Capítulo 21

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Había sido un día bastante duro para una impacientada Chitoge; todo un suplicio que no parecía tener fin. Desde muy temprano no había hecho otra cosa que estar al pendiente del regreso de Max, mismo que para su gran desconcierto jamás ocurrió. Desde la mañana hasta caer el sol intentó llamarlo a su celular pero éste siempre estuvo apagado.

Había caído ya el crepúsculo y la preciosa rubia, harta de tanto esperar, salió a sentarse en una banca del jardín a tomar aire fresco. Comenzaba a preocuparse, a temer que algo le hubiese ocurrido. Y podía apreciar muy bien que ella no era la única, pues cada que volteaba a mirar a su fría escolta —quien, como siempre, se dedicaba a custodiarle a unos metros de distancia, con la mirada simulando apuntar a otra parte—, percibía cómo adentro de toda aquella mesura se empezaba a asomar, desde lo más profundo de su arisca mirada, una ansiedad cada vez más latente. Después de todo, esta debía de ser posiblemente la primera ocasión que esos dos se separaban durante tanto tiempo, y encima con total desconocimiento de su paradero. Karen, siempre que se percataba de que era observada, le devolvía la mirada a Chitoge con un gesto de hostilidad y pesadez tan insoportable que forzaba a la rubia a girarse de inmediato hacia otra parte.

"¿Por qué me miras así? No es mi culpa. Yo no le dije a Max que te obligara a quedarte aquí..."

Uno de los mayordomos salió de la mansión y se dirigió a donde Chitoge. Llevaba consigo un teléfono inalámbrico en una bandeja.

—Es para usted, señorita.

Un poco esperanzada, la joven tomó el aparato. ¡Quizás se trataba por fin de él!

Pronto?

"Buenas noches, señorita. Usted debe ser Chitoge, la prometida de mi queridísimo sobrino. Dígame: ¿me permitiría unos momentos?"

"Esa voz..." Chitoge se desilusionó. Cuando creyó haber reconocido a la persona detrás del teléfono, recordó de inmediato las advertencias de Max y se preguntó cuáles podrían ser sus intenciones.

—Disculpe, usted debe ser Paolo, el tío de Max, ¿no es así?

Una sobria carcajada se alcanzó a oír a través del auricular. "Lo lamento mucho, señorita, pero me temo que me está confundiendo con mi hermano menor. Mi nombre es Nestore Benedetti."

La rubia abrió los ojos como platos. Aunque ya le habían hablado de él, esta sería la primera ocasión en que ellos dos conversarían directamente.

"Disculpe mi intromisión. En realidad había llamado con la intensión de hablar con mi sobrino. Es que..., verá, desde anoche he estado tratando de llamar a su móvil, pero él lo ha tenido apagado todo este tiempo. Estoy comenzando a preocuparme un poco, ¿sabe? Ahora mismo me acaban de confirmar que tampoco se encuentra en su casa. Pero a decir verdad, eso no es nada raro en él. Aunque sí que lo es que lleve así ya tanto tiempo. Mire que le he preguntado a medio mundo y nadie ha sabido darme razón suya. ¡Y ha estado así desde antier! A eso agreguémosle que él mismo me había dicho que no tenía pensado salir ni asistir a ningún compromiso hasta después de su boda. Eso me tiene nervioso. ¿De por pura casualidad usted sabe a dónde pudo haber ido, señorita?

—Lo lamento mucho. Él salió de la ciudad sin decirme nada.

Hubo un breve lapso de silencio que a Chitoge le pareció una eternidad.

"Ya veo, ya veo... Me imagino entonces que en estos momentos usted también debe estar un poco angustiada, ¿no es así? Pero pierda usted cuidado, mi niña, que esto es bastante común en personas como nosotros; ya debería saberlo muy bien. Hay veces en que un inconveniente o dos pueden surgir de la nada, en el momento menos deseado, y no se puede hacer nada. Son gajes de nuestro oficio. Lo mejor es que desde ahora se vaya acostumbrando y deje de lado toda clase de pensamientos negativos que no sirven para nada. ¿Sabe algo? Mi sobrino a veces tiende a ser un poco egoísta y desconsiderado con los demás. No es que él sea una mala persona ni nada, es sólo que desde siempre él ha sido ese tipo de gente que se desempeña con mayor facilidad desde la comodidad del aislamiento, de la soledad. Nunca se ha sentido del todo cómodo al relacionarse con otras personas y es por eso que se le dificulta mucho el ser atento y considerado. Pero bueno, no sé por qué le estoy diciendo todo esto si de seguro usted ya debe de conocerle bien. ¿O me equivoco, señorita? Además, usted seguramente ya debe saber el cómo suelen ser las cosas en nuestro peculiar mundillo. Los inconvenientes están siempre a la vuelta de la esquina y no avisan. Uno nunca sabe a qué problemas se va a tener que enfrentar al día siguiente; todo lo que queda por hacer es afrontarlos conforme van llegando. Pero pierda cuidado, señorita, que esto seguro se trata de un simple asuntillo que ocupó su tiempo más allá de lo que él habría deseado. Dudo que el destino, aún para usted, señorita, sea lo bastante cruel como para permitir que algo grave le pasase a su prometido a tan solo unos escasos días de su boda..."

En mi mundo. (Un fic de Nisekoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora