59. Ibupofreno y Esparguetis

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Su corazón latía tan fuerte que probablemente le daría una taquicardia...





Escuchar esas 2 palabras susurradas por los labios de Martina le generaron sensaciones que no eran humanamente posibles...





La adrenalina corría velozmente por sus venas y la dopamina drogaba su cerebro hasta un punto abrumador




¿Cómo era posible que esa preciosa jovencita rubia la amara?




Acaso tenía un problema en la cabeza que no veía lo imperfecta que era y lo terrible que podía llegar a ser?









Cómo sea... Necesitaba disfrutar de ese pequeño momento, de esa muestra de amor puro y genuino que le fué otorgado solo a ella...
Tan suave como una brisa de verano susurró correspondiendo a los significativos sentimientos de su amada





Yo también te amo... Y Mucho...- reveló a su hermosa princesa azul





Porque Sí. Estaba segura de que no se enamoraría de ningún príncipe azul jamás...
Ella ya tenía a su princesa.






Martina la hacía sentirse completa...
La hacía sentirse viva... La hacía sentirse amada incondicionalmente...
Pese a todas las adversidades... Pese a todos sus errores... Pese a las incontables veces que la hirió...
Martina seguía ahí... Por y para ella...






Y ese era un sentimiento abrumador... Porque sabía que si algún día necesitaba incluso su corazón, Martina se lo daría sin dudarlo un segundo, porque Benza era la persona más dulce, devota y leal que podrías conocer...






Con sus sentidos sobrecargados...
Con sus latidos erráticos...
Con sus sentimientos a flor de piel...
Disfrutó de esa intimidad... Aunque probablemente esa palabra le quedará corta, era más que eso... Era cómo si la rubia le hubiera abierto su pecho de par en par dejándole ver su lado más vulnerable y puro...







Estaba completa e irremediablemente enamorada de esa chica de cabellos dorados, tenerla en sus brazos era la sensación más linda y sanadora que pudo sentir alguna vez...
Sentir sus cálidos labios sobre los suyos ansiosos la dejaban mareada cada vez...
Sentir la delicadeza con la que la tocaba era exquisita...







Cada acción que Martina hacía sobre ella la dejaba aturdida...
A través de los años aún no se acostumbraba a tenerla... Parecía muy buena para ser verdad...
Pero la vida ahora la estaba recompensando... Era real.
Suspiró extasiada antes de acurrucarse más en la cálida piel, escondió su rostro en su lugar favorito... El hueco entre el cuello y la clavícula de Mar... Respiró el dulce aroma a vainilla y cayó profundamente dormida segundos después...





















Antes odiaba los primeros rayos del sol en la mañana, pero hoy se dió cuenta que era uno de los momentos más majestuosos que la naturaleza le estaba obsequiando...






Los cabellos de Mar eran un desastre... La mayor tenía una mata de pelos dorados pero se parecían más a un nido de pájaros que a una cabellera...
Sonrió con dulzura al ver cómo la jóven se movía con inquietud... Al parecer le molestaban los mechones en su perfecto rostro






Y a ella también le molestaban un poco si era sincera... Porque los mechones le estaban obstruyendo la vista de esa perfecta piel de porcelana...
Con sumo cuidado llevo sus dedos a ese angelical rostro, sacándole a Mar de una vez por todas esas molestas cosquillas que le generaban las hebras de su cabello...






Te encontré - MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora