Capitulo VIII

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Centro de Berlín (Alemania)

Atenea Petrova

3 de enero de 2019

Las personas tienen miedo a perder aquello por lo que han luchado con garras y dientes. No los culpo, quien en su sano juicio querrá perder aquello por lo que tanto sudo y se jodio.

Nadie, ¿cierto?

Somos egoístas por naturaleza, claro está que algunas persona sacan ese sentimiento a flote, otros no tanto.. prefieren moverse entre las sombras y eso está bien. Pero ¿Que pasa cuando muestras mucho a aquel que no debías?. La respuesta es muy simple

Te jodes

Enseñar todo lo que somos está mal, es como darle un arma cargada lista para detonar a tu verdugo.

Pero no siempre se piensa con razonamiento e inteligencia y esa es una de las razones por las cuales hoy estoy aquí. Acorralada sin saber que hacer, sin tener idea de que camino tomar.

Tengo dos opciones; me voy por el camino bonito y floreado o me marchó por el cerro cubierto de piedras y mud.

Dos jodidas opciones que me condenan ha cometer una locura y quién soy yo para desperdiciar tan preciosa oportunidad de llevarme conmigo a todo aquel que me jodió. 

Pero no es tan fácil, el enemigo a puesto el tablero de ajedrez en la mesa y ya dió su primer paso, uno que me dejó sin razonamiento coherente a la hora de mover mi pieza.

Entonces, maldigo tanto que la garganta me sangra por la presión de mis cuerdas vocales. El dolor llega y solo maldigo mil veces más.

Un laberinto

Maldito laberinto en el que me encuentro sin poder encontrar una salida a toda está mierda.

Los periódicos que reposan en la mesa de mi comedor, me recuerdan lo ingenua que fui y me da rabia ver como todo por lo que luche se viene abajo como un castillo de naipes.

La desesperación en este momento es mi amiga y las ganas de salir por esa puerta y matar a medio mundo me consumen por dentro, estas ganas de ver sangre correr me tienen al borde de la locura.

— ¡Maldito hijo de puta!— grito, aviento los periódicos al suelo y la patada que le doy a la mesa hace del golpe un gran estruendo.

No soy buena, he cometido muchos errores y actos muy malos, ¡Pero eso que!. El mundo me demostró que es mejor ser un demonio que un ángel, la bondad solo es fragilidad, mientras que la maldad es poder.

Poder tan malditamente divino que corrompe a todo aquel que intenta ser fuerte y justo.

" La coronel Atenea petrova, no es más que una criminal que ha hecho actos inhumanos, que intento tapar al marchar en la filas de la UEDFAM. Hoy las pruebas salen a la luz y todo lo que un día creímos era un completo fraude, confiamos en la persona equivocada. — palabra envenenadas es lo único que salen de la boca de aquel hombre que se cree importante por tener un buen cargo en la mesa directiva del concejo de la UEDFAM — confiamos ciegamente en una mujer que juro lealtad a la organización pero que claramente se pasó ese juramento por el suelo he hizo de todos nosotros unos títeres que uso a su antojo.

— Esta diciendo Sr.Mcgregor ¿Que la coronel petrova, fue la causante de todo lo que pasó hace unos días?— La pregunta del periodista llama mi atención.

— Estoy diciendo que la ex coronel Atenea petrova, porque desde este momento es expulsada de la organización. Fue la única responsable de todo el desastre que paso en Italia, esa mujer es un peligro que debe estar tras las rejas de la cárcel de máxima seguridad.

— ¿Esa cárcel de máxima seguridad es la que conocemos o es otra de la cuál no teníamos conocimiento de su existencia?

¡Malditos hijos de puta!

— La cárcel de máxima seguridad que acabo de mencionar es una que se mando a construir para este propósito, la ex coronel es una persona peligrosa, un enemigo potente para la UEDFAM y es la única persona por la cuál se ha mandado a construir una prisión con alta tecnología y seguridad."

Ese es el fin del comunicado que habla pura mierda que es mentira, pero que ellos no ven de ese modo.

El celular suena y no sé dónde lo deje, camino por toda la sala en su búsqueda hasta que lo encuentro en el suelo, cerca del sofá que está volcado.

Lo tomo y descuelgo la llamada, sin ver quién es el remitente lo llevo a mi oreja y espero a que la otra persona hable.

— Atenea — la voz de Ian, se hace presente al otro lado de la línea — dime qué toda esta mierda es mentira.

Camino al ventanal y me asomo por el a ver si no vienen a buscarme, necesito salir de este lugar.

— ¿Que crees tú? — respondo — dime Ian, ¿Crees toda esta mierda?.

Silencio, no dice nada y eso solo me confirma una cosa.

Estoy sola.

No puedo confiar en nadie, mucho menos en aquellos que dicen ser familia.

— Eso creí — hablo sin dejar de mirar la acera del edificio donde me encuentro.

— Atenea, te van a ir a buscar — habla en un hilo de voz — te traerán y te encerraran. ¿Pero que has hecho?.

Guío mis pasos a la habitación y me concentro en empacar solo lo necesito para mí huida, El pasaporte, dos mudas de ropa, dinero y las armas que tengo en la caja fuerte. No puedo dejar que me encierren.

— Te has vuelto débil Ian. — su respiración se torna lenta — Ya lo olvídate. Soy la maldita villana.

Cuelgo la llamada, saco el chip del teléfono y lo rompo.
Salgo del lugar con maleta en mano, al pasar por las escaleras de emergencias me cuelgo la mochila en los hombros y saco mi arma.

Bajo las escalera, al llegar al callejón camino un metro de distancia del edificio al mismo tiempo que un par de camionetas se estacionan y de ellas salen un grupo de soldados que me apuntan apenas me ven.

Les sonrió y corro por el otro lado, esquivando contenedores de basura. Corro hasta la otra cuadra y me escabullo por las casas, los soldados me siguen de cerca y las balas no se hacen esperar, las esquivo saltando una verja que tengo al frente.

Este no puede ser el fin, pienso mientras corro como alma que lleva el diablo.

Arremeto contra los soldados que me persiguen logrando derribar a tres de ellos, pero esto no ha terminado apenas es el comienzo.

Logro perderlos y a medida que avanzó siento que todo se va a la mierda, porque más adelante de mi esta un jodido escuadrón de cincuenta hombres apuntandome a la espera de un mal movimiento de mi parte para coserme a balas.

Que puede salir peor

— ¡Entrégate! — gritan — ¡No tienes escapatoria, a menos que quieras morir!.

Sonrió en dirección al hombre de unos 47 años y doy un paso al frente, tentando mi suerte como en años anteriores.

No le tengo miedo a la muerte, eso jamás.

— ¿Piensas que todo termino?— pregunto y ladeo mi cabeza de forma divertida —Esto apenas comienza general.

El hombre se acerca hasta llegar a mi altura y me despoja de mi arma, sabe que no le puedo hacer nada porque en un abrir y cerrar de ojos, estaré con cientos de balas en mi cuerpo.

¡Un maldito hijo de perra astuto!

— Esto se terminó y tú iras al lugar que mereces, la cárcel— pronuncia con rabia — te pudríras en ese lugar por todas la personas que has matado.

Rio y eso le hace fruncir el ceño

— No hay lugar que detenga el infierno que se avecina.

En un ágil movimiento de su parte clava una jeringa en mi cuello, vacía su contenido y se aleja.

Mi cuerpo se calienta y mi cabeza pesa, siento que en cualquier momento va a explotar. Mis rodillas impactan contra el pavimento y sus ojos es lo último que veo antes de perderme en la inconsciencia.

La Diosa Del Enigma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora