El adiós
Los siguientes días tuvo lugar una interminable serie de reuniones de defensa. Förening jamás había sufrido un ataque tan severo. El número de víctimas ascendía a una alta cifra de dos dígitos, incluidos varios visitantes de la realeza Trylle. Como ya sabía, la pérdida de cualquier Trylle poderoso podía resultar devastadora para el reino.
Irene y Jennie condujeron todas las reuniones, mientras que Minho y yo permanecimos tranquilamente sentados al fondo. Él era el Trylle más poderoso y debería haber dado a conocer su opinión con frecuencia, pero no parecía muy interesado en el asunto.
Por su parte, las veintitantas personas que asistieron a las reuniones no ofrecieron más que consejos que resultaban completamente inútiles. Minho me dijo entonces que mi mejor defensa consistiría en llegar a controlar mis habilidades. Seungmin siguió sus consejos: destinó un montón de horas a tomar clases de defensa personal y a entrenarse para dominar mejor la habilidad que tenía de manejar el aire. Irene casi no me habló y en ningún momento fue amable conmigo.
Lo único positivo de todo aquello fue que me había salvado de la ceremonia de bautismo y que, por tanto, mi madre me permitió conservar mi nombre.
Deambulaba todo el día como en una nube; no me importaba si vivía o moría. Si se producía un nuevo ataque, ya me las arreglaría como fuera.
—Vas a tener que despertar algún día —me dijo Wooyoung.
Yo estaba recostado en la cama mirando al techo, y él estaba apoyado contra el marco de la puerta. Todavía tenía la herida encima de la ceja porque Jennie no se dignaría a sanar a ningún mänks. Iba mejorando poco a poco, pero me dolía mucho verlo así. Era como una especie de recordatorio de que lo habían herido por mi culpa.
—Tal vez. —Aunque estaba casi convencido de que eso jamás sucedería, y de hecho esperaba que así fuera.
—¡Por favor! —Wooyoung suspiró y se acercó para sentarse en la cama junto a mí—. Sé que todo lo sucedido te ha afectado bastante, pero esto no es el fin del mundo.
—Ni yo he dicho que lo fuera —murmuré—, es sólo que odio esta casa. Odio a mi madre y odio ser un príncipe. ¡Odio todo lo que implica estar aquí!
—¿Incluso a mí? —preguntó Wooyoung.
—No, a ti no, claro que no. —Negué con la cabeza—. Pero creo que eres lo único que me gusta de esta casa.
—Vaya, me siento privilegiado —me dijo con una sonrisa, pero como no le correspondí, su gesto se fue desvaneciendo con rapidez—. Mira, yo también odio este lugar. Es muy difícil vivir aquí, en especial en esta casa y con Irene. Pero… ¿qué más podemos hacer?, ¿adónde podemos ir?
Y fue entonces cuando se me ocurrió. Era obvio que yo no deseaba aquella vida en absoluto, y que esa misma vida no quería a Wooyoung. El pobre había crecido rodeado de una indiferencia que había hecho que su niñez fuera peor incluso que la mía, y la verdad era que merecía mucho más que eso. Desde el mismo momento de mi llegada a Förening, Wooyoung había sido una de las pocas personas que me habían mostrado un afecto sincero, y me creía en la necesidad de corresponderle.
Además, como a mí ya me importaba poco vivir o morir, no iba a requerir protección alguna si alguien decidía perseguirme de nuevo, si es que eso llegaba a suceder algún día. Minho me explicó que los Vittra habían sufrido un gran número de bajas, y que por lo tanto era poco probable que se fuera a producir otro ataque.
Sabía que en algún lugar allí fuera estaba mi hermano Changbin, que probablemente seguiría sumamente preocupado por mí. A él y a Hyuna les haría felices volver a verme y estaba seguro de que les encantaría recibir a Wooyoung. No sabía cómo les explicaría quién era, pero ya se me ocurriría algo.
Yo no era príncipe y tampoco quería llegar a serlo. Además, me parecía maravillosa la idea de volver a casa. Estaba claro que eso no iba a solucionar la cuestión de que Christopher se hubiera ido, pero al menos Changbin y Hyuna se encargarían de sanar las heridas de mi corazón.
Wooyoung no estaba convencido de que irme de allí fuera lo mejor para mí, y siempre hacía alusión a la cicatriz que llevaba en la frente para demostrar que no podría protegernos, ni a mí ni a él mismo.
Entonces, aunque no me gustaba la idea de hacerlo, decidí emplear mi poder de persuasión porque no tenía otra opción. Además, sólo lo usaría para convencer a Wooyoung de que no tenía que preocuparse por mí.
Decidí actuar a media noche. Escabullirnos del palacio fue bastante más difícil de lo que había supuesto porque había guardias y otros Trylle apostados en los alrededores, preparados para defendernos de un posible ataque Vittra. Aunque no se esperaba que pudiera ocurrir de nuevo por el momento, era preferible no arriesgarse.
Atravesamos la cocina para salir por la puerta de atrás y llegar al jardín secreto, que seguía floreciendo a pesar de que estábamos en plena noche. Jamás habría podido escalar los altos muros de ladrillo que lo rodeaban si Wooyoung no hubiera estado allí para ayudarme; después fui yo quien tiró de él y ambos saltamos al otro lado.
Luego, sin siquiera sacudirnos el polvo de la ropa, corrimos alrededor de la muralla; Wooyoung iba en cabeza porque conocía la zona mejor que yo. Casi habíamos llegado al garaje cuando de repente tuvimos que agacharnos detrás de un arbusto para ocultarnos de un guardia que pasaba por allí.
Continuamos nuestro camino en cuanto hubo desaparecido.Wooyoung encontró su motocicleta nueva en el garaje, pero no la encendió. En lugar de eso la sacó a pulso, con el motor y las luces apagadas para no llamar la atención.
En el lugar donde terminaba el pueblo, un guardia protegía la gran puerta, y yo dudaba mucho de que fuera a dejar pasar a él príncipe por allí de buenas a primeras. Sin embargo, Wooyoung tenía un plan: sabía que en el muro que rodeaba la comunidad había un punto vulnerable muy cerca de la ribera; había oído rumores de que otros mänks habían escapado por allí.
Cuando nos internamos entre los árboles y arbustos, tuve que ayudar a Wooyoung a enderezar la motocicleta para que no se nos fuera colina abajo. La brecha en el muro era más grande de lo que habíamos imaginado; todo indicaba que muchos de los Vittra habían entrado por allí y los Trylle todavía no habían arreglado el hueco. Me pareció muy típico de ellos: centrarse en la seguridad del palacio en vez de proteger al pueblo de Förening.
Por fortuna, logramos mover la motocicleta sin mayores problemas y fue entonces, mientras la empujábamos cuesta arriba, cuando comencé a sentir la emoción y el alivio de la huida. En ese momento también tuve que lidiar con la tristeza y la añoranza que sentía por dejar atrás a algunas de las personas que había conocido allí, como Seungmin y Minho, para centrarme en el hecho de que estaba escapando, de que sería libre.
Wooyoung puso en marcha la motocicleta en cuanto llegamos a la carretera. Me senté detrás de él, lo abracé con fuerza y hundí mi cara en su chaqueta de cuero mientras acelerábamos en la oscuridad.
Al llegar a mi casa, el cielo tenía ese sobrecogedor brillo azulado de la mañana temprana. Wooyoung todavía no había sacado las llaves del contacto cuando Changbin abrió la puerta de golpe y bajó trotando del pórtico.
A pesar de la poca luz, pude ver el desconcierto de Changbin reflejado en su rostro. Cuando bajé de la motocicleta me extendió los brazos sin siquiera pararse a mirar a Wooyoung. Me abrazó tan fuerte que me llegó a hacer daño, pero no me importó. Escondí mi rostro en su hombro, percibí de nuevo su aroma familiar y me deleité en la seguridad que me brindaba su abrazo. Por fin había llegado a casa.
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1.Travesía - Chanlix
FantasyCuando Seo Felix tenía seis años su madre intentó matarlo, convencida de que era un monstruo. Once años después, Felix descubre que quizá su madre tenía razón... Con la ayuda de un misterioso chico llamado Christopher Bang, Felix empieza una nueva v...