Capítulo 19

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El bautizo

A sólo veinticuatro horas de que comenzara la fiesta, Irene creyó que debía verificar mis avances.

¿Y quién podría culparla? Su plan era realizar un ensayo, con atuendo y todo, para poner a prueba mi capacidad de conversar y comer. Como no quería que un gran público fuera testigo de mi posible fracaso, sólo invitó a Namjoon, a Seungmin y a San para que nos acompañaran a Christopher, a Wooyoung, a ella y a mí; ese era el máximo número de gente que podía reunir sin correr el riesgo de hacer el ridículo. A pesar de que Irene me informó de que tenía que actuar exactamente de la misma manera en que lo haría la noche siguiente, no me sentía nervioso porque ya los conocía a todos.

Los demás recibieron las mismas instrucciones, por lo que llegaron vestidos con mayor elegancia de la habitual. Incluso Wooyoung llevaba una americana que lo hacía parecer bastante guapo. Como siempre, Christopher estaba exageradamente atractivo.

Gracias a la inesperada confesión que me había hecho al decir que estaba celoso, no tenía ni idea de cómo debería comportarme con él. Antes de la cena fue a mi habitación para asegurarse de que ya me estaba arreglando, pero resultaba inevitable pensar que seguía tratando de eludirme. Al llegar al comedor Irene nos indicó dónde debíamos sentarnos. Ella se quedó en uno de los extremos de la mesa y yo en el otro, con Wooyoung y Christopher a cada lado; San, Namjoon y Seungmin ocuparon
los lugares restantes.

—¿Junto a quién me sentaré mañana? —pregunté mientras tomaba ligeros sorbos de vino con el máximo cuidado.

—Estarás entre Lee Minho y yo. —Irene entrecerró los ojos, observando la bebida en mi mano—. Sujeta la copa por el pie —dijo.

—Lo siento. —Había creído que lo estaba haciendo bien, pero moví los dedos con la esperanza de sujetarla correctamente.

—Un príncipe nunca pide disculpas —me corrigió Irene.

—Lo siento —murmuré. De inmediato me di cuenta de lo que acababa de hacer y negué con la cabeza—. Ha sido un accidente; no volverá a suceder.

—No agites la cabeza, no es propio de un señorito —me reprendió Irene—. Un príncipe tampoco hace promesas. Para no arriesgarse a no poder cumplirlas, lo mejor es que no las haga y evite que más adelante le puedan echar en cara haberlas roto.

—En realidad no estaba haciendo una promesa —señalé, pero Irene entrecerró los ojos con más severidad aún.

—Un príncipe nunca contradice a nadie —explicó Irene con calma.

—Sólo llevo dos semanas como príncipe, ¿no podrías tratar de ser más flexible? —pregunté de la forma más amable que pude.

Ya me había hartado de todo aquel asunto del comportamiento. A lo largo de los últimos dos días, casi todas las oraciones de Irene habían comenzado con «Un príncipe…» y terminaban con una descripción de lo que él príncipe en cuestión hacía o dejaba de hacer.

—Has sido príncipe toda tu vida; lo llevas en la sangre. —Mi madre se enderezó todavía más en su silla como para tratar de intimidarme—. Deberías saber cómo comportarte.

—Estoy trabajando en eso —añadí entre dientes.

—Habla bien. No importa lo que estés diciendo, siempre tienes que hacerlo con una voz fuerte y clara —dijo bruscamente—. Y además, no te queda tiempo para trabajar en ello. La fiesta es mañana y tienes que estar listo hoy.

Sentí deseos de contestarle con la misma rudeza, pero Wooyoung y Christopher me advirtieron con la mirada de que permaneciera callado. San no dejaba de mirar su plato con nerviosismo y Namjoon se limitó a seguir masticando su comida con delicadeza.

1.Travesía - ChanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora