Capítulo 11

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El dolor de abdomen era tan agudo que incluso padecía de éste en sus horribles pesadillas. La joven sicario, Seishirou Tsugumi, se sujetaba con fuerza el abdomen y emitía fuertes quejidos, revolcándose como un gusano en el colchón; hasta que al fin tomó la suficiente consciencia de sí misma y abrió los ojos.

—¿Qué... pasó...?

Miró detenidamente a su alrededor. Ahora mismo se encontraba en la cama de su alcoba, en su propio departamento, completamente envuelta por el edredón. Lo hizo a un lado y notó que no llevaba nada puesto de la cintura hacia arriba a excepción de un sujetador y un vendaje que le hacía presión en toda la parte inferior del tronco; mismo que le punzaba muchísimo al más leve movimiento que hacía. Intentó incorporarse pero el dolor fue tan excesivo que no tuvo otro remedio que rendirse y permanecer recostada unos instantes más.

¿Quién me trajo hasta aquí? Lo último que recuerdo es a esa mujer de traje negro, la protectora del nieto del Don de la familia Benedetti, frente a mí, a punto de atacarme. ¿Qué pasó después? ¿Me dejó fuera de combate? Esta herida, seguramente fue ella quien me la hizo. Pero entonces, ¿quién me trajo hasta aquí? ¿Qué pasó con la señorita y con Raku Ichijou?

Pasados unos minutos intentó de nuevo ponerse en pie. Lo logró, pero muy a duras penas. Se acercó lentamente, caminando con dificultad, al armario de la habitación. Lo abrió y se encontró con las prendas que había llevado puestas durante aquella fatídica tarde en las afueras de la mansión de los Kirisaki. Estaban debidamente dobladas y colgadas; de seguro la o las personas quienes se habían tomado la molestia de cuidar de ella, las habían guardado ahí. Buscó en su chaleco su teléfono celular para consultar la hora. ¡Pasaban de las doce del mediodía! Desesperada, se vistió como pudo y se apresuró a salir.

Señorita. ¿Usted en verdad va a marcharse? ¿Va a abandonarnos? Esto no puede estar sucediendo. ¿Que la señorita va a casarse con ese sujeto? ¿Que va a dejar la escuela? ¿Que va a irse a vivir a Italia? ¿Y su padre está consintiendo esto?

Tsugumi necesitaba respuestas cuanto antes.

Le costaba mucho mantenerse en pie. El malestar era tal que incluso el caminar le resultaba en extremo difícil, al grado de tener que sujetarse de los muebles o de las paredes para no perder el equilibrio. Intentó llegar por si sola hasta la salida pero se desplomó antes de siquiera dar más de cinco de pasos. El dolor de abdomen era demasiado para ella; ya no se pudo volver a incorporar por más que lo intentó. Permaneció en el suelo durante un buen lapso de tiempo, que a ella le pareció una eternidad, hasta que por fin Paula abrió la puerta del departamento y la encontró en tan terrible escena.

—¡Black Tiger! —Tiró de la impresión el par de bolsas que llevaba en brazos y un montón de latas, frutas y demás víveres rodaron por el piso.

La albina llevó a su convaleciente colega de vuelta a la cama.

—No estás bien —le regañó—, necesitas guardar más reposo. Estuviste a una nada de que te reventaran los órganos. Pero afortunadamente sólo es una contusión en tus músculos abdominales. Aún así tienes que guardar reposo por más tiempo.

—Esa mujer, Paula —musitó Tsugumi con el timbre de voz propio de un convaleciente—, tú también te debiste dar cuenta de quién es...

—Sí. Lo comencé a sospechar desde la primera vez que la vimos en la escuela. Pero ahora ya no me queda la menor duda de que se trata de ella. La soldato más temida de la familia Benedetti, no, de todo el Cosa Nostra. Se dice que muy pocas veces se la ha visto en acción, pero desde aquel horrible incidente en el restaurante Baccinetti, se ganó una reputación incuestionable. En el bajo mundo se le conoce como Sanguigna, la asesina que se enfrentó y mató por si sola a un regime entero, atacándolos de frente. Veo que los rumores no estaban exagerando: su velocidad, su puntería con las armas de fuego, la facilidad con la que te dejó sin reacción... Pero no me explico que hace alguien tan fuerte como ella siendo la miserable perra faldera de ese hombre. Ahora entiendo por qué estaba tan confiado pese a haber venido solo, a excepción de con esa mujer.

En mi mundo. (Un fic de Nisekoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora