Capitulo XI

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Base central de Washington DC (Estados Unidos de américa)

Atenea Petrova

Los malditos recuerdos de esa fotidica noche no abandonan mi mente ni por un segundo, todo pasa en cámara lenta y la sangre sobre el piso es testigo de aquel acto cometido. La risa de aquel asqueroso sujeto hace eco en mi cabeza, mis mejillas fueron testigos de las lágrimas derramadas por el dolor y la desesperación que sentí en ese momento.

La ira contenida me mantuvo en un estado de trance dónde el más mínimo movimiento me haría perder el control de todo mi mundo.

¡Maldito y mil veces maldito!

Jure, hice una promesa y la cumpliré, por supuesto que lo haré.. sin importar que mi vida se pierda en el intento.

Lo destruiré como el hizo con mi vida.

—Atenea —el llamado de Romanov al entrar en la habitación que me accionaron logra que enfoque mi vista en el—¿Que piensas hacer? No iremos a ese lugar.

Termino de atar mi cabello en una coleta alta y sin prestarle atención me muevo por todo el lugar, tomo el uniforme de la UEDFAM y me adentro al baño con los quejidos de Taylor al otro lado de la puerta. Sin importarme lo que dice, comienzo a vestirme.

Siempre me gustó usar está ropa, el Ranger negro se ajusta en mi cuerpo como si de una segunda piel fuera, el suéter negro se ajusta a mis curvas dándole más definición y las botas de combate le dan ese toque que intimidan a más de una persona. El color negro es el más elegante que existe también es el mejor para ocultar las manchas de sangre.

Al salir del cuarto de baño soy insertada por un Romanov de brazos cruzados que me observa buscando una respuesta en mi rostro.

—No me hagas perder mi tiempo — prenuncio pasando por su lado, para salir de la estancia.

Sus pasos me siguen de cerca y su voz no tarda en atormentar mi paciencia, la cuál es muy poca en estos momentos.

El planear una estrategia coherente y eficaz para lo que pienso hacer no es sencillo, entrar en el territorio enemigo es complicado pero no imposible. Está claro que todas las fronteras de Rusia son custodiadas por subordinados de la mafia, por tierra no es fácil el acceso y es por eso que nos iremos por aire.

La mansión del ruso está en las afueras de Moscú y su seguridad es impenetrable o eso creen ellos, la propiedad la custodian varios hombres y con solo eso piensan que tienen la de ganar pero no es así, no cuando la que entrara en sus tierras voy a ser yo.

Los pasillos de la central parecen no tener fin y eso me fastidia y más cuando llevo a mis espaldas a un hombre que lo único que hace es hablar idioteces. Al salir del edificio me dirijo al lugar de despegue encontrándome a hombres y mujeres listos para esta misión.

La cantidad de soldados es exagerada y eso solo me causa intriga de saber que tan importante es esa capitana para que arriesguen su vida por ella.

—Este es el equipo que solicito para la misión — dice un hombre diferente que no había visto hasta ahora.

Me posicionó frente a las personas que me miran con temor y otros con admiración.

— ¿Su nombre?—pregunto, el sujeto se para firme y con la vista en otro lugar responde.

—Capitan Miguel Zambrano, ha su orden señorita Petrova.

—Coronel Atenea Petrova para ti.

El hombre asiente y sin decir otra palabra se gira a la multitud.

—No eres una coronel —comenta Damián llamando la atención de todos —Eso dejaste de serlo cuando traicionaste a tu nación.

Me es inevitable no rodar los ojos por su tonto comentario, camino entre los hombres y mujeres que se posicionan en una fila, todos con armas y exelentes municiones.

La Diosa Del Enigma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora