Capítulo 3

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"¿Por qué? ¿Por qué? ¡Rayos, Tsugumi! ¿Por qué lo hiciste?" Chitoge en estaba sumamente molesta. Pisaba con tanta fuerza que, si se prestaba la atención debida, podían escucharse sus pasos a lo largo de los pasillos de la mansión, junto al rechinar de sus dientes. "¿Cómo se atrevió Tsugumi a espiarnos? Si yo le hubiera… si Raku y yo nos hubiésemos puesto a hablar de lo que me contó Papá, y yo me le hubiera confesado, Tsugumi se habría dado cuenta que él y yo no somos novios de verdad."

Efectivamente, no era para menos que esa casualidad los haya salvado. Tsugumi, a pesar de todo, no dejaba de ser una subordinada que Claude había mandado con el objetivo de tenerlos vigilados. Si se llegase a enterar de que su relación con Raku sólo es una actuación, nada le garantizaría a Chitoge que ella se guardaría el secreto a favor de mantener la paz entre las familias. Y ahora, con tan tremenda decepción que se había llevado, mucho menos que antes podía confiar en ella. Pero lo que más le dolía a Chitoge era el pensar que una de sus mayores amigas de toda la vida acababa de traicionar a tal extremo su confianza. Eso, sumado a la frustración de haber fracasado en su intento de confesar sus sentimientos, la tenía bastante abrumada.

Vio, en uno de los corredores que daban al salón principal, que yacía de pie aquella silenciosa acompañante de Max, a un lado de la entrada, custodiándola junto a un puñado de escoltas de su padre. "Seguramente él y papá están conversando adentro." Pensó en pasar a verlos pero recordó que su ropa se había empapado a causa de la reciente lluvia. "No. Mejor me doy un baño antes, que no quiero que se entere que andaba afuera. Espero que a Max no se le ocurra decírselo."

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Adelt, padre de Chitoge y el máximo líder de la organización delictiva conocida como 'The Beehive', se hallaba sumamente sorprendido por la visita de aquel jovenzuelo. El hecho de que haya venido hasta su mansión, desde el extranjero, sin siquiera haber avisado, daba mucho que pensar. Pareciese como si él, por alguna razón, estuviese tratando de pasar desapercibido, lo que por experiencia le hizo sospechar de sus intenciones. Tomaron asiento, uno frente al otro, en los lujosos sillones de aquel bello y espacioso salón de invitados. Adelt le preguntó formalmente si gustaba un trago, Max lo rechazó alegando que en este país él aún era muy joven para beber alcohol. Ambos rieron.

—Y bien —dijo Adelt—, ¿se puede saber a qué debo el honor de tu visita, jovencito? ¿Qué es lo que querías hablar en privado conmigo?

—Antes que nada, permítame disculparme por haber venido hasta aquí sin previo aviso. Pero una vez que le haya contado sobre las circunstancias que me trajeron hasta aquí, estoy seguro que comprenderá el por qué tuve que hacerlo.

—No te preocupes, muchacho. Está bien.

—Señor, usted fue un contacto importante para mi difunto padre. Se podría decir incluso que usted fue un camarada, un amigo de confianza para él. Es por ese motivo que ahora, que se me ha presentado este gran evento de mi vida, pensé en usted y en buscar fortalecer aquellos lazos que existieron con mi familia.

—¿Y bien?

—Quiero que usted sea el primero fuera de mi familia en enterarse que he tomado la decisión de suceder a mi abuelo.

—¿Qué? —Adelt abrió los ojos como platos—. Pero muchacho, ¿no eres…?

—¿Demasiado joven? Sí, es lo que muchos han pronunciado. Pero no hago esto por mero capricho y ambición. Mi abuelo, como sabrá, ya es un hombre de edad muy avanzada. Pasa de los ochenta años y su salud últimamente se ha deteriorado bastante. Recientemente ha sido su consigliere quien ha tenido que dar la cara en los asuntos importantes y reuniones con las otras familias asociadas. Como podrá imaginar, ya han comenzado las habladurías de que él ya no es quien toma las decisiones y que, además, ya no tiene la lucidez necesaria para seguir llevando el mando. La familia Benedetti necesita un líder que unifique e inspire seguridad y cohesión dentro de la organización, ya que sin estas, la lealtad y la confianza entre cada uno de los integrantes se podrían deteriorar. Además, es muy probable que dentro de poco él llegue a morir, lo que dejaría un vacío en nuestra familia. Es por eso que debo asumir las riendas y tomar el control cuanto antes, tal y como dictaba la voluntad de mi padre, y convertirme en su sucesor legítimo.

En mi mundo. (Un fic de Nisekoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora