Kiyomi es una chica que fue encontrada viva enterrada a las afueras de la aldea de la arena. Por compasión fue llevada a la aldea de la Hoja donde fue atendida, sin embargo, los médicos ninjas no pudieron entrar en su mente ni descubrir su identidad...
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"Es un día caluroso pero tengo frío" dijo Kiyomi mientras intentaba respirar. La sangre comenzo a empapar el suelo dobde se encontraba. "¿Voy a morir? No, no quiero morir aún, mañana es un día especial..." Su mirada se dirigió al cielo nombrando a la persona que quería ver antes de dar su último suspiro.
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Era una mañana calurosa en Konoha. El cielo estaba despejado y los árboles estaban comenzando a brindar frutos, no había nubes pero el viento refrescaba lo suficiente como para disfrutar el día. A lo alto de un edificio el cual tenía vista a la montaña que tenía los rostros tallados de los hokage de la aldea estaba una niña de ojos azules y un color de cabello muy peculiar; amarillo con mechas rojas. Vestía una camisa lila y pescadores grises, lucía un poco sucia y su mirada estaba perdida en la distancia de la montaña. Nadie notaba su precencia, ella no era de ese lugar después de todo, pero sus pasos eran más sigilosos que cualquier otra persona. Su mirada solitaria no dejaba de ver un rostro en específico de la montaña, aunque no conocía nada de ese lugar sentía cierta familiaridad en esa montaña.
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-Sabía que estarías aquí- dijo una voz masculina y familiar al mismo tiempo detrás de ella. Al mirar se percató que era el mismo chico de ojos negros que la recibió cuando llegó a la aldea con un joven de cabello plateado.-¿Porqué te escapaste?
Quería responder, en verdad quería hacerlo, pero las palabras no salían de su boca por más que se esforsara.
-T-t...e...ní-a....- su voz comenzaba a escucharse, un poco temblorosa pero se esforzaba.- Mm-mie...do...
El chico de los ojos negros se inclinó para estar a la altura de la pequeña y extendió sus brazos invitándola a que se acercara a él. Poco a poco caminaba hacia él intentando no vacilar o volver a escapar. Cuando finalmente se acercó los brazos del chico la envolvieron en un cálido abrazo que la hizo relajarse provocándola cerrar sus ojos y antes de caer en un profundo sueño escuchó "No tengas miedo, yo estoy aquí para protegerte...." Mientras la sostenía en sus brazos la miró fijamente acariciando su extraño cabello.
-Si en verdad eres tú la que hemos esperado tanto tiempo los Uchicha, te seré muy agradecido pequeña.
En ese mismo momento dos ANBU habían llegado con ordenes de devolver a la niña al hospital donde sería tratada de sus heridas. En el hospital, los doctores comenzaban a limpiar sus heridas y darle suero.
