Capítulo 19

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Se encontraban ahí ellos dos, bailando en medio de aquel espacioso y elegante salón de banquetes.

El salón entero gozaba de una ambientación majestuosa, todo gracias a la cálida luz brindada por las lámparas de pared, y a los bellísimos ornamentos de corte victoriano que engalanaban a lo largo y ancho todo el recinto, como esa enorme lámpara de araña de cristal de Baccarat que se erigía en la parte central del techo. La pista de baile, por alguna razón, estaba vacía de orilla a orilla a excepción de la joven pareja, a quienes no parecía importarles este detalle en lo más mínimo. Simplemente se dedicaban a lo suyo: moverse al ritmo del romántico vals sin dejar de mirarse a los ojos; como si el resto del universo se hubiese vuelto ajeno a su realidad, un estorboso punto y aparte.

Dicha pieza musical, que se distinguía de otras tantas por la excelsa interpretación de los violines, el piano y los variados instrumentos de madera, era interpretada de manera tan magistral y, a la vez, tan exquisita, tan única en su tipo, que dejaría a todo aquel que la escuchara la impresión de que basta con cerrar los ojos y dejarse llevar para que su conciencia sea transportada a un lugar de ensueño. O al menos así lo creía ella, la jovencita de melena rubia, quien no paraba de aferrarse con firmeza de los hombros de su amado. Con cada paso dado sobre la pista, la joven pareja transmitía la sensación de que sus cuerpos se habían sincronizado perfectamente el uno al otro, y a la melodía.

—Oh, Raku —balbuceaba una embelesada Chitoge, con su rostro angelical reposando en el pecho de él—. Prométeme que nunca más nos volveremos a separar. Tú y yo... de ahora en adelante... siempre vamos a estar juntos, ¿verdad?

Quizás se había debido a lo bajo de su voz que su compañero no le dio una respuesta; no obstante, ella no reparó en tal detalle. Continuaron bailando y al cabo de unos segundos, Chitoge agregó:

—Raku, yo... Yo te amo. Sí, Raku: Te amo. Te amo y no quiero tener que volver a separarme de ti otra vez. Quiero estar contigo hoy y siempre, durante el resto de mis días. Si te volviera a perder de nuevo, ¡me moriría! Así que, por favor, ¿me lo prometes, Raku? ¿Me prometes que tú y yo nunca nos volveremos a separar? Prométemelo.

—Sí, te lo prometo —sentenció su acompañante con suma frialdad y un dejo único de autoritarismo—. Vas a estar conmigo hoy, mañana y siempre.

Chitoge, al darse cuenta que aquella voz no coincidía ni guardaba similitud alguna con la de Raku, levantó asustada la mirada. Y al ver que aquella persona con la que había estado bailando todo este tiempo era, en realidad, Max, no atinó a hacer más cosa que pegar un recio chillido.

—Por toda la eternidad...

—¡No! ¡Suéltame! —gritaba, una y otra vez, mientras tiraba manotadas al aire.

Hasta darse cuenta de que, en realidad, yacía recostada y con la cabeza sepultada bajo una pila de almohadas de pluma de ganso. El resto de su cuerpo lo tenía completamente enrollado con la sábana y el edredón —de seguro quedó así luego de haberse revolcado en la cama toda la noche—. Molesta y encrespada consigo misma, estrujó con fuerza las sábanas y apretó los dientes. Tan agobiada había quedado a causa de sus pesadillas que la pobre se sentía con aún menos energías que cuando se fue a dormir. Por si fuera poco, le dolía un poco la cabeza.

Quizás ésta había sido la primera vez que tenía un sueño desde que se había instalado en Italia, o simplemente éste fue el primero lo bastante espeluznante como para no olvidarlo tras despertarse; no estaba del todo segura de ello. Pero prefirió ya no seguir dándole más vueltas al asunto y seguir con su día.

En mi mundo. (Un fic de Nisekoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora