Capítulo 8

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"Entonces, ¿se terminó?"

Yacía Raku Ichijou, recostado en su futon, mirando hacia el techo. Mañana iba a ser día de escuela por lo que debería aprovechar las pocas horas de sueño que le quedaban. Pero todos sus esfuerzos por conciliar el sueño fueron en vano. Lo único que pudo hacer durante el resto de la madrugada, fue pensar, pensar y seguir pensando.

"Se suponía que este era el día por el que tanto esperé todo este tiempo. El día en que por fin me libraría de todos los problemas y preocupaciones, el día en que mi vida volvería a la normalidad —si es que se le puede llamar así—. Pero todo pasó tan de repente, todo fue tan distinto a cómo imaginé que sería..., y se siente tan diferente también. La manera y las razones por las que Chitoge se marchó, aún no puedo entenderlas del todo. Pero..."

Alzó su mano, como si tratase de llegar al oscuro vacío que se cernía frente a sus ojos.

"Si esto es lo que ella quiere, supongo que entonces está bien."

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—¡Hey, idiotas, el desayuno está servido!

Todos y cada uno de los presentes, quienes esperaban ansiosos en el comedor por el aviso de su joven maestro, se voltearon emocionados hacia la cocina al reconocer su voz. Raku Ichijou se asomó con el alimento en mano. A ellos sólo les bastó con oler tales delicias para que se les hiciera agua la boca. Los hambrientos Yakuza no se hicieron esperar y se arremolinaron de uno en uno por su ración.

—¡Muchas gracias, Bocchan! ¡Como siempre, le quedó exquisito!—Exclamó un satisfecho Ryuu, con un par de ridículas lagrimitas de alegría chorreándole de los ojos. El resto de Yakuzas, igual de entusiasmados, le secundaron—. Por cierto, hoy por fin es la ceremonia de fin de cursos, ¿no es así, Bocchan? ¡Es increíble cómo pasa tan rápido el tiempo! Debería apurarse si no quiere llegar tarde. ¿Quiere que le preparemos una limusina en este mismo instante, Bocchan?

—No, no te preocupes, puedo llegar a pie —contestó su señorito sin desatender el plato. Su manera de comer era algo lenta y pausada; desganada. Su mirada se veía un tanto extraviada, como si sus pensamientos no se hallasen en la misma dimensión que su cuerpo.

Ryuu y los demás constataron, con el corazón hecho pedazos que, pese a todos sus esfuerzos, su joven maestro todavía no presentaba alguna mejoría en su estado de ánimo. Deseaban con fervor el hallar las palabras exactas, algún detalle o lo que quiera que fuese capaz de alegrar a su joven maestro al menos un poco. Pero las malas experiencias y múltiples fracasos de días pasados les habían enseñado que casos tan especiales como el suyo no eran tan fáciles de remediar; no si tu único recurso a la mano son tus buenas intenciones y nada más que eso.

—¡Vamos, Bocchan, arriba esos ánimos! Ya deje de pensar en esa... —intentó decirle uno de ellos, pero Ryuu de inmediato lo silenció con un nada discreto codazo en la boca del estómago, que lo dejó sin aliento. "Ten más tacto, imbécil" prácticamente le dijo con los ojos. El otro Yakuza sólo atinó a sobarse el abdomen.

Raku pudo haber notado, o quizás no, aquel palurdo intento de disimulo —aunque era más que seguro que sí lo hizo—, pero no pareció haberle importado. El Yakuza pidió disculpas a Ryuu por lo bajo. Raku dejó a medio comer su desayuno y se levantó de la mesa.

—Bien, es hora de irse —dijo con taciturnidad. Tomó su mochila y, sin prisa, salió a paso lánguido de la mansión. Sus muchachos lo miraron retirarse entre despedidas, frases de aliento y porras.

—Pobre bocchan —dijo uno de ellos, a punto de romper en llanto.

—Hay que darle más tiempo al tiempo —lo consoló Ryuu con una palmada en la espalda, quien a pesar de sus palabras tampoco se le veía del todo convencido.

En mi mundo. (Un fic de Nisekoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora