Capítulo 22

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—Chitoge... Chitoge —balbucía en medio de agitados jadeos, con el poco aliento que le quedaba, al compás de sus atronadores pasos que iban rompiendo el silencio de la noche.

Llevaba ya bastantes cuadras recorridas pero no disminuía su paso; el joven se mantuvo corriendo tan rápido como su cuerpo al límite le permitió. La voluntad y la esperanza le dieron toda la fuerza que requería para no desfallecer. No hubo cupo en su mente para el agotamiento físico, la adrenalina de ello se hizo cargo. El dolor de sus músculos no significaba absolutamente nada. Estaba tan decidido que ni siquiera reparó en todo lo que tuvo que rodear para llegar a donde Chitoge 'por el lado oeste': las manzanas enteras a las cuales les dio casi una vuelta completa, las bardas que brincó con el peligro y pena de ser detenido por allanar lo que parecía ser el patio de un edificio histórico. "Ya falta poco... sólo un poco más" se daba aliento a sí mismo con estas palabras.

Todas las adversidades, todos los suplicios, todos los obstáculos, todo por lo que tuvo que sufrir, todos los peligros sorteados, todos los favores recibidos de sus amigos... todo lo que se necesitó para poder reencontrarse con ella, se resumía en estos momentos a unos pocos metros más de distancia.

Y en eso, su celular vibró.

"¡Raku Ichijou, ten mucho cuidado! No te acerques a la señorita hasta estar seguro que nadie peligroso se encuentre cerca de ella. Espera a mi señal" fueron las instrucciones que recibió de Tsugumi, o eso entendió. Raku, en realidad, ni le había prestado la atención debida a esa última llamada. Estaba casi cien por ciento poseído por las ansias de ver a Chitoge de nuevo. Tanto así que de seguro terminaría cometiendo alguna insensatez que lo obligaría a escapar a toda velocidad con ella mientras Tsugumi se veía obligada a intervenir. ¿Pero qué importa? En cuanto pudiera llevarse a Chitoge con él, todo lo demás iba estar bien. Aquí y ahora, el fin sí justificaba los medios.

Brincó un último obstáculo: aquel enorme muro que dividía el castillo de Zisa y sus alrededores con el vasto jardín de enfrente, el cual fungía como parque público y acceso a la entrada del palacio. Oyó unos fuertes gritos. "¡Es la voz de Chitoge!" Su corazón retumbó contra su pecho, y fue quizá gracias a esto que el juicio y sensatez volvieron a él, lo suficiente como para que calmase su escandaloso trote. Pegó su espalda al muro y se acercó de puntillas, despacio y con sigilo, al lugar dónde provenía el quilombo.

"Quizás debería llamar primero a Tsugumi." Tomó su celular y tocó la pantalla, pero los gritos, cada vez más agudos y agresivos reclamaron su atención. Se ocultó en uno de los muchos accesos que había a lo largo del mural, diseñados como una especie de túneles que daban paso a los turistas al museo, y, despacio, asomó el rostro en dirección al frente del pórtico, justo arriba de donde yacía el estanque central del jardín.

Sus pupilas se dilataron al reconocer a esos tres personajes.

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—Chitoge, ya fue suficiente. Nos vamos de aquí ahora mismo.

Tiró de su hija con mano firme. Chitoge boqueó. Fue arrastrada unos cuantos pasos, pero una vez que la conmoción se le pasó, la joven puso resistencia.

—¡No, mamá! —forcejeó hasta zafarse—. ¿Qué haces? ¡Para ya!

—¿Te das cuenta de lo que estás por hacer, Chitoge? —le reclamó una autoritaria Hana—. No voy a permitir que sigas más con esto. Te vienes conmigo a América ahora mismo.

Trató de sujetarla otra vez del brazo, pero Chitoge no se lo permitió y corrió a buscar refugio a las espaldas de Maximiliano.

—¡Por favor, mamá, ya no sigas! —le rogó con la voz a medio quebrarse y los ojos vidriosos. Se veía tan asustada y alterada—. ¡Déjame!

En mi mundo. (Un fic de Nisekoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora