Capítulo 6.5

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Chitoge, apenas entró a la casa, presintió que algo no andaba bien. Tanto por la servidumbre, quienes parecían estar muy asustados y nerviosos, como por algunos de los gansters del Beehive, quienes al verla desviaban la mirada y fruncían el entrecejo, furiosos, impotentes. Todos lucían en cierta medida aterrados, como si algo nada bueno estuviese sucediendo y su sola llegada lo hubiese empeorado todo. Cada vez que Chitoge se acercaba a preguntarles si había pasado algo, ellos lo negaban en vano. Pero incluso hasta una de las mucamas rompió en llanto nada más verla y se retiró corriendo del pasillo. La rubia entonces decidió que tenía que buscar a su padre y pedirle una explicación. Pero la mayor rareza de todas se hizo presente al llegar a las escaleras. Ahí se topó con aquella joven mujer de traje negro que siempre escoltaba a Max a todas partes, quien la recibió con cordialidad:

—Bienvenida, señorita. Mi señor aguarda por usted en la biblioteca.

—¿Qué? ¿Max está aquí? —Exclamó Chitoge asombrada.

Corrió hacia el lugar indicado. "¿No se suponía que papá le había prohibido poner un pie en nuestra casa? Ojalá que esto signifique que ellos dos por fin pudieron hacer las paces. Al final sabía que Max no podía ser tan mala persona como papá lo pintaba."

Al entrar, Chitoge se encontró al joven italiano de espaldas frente a la enorme ventana del recinto. Le pareció un poco extraño que estuviera solo, pues había asumido que éste se hallaría en compañía de su padre.

—Oh, Chitoge, por fin llegaste —se giró hacia ella y la recibió en el único idioma en el que ambos coincidían: el inglés—. Estaba esperando por ti desde hace algo de tiempo.

—¿Por qué estás aquí...? ¿Y dónde está Papá?

—Tu padre se encuentra en su estudio. Digamos que en estos momentos él no se encuentra con la disposición adecuada para recibir a alguien. Se acaba de enterar de ciertos detalles que no le sentaron muy bien al viejo.

—¿A qué te refieres?

Max se acercó a ella y la miró con suma mesura.

—Chitoge, tengo que hablar contigo de algo muy importante.

Sacó de su bolsillo aquel mismo estuche de la última ocasión. Lo abrió, revelando una vez más el ostentoso anillo de compromiso que en él guardaba; caminó hacia el escritorio y lo colocó en el centro. Se acercó de nuevo a Chitoge.

—Necesito que vengas conmigo a Sicilia y te conviertas en mi prometida. Vine a esta ciudad con ese único propósito. No puedo aceptar un 'no' por respuesta.

—¿Qué? —Las mejillas de ella se pintaron de rubor—. Max, ¿es que tú vas en serio? Pensaba que ya habías entendido la última vez que no puedo.

—Siempre he ido en serio, Chitoge. Inclusive desde aquella vez en que tú y yo nos conocimos. La última ocasión te lo dije claramente: que mi propuesta iba a seguir en pie, ¿lo olvidaste? No voy a regresar a Italia hasta que me hayas dado el sí. Por favor, Chitoge —le tendió su mano, invitándole con un recatado ademán—, te necesito. Pídeme lo que quieras a cambio y yo con gusto te lo concederé. No existe mujer más indicada en este mundo a ser mi esposa.

—¿Sigues con eso? —Chitoge arqueó una ceja e hizo una nerviosa mueca—. Lo siento mucho, Max, yo... en verdad no puedo. Lo digo en serio. Ya te lo dije, en ese entonces sólo era una niña y no sabía lo que estaba diciéndote. El tiempo pasó y mi vida ahora está aquí, en esta ciudad. Además, ¿qué parte de 'ya tengo novio' no quieres entender? En verdad lo lamento, pero no puedo corresponderte.

En mi mundo. (Un fic de Nisekoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora