de baguette que me ofrecía, al mismo tiempo que nos deteníamos fuera de la cafetería.

— No puedo llamarte así, discúlpame.

— Nunca he sabido el motivo— me miró interrogativa y curiosa, haciéndome casi un puchero para que aceptara contarle.

Entonces suspiré. — La mujer que te cuento... mi ex. Su nombre es Samanthe. Todo el mundo la llamaba Samy. No volví a pronunciar su apodo desde entonces, era como...— ladeé mi cabeza de lado a lado intentando explicárselo sin sonar absurdo. — Tú me entiendes, ¿no?—

— ¡Ooohhh! ya veo...— se expresó comprendiendo. — Traumas entonces—

La miré con desaprobación provocando su risa. En nuestras pláticas nunca falta el momento en el que me psicoanaliza.

— Entonces... ¿qué tal "Sam"?— preguntó dudosa.

Volví a negarme. — Era el nombre de su tío—

Samara se quejó tallando sus mejillas con sus manos, poniendo sus ojos en blanco con fastidio. — Ahora entiendo la molestia de Julieta eh, si todo se trata de Samanthe—

Yo me reí, aunque al segundo reflexioné que no debía causarme gracia alguna y ya no lo hice más.

— Si no puedo llamarme tampoco como el tío, entonces supongo que no me quedan más apodos.

— Qué tal... Sam... M... ¿mara?— dije.

— Suena a que soy una señora— negó disgustada sentándose en la banqueta, acariciando el gran pelaje de Thor.

— ¿Mar? ¿Ara?— seguí generando ideas.

— Mar...— repitió pensativa. — ¡Mar!, Mar está bien creo—

— Excelente. Entonces ahora yo te llamaré Mar, y tú dejarás de tratarme como un anciano, ¿estamos?.

— Tu padre sigue creyendo que es joven— le murmuró a mi perro, provocando que yo le diera un leve empujoncito sentándome a su lado mientras ella se reía.

Tus Ojos En Mis RecuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora