Celos
Mientras Christopher me conducía por un pasillo hacia el ala sur me di cuenta de que jamás había pasado por allí, y de que cuando Namjoon había molestado a Irene diciéndole que vivía en un palacio no hablaba en broma. Aún me quedaban muchos lugares de la casa por visitar; era asombroso.
Durante el trayecto Christopher me fue señalando algunos recintos: la biblioteca, las salas de juntas donde se llevaban a cabo los asuntos de gobierno, el opulento comedor donde cenaríamos el sábado, y finalmente el gran salón de fiesta.
Christopher empujó las puertas principales, que parecían tener la altura de dos pisos, y me invitó a entrar en el salón más grande que jamás hubiera visto. El techo, una cúpula gigantesca y exquisita de vidrio, parecía extenderse hasta el infinito; la atravesaban varios rayos dorados y pendían de él fulgurantes candelabros de diamantes. El suelo era de mármol, y las paredes de color marfil presentaban detalles en oro. En todos los sentidos parecía un salón de fiestas sacado de algún cuento de hadas de Disney.
Los decoradores ya habían empezado a llevar el mobiliario, y por eso contra una de las paredes se apilaban mesas y sillas rodeadas por manteles, candelabros y todo tipo de accesorios decorativos. En la esquina opuesta se encontraba el único objeto del salón aparte del mobiliario llevado para el acontecimiento: un gran piano blanco de cola. Salvo por eso, el lugar se hallaba vacío. Sólo estábamos Christopher y yo.
Francamente, me molestaba mucho que todo aquel esplendor me deslumbrara tanto, pero era todavía más desagradable que el salón fuera tan magnífico y yo tuviera aquellas pintas. Tenía el cabello recogido en un desastroso medio moño y llevaba un pantalón exageradamente simple. Christopher tampoco es que fuera vestido de etiqueta, pero al menos su típica camisa de vestir y sus tejanos oscuros resultaban mucho más apropiados.
—¿Y dónde está la diversión? —pregunté, y mi voz encontró eco en las paredes.
—Vamos a bailar. —Los labios de Christopher se fruncieron en una sonrisa y gruñó—. Dado que bailé una vez contigo, sé que necesitas mejorar.
—¿Ir girando en pequeños círculos no bastará? —dije haciendo una mueca.
—Por desgracia, no. Creo que un vals será lo mínimo. Si llegas a dominarlo, estarás listo para el baile del sábado.
—Oh, no. —Se me hizo un nudo en el estómago cuando caí en la cuenta de algo—. Voy a tener que bailar con los invitados, ¿no es verdad? ¿Desconocidos, ancianos y muchachitos de manos largas? — Christopher se rio a carcajadas, pero lo único que yo quería era enroscarme y morirme allí mismo.
—Podría mentirte, pero para ser honestos, lo más probable es que ellos sean los únicos que te saquen a bailar —confesó con una sonrisa retorcida.
—Nunca te había visto disfrutar tanto de algo —dije, y eso sólo lo hizo reír aún más—. Bien, pues me alegra que te parezca gracioso que me termine manoseando un grupo de extraños y que yo los magulle a base de pisotones. Va a ser genial.
—No será tan malo. —Me indicó con un gesto que me acercara—. Vamos, si aprendes los pasos básicos, al menos no pisarás a nadie.
Suspiré con fuerza y caminé hacia él. En cuanto Christopher me tomó de las manos prácticamente desaparecieron todos los temores que tenía de bailar con extraños. De repente pensé que, antes de bailar con ellos, tendría que bailar con él.
Después de darme algunas instrucciones y de unos cuantos tropiezos míos al principio, ya estábamos bailando. Su brazo, fuerte y afectuoso, me rodeaba. Me indicó que mantuviera la vista fija en él para que no adquiriera el hábito de observar mis pies mientras bailaba, pero sospecho que habría sido incapaz de mirar hacia ningún otro lugar: sus ojos negros siempre me hipnotizaban.
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1.Travesía - Chanlix
FantasyCuando Seo Felix tenía seis años su madre intentó matarlo, convencida de que era un monstruo. Once años después, Felix descubre que quizá su madre tenía razón... Con la ayuda de un misterioso chico llamado Christopher Bang, Felix empieza una nueva v...