Capítulo 2: Chernóbil se quedaba corto

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• POV: MATTHEW •

— Eres un imbécil, Matthew. Un imbécil egoísta.

— Por favor baja la voz, Julieta, Emily está escuchando— pedí siguiendo sus pasos largos, detrás de ella como siempre.

— A mí me importa una mierda lo que la niña escuche. Al menos que se dé cuenta de lo idiota que eres, que no eres nada perfecto.

— Es una... maldita cena, Juli, ni siquiera...

— Siempre tus putas excusas. No me interesan, ¿de acuerdo?.— respondió girándose a mí, viéndome a la cara. Sin dolor, sin amor, sólo coraje. Con una simple mirada de sus ojos parecía odiarme. — Sólo que te quede claro, si vas, a mí no me vuelves a ver.—

— Pues sería un alivio, ¿sabes?— solté impotente, sin pensar mucho en mis palabras.

Lo entiendo. No medí lo que dije, sólo lo solté, no pensé lo que saldría de mi boca, ni cómo podría hacerla sentir.
Desgraciadamente, lo noté hasta que sus ojos se cristalizaron y me miró con más odio aún, arrugando su nariz y tensando su mandíbula. Esta vez ya había dolor.

— Ni se te ocurra aparecerte en mi apartamento, Charles— amenazó señalándome con su dedo y aquella uña puntiaguda. — Ni se te ocurra— repitió una vez más, marchándose.

Tomé un respiro hondo.
Mi pecho estaba tan lleno de... no lo sé, ¿impotencia? ¿frustración? al igual que mi cabeza, me sentía tan mareado y cansado.

— No... amor, no quise decir...—

Ni siquiera alcancé a pedir disculpas, pues ella ya estaba lejos de mi alcance. Podría ir tras ella, sí, pero esta es nuestra rutina de siempre, y cada vez me estoy cansando más.

Tan harto.

Suspiré dejando escapar todo el aire de mis pulmones, y simplemente me tomé un segundo para apretar el puente de mi nariz con dos dedos, volviendo a respirar.

Uno,
dos,
uno,
dos.

Todo está bien.

Cerré la puerta de mi departamento girándome en mi sitio, volviendo a la sala, en donde aquellos ojitos azules ya me estaban mirando. Asustada, confundida. No lo sé. Sólo sé que cada vez que me mira en estas situaciones, me siento la peor mierda del universo.

Me acerqué a ella, intentando regularizar los latidos fuertes y rápidos de mi corazón que me lastimaban. Emily no merece seguir viviendo bajo los mismos gritos y peleas de las que se supone la estoy salvando.

— No me gusta que tu novia te hable así— murmuró jugueteando con sus manos, pero con sus ojos clavados en los míos. Yo me puse en cuclillas para estar a su altura.

— No pasa nada princesa, sólo se molestó un poquito porque no podré estar con ella una noche.

— Pero ayer...

— Lo que pasó ayer no importa cariño, sólo estábamos jugando— entonces tuve que dibujarle una sonrisa para que se sintiera menos preocupada por mí.

Ella estiró su manita, tocando mi mejilla con delicadeza, observándome a detalle.

— No pasó nada, ¿está bien?. Ya casi es hora, ve a ponerte la pijama y en un rato más cenaremos, ¿de acuerdo?.— la animé a ponerse de pie.

Tus Ojos En Mis RecuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora