"Were is the Beauty in the Bestiality?"
Aemond Targaryen sabía que había cometido un error, pero ya no podía retroceder en el tiempo para cambiarlo.
Ahora debía vivir con esa maldición de por vida.
¿O tal vez no?
House of the Dragon AU Fanfic
Aemond...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
⭑･ﾟﾟ･*:༅｡.｡༅:*:✼✿
Written by Monse Targaryen
✿✼:*:༅｡.｡༅:*･ﾟﾟ･⭑
Advertencia: Misoginia.
"Luego de aquel baile, los pies de la joven Lady estaban doloridos de tanto saltar y girar. Se despidió de los invitados agradeciendo su presencia, marchándose a descansar.
Sayida se durmió apenas su cabeza se posó en las cómodas almohadas. Estaba cansada, su cuerpo pedía descanso por el agotador día que había tenido. Sus hombros y espalda estaban tensos, al tener puesto el corsé para estilizar su figura. Como odiaba llevarlo puesto durante el día, la sofocaba y le costaba respirar.
Sus sueños se vieron invadidos por sus hermanos mayores y primo, quienes la llamaban entre señas a entrar en un inmenso castillo rojo, de altas columnas y grandes salones. Su inmensidad la intimidaba, ¿Qué encontraría dentro? ¿Qué maravillas escondería del ojo de la plebe? Podía sentir la magia desbordándose por cada esquina, que la llamaba a ingresar por aquellos pasillos desconocidos. Unas flores azules captaron su atención, queriendo observarlas más de cerca...
Se despertó al sentir que algo se subía a su cama. Su corazón latía desesperado, casi con el miedo de algún invasor. Pero solo fue un gato, más bien el gato de su tía que le gustaba acomodarse en sus mantas cerca del calor de su cuerpo. Sonrió entre resoplidos aliviados. Observo por la ventana, descubriendo que el sol aun no salía, pero ligeros rayos se asomaban por las montañas. Se volteó a esa dirección, para admirar desde su cama el amanecer.
El recuerdo del rostro de sus hermanos mayores y primo azotaron su mente. Los recuerdos danzaban en ella, en ambientes cálidos y familiares, que apenas recordaba ante la falta de ellos tres. Había olvidado el calor de sus abrazos, sus risas, sus consejos ¿Qué fue lo que los atrapo? ¿Estarían juntos aun? La angustia en saber si aún estaban con vida golpeaba su corazón como los rayos que comenzaban a inundar los verdes campos del Valle.
– Mi Lady, ¿Se encuentra despierta? –suaves golpes en la puerta la hicieron voltear.
Se levantó de su cama, colocando sus pantuflas para caminar a buscar su bata. Al colocársela, acomodo su desordenado cabello que ya parecía un nido de pajarillos.
