Más lecciones
Ambas estaban muy interesadas en mí, y sabía que hubiera debido sentirme halagado por ello, pero en realidad lo único que quería era que me dejaran en paz: Irene y Lee Jennie estaban sentadas al otro extremo de la mesa.
Sobre la enorme superficie de roble habían extendido un croquis de cómo se sentaría la gente en la fiesta y las dos se inclinaban sobre él, analizándolo centímetro a centímetro.
Tenía la impresión de que Irene me había ordenado que fuera con ella porque, al percatarse del sufrimiento que la esperaba, incluso había preferido mi compañía. En cuanto a Jennie, todavía no me quedaba claro cuál era su interés en mí; lo más aventurado que se me ocurrió fue que deseaba llegar a entenderme con el objetivo de planear mejor mi caída. Y a pesar de que estaba bastante lejos de mí, cada vez que me sonreía, me hacía sentir horrorizado.
Aquella mañana, muy temprano, Christopher había entrado a hurtadillas en mi habitación. La emoción que eso me produjo se desvaneció con rapidez cuando lo vi esmerado en escoger mi ropa; me ordenó que me arreglara a la velocidad del rayo y que me portara bien durante todo el día. Odiaba que me tratara así, como si tuviera cinco años y fuera mi primer día en el jardín de infancia.
Sin embargo, allí sentado, observándolas analizar cada ínfimo detalle del croquis de los asientos, me sentí realmente como un niño de cinco años que hubiera cometido alguna travesura y ahora tuviera que aguantar la agonía del castigo. Traté de fingir interés en el asunto, pero lo cierto era que no conocía a ninguna de las personas de las que estaban hablando.
Aquella reunión estaba teniendo lugar en una sala a la que llamaban «cuarto de la guerra», en el ala sur: todas las paredes estaban tapizadas de mapas jaspeados con manchas rojas y verdes que indicaban los territorios de otras tribus de trols. Traté de estudiarlos mientras Irene y Jennie hablaban, pero mi madre no dejaba de requerir mi atención cada vez que me notaba distraído.—Si sentamos aquí al canciller, entonces tendremos que sacar de esa mesa al markis Tormann y alejarlo por completo —dijo Jennie al tiempo que tamborileaba los dedos sobre el papel.
—No veo otra forma de hacerlo —señaló Irene con toda la dulzura que fue capaz de reunir, a la cual Jennie correspondió a la perfección.
—Va a viajar desde muy lejos para poder asistir al evento —le dijo Jennie a Irene, parpadeando con exageración.
—Pero estará suficientemente cerca para poder oír el bautizo —dijo Irene, y luego trasladó su atención hacia mí—. ¿Ya estás listo para la ceremonia de bautismo?
—Ajá, sí —dije, despreocupado. Christopher ya la había mencionado, aunque creo que no le había prestado demasiada atención. Claro que como no le podía decir eso a Irene, me limité a sonreír y traté de transmitir una sensación de confianza.
—los principes no dicen «Ajá» —me dijo Irene mirándome con los ojos entrecerrados. Sobra decir que a Jennie le costó trabajo ocultar su risita burlona.
—Lo siento —dije, suspirando.
Era evidente que Irene hubiera querido continuar con la reprimenda, pero como Jennie nos acechaba como un halcón, tuvo que fruncir los labios y morderse la lengua para no mostrar indicios de vulnerabilidad.
A mí no me había quedado demasiado claro por qué estaba allí Jennie ni por qué mi madre la temía. Ella era la reina y, por lo que había podido ver, la única habilidad que tenía Jennie era la de realizar cumplidos engañosos y amenazas veladas.
La marksinna estaba radiante con el largo vestido color vino que llevaba, y eso sólo intensificaba aún más la sensación de que mi atuendo era demasiado sencillo. Asimismo, su belleza casi conseguía eclipsar la de Irene, lo cual era ya mucho decir. Sin embargo, no creo que Irene le diera mucha importancia al asunto.
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1.Travesía - Chanlix
FantasyCuando Seo Felix tenía seis años su madre intentó matarlo, convencida de que era un monstruo. Once años después, Felix descubre que quizá su madre tenía razón... Con la ayuda de un misterioso chico llamado Christopher Bang, Felix empieza una nueva v...