34. Mc Flury de Orreo

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Estaba muy nerviosa, sus dedos temblaban, su respiración se entrecortaba un poco...
Sentía la mirada de varias personas sobre ella, sus lágrimas corrían libremente por su rostro, levantó la mirada y la vió...





Parada en el umbral de la puerta, llorando como una niña chiquita, estaba Lourdes, no pudo deducir si eran lágrimas de alegría o tristeza... Porque lo siguiente que supo fué que tenía a la pequeña aferrada a su cuello y con su cuerpo colgado cuál koala...





Sin importarle las miradas de sus compañeros o profesores, elevó a la pequeña en un fuerte abrazo, transmitiendo todo su cariño, todo su amor...
La sostuvo por quién sabe cuánto tiempo... Aunque el tiempo junto a la ojiverde nunca era suficiente... Nunca.





Batalló internamente si podía besarla o no...
Porque tener su rostro tan cerca la dejaba ansiosa... Ansiosa porque sabía que nunca sería suficiente... Los besos de Lourdes nunca serían suficientes para saciarse...
Sin embargo dejó un beso en la comisura de sus labios...






Al posar a la pequeña en el suelo, varios se acercaron a ellas...
Sus profesores la felicitaron, había cantado hermoso y varios compañeros también la felicitaron aunque no entendieran la mayoría de las palabras, el ejercicio para ellos era que anotarán las palabras que no comprendían y en la clase siguiente investigarían los significados.






Una vez su clase terminó, le preguntó a la pequeña qué necesitaba, la menor contestó qué la habían mandado a esa clase porqué las demás no tenían cupos.
Increíble, no la podía sacar de sus pensamientos y tendrían que compartir más tiempo juntas...





Vamos a almorzar?- cuestionó la pelivioleta



Sí, qué querés comer?- le preguntó interesada mientras caminaban por los pasillos



A vos- contestó juguetona la menor



Ay Lourdeeeesssssss



Ambas compartieron unas miradas y risas cómplices







Nuevamente llegaron juntas a la cafetería, para sus amigas esto no pintaba para nada bien... Aunque ver la sonrisa flamante de Martina cuando Lourdes la hacia reír, era todo lo que necesitaban para dejar atrás su mal humor, era evidente que no podían estar la una sin la otra.
Eran extremadamente tiernas juntas, tenían una conexión que casi era tangible para el resto.









Compartieron un almuerzo ameno, todos hacían chistes y comentarios graciosos, haciendo reír o mejor dicho llorar de la risa a la pequeña Lourdes... Su risa era extremadamente contagiosa y a los ojos de Martina era la única cosa que quería mantener en la cara de la pequeña siempre, no le gustaba cuando estaba triste o de mal humor, porque no podía ver esa hermosa sonrisa...
Podría observar a Lourdes por horas y no se cansaría, miraba con detenimiento sus largas pestañas, sus pómulos, su pequeña nariz, sus muy muy muy lindos ojos verdes, sus cejas, sus labios...
Eran tan lindos como sabrosos... Inconscientemente se mordió los propios y alguien la noto...







Y Lu, contanos, cómo te está yendo en las clases? ¿Todo bien? ¿Necesitas ayuda con algo?- indagó Kevin, morocho, tez blanca, baja estatura, nariz puntiaguda y orejas como parecidas a las de un elfo






La pequeña iba a responder, hasta que escucho un grito dirigido a ella...




"Lourdeeeeessss"- Esa voz la conocía...




Te encontré - MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora