Capítulo 20. Algo que tenía que pasar

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—Mis abuelos tiraron la casa por la ventana cuando les dije que me habían fichado en la beca deportiva para Stanford. —exclamaba Jesse frente a Raúl sin poder contener la emoción dentro suyo— ¡Lo hicimos, hermano!

Ambos suben a la parte trasera de aquel lujoso vehículo dónde Alexis yacía esperándolos, este último se había ganado gran parte de la confianza de Raúl los últimos días. Con las maletas listas para partir a Los Ángeles la semana entrante, Raúl necesitaba a alguien capaz de mantener a su comunidad protegida mientras él se encontrara lejos estudiando. Dimitri era ese alguien.

Esto no es real.

—Siento estarme yendo así sin haber resuelto antes lo de... —algo extraño está ocurriendo— DR3O.

—No te preocupes. Estás a una llamada de distancia. —responde Alexis quién genuinamente se encontraba emocionado por sus nuevos amigos y sus próximas aventuras, aunque nada de lo que estuviera pasando fuera real— El que me encuentre atado a ellos, no significa que tú también debas estarlo. Estoy feliz por ti, por ambos.

—Alexis. —le decía Raúl completamente desorientado— ¿Qué está sucediendo?

—¿Te encuentras bien, amigo? —preguntaba Jesse sujetando a Raúl del hombro, este último se encontraba sudando frío, completamente pálido y acabado— Creo que necesitamos llevarte a un hospital.

—Yo, no lo sé, me siento... Muy mal.

Bajate del coche, Raúl. —escucha a través del reflejo en su ventana oscurecida dentro de la limusina— Ahora.

Sin pensarlo dos veces, en un segundo Raúl abre la puerta del vehículo y desgarrando parte de su saco negro al caer sobre la calle, sale de aquel deprimente recuerdo de una vida que ya no le pertenece a él.

—¿Dónde estoy?

—¿Y bien? ¿Vas a invitarme a bailar o qué? —preguntaba Elizabeth un segundo antes de que Raúl sonriera, la tomara de la cintura y la atrajera hacia él en medio de la música—.

Ambos se mueven en perfecta armonía, como si el tiempo se hubiese detenido sólo para ellos. Sus ojos se encuentran, transmitiendo un amor y deseo tan profundo como verdadero. El sonido de la música lentamente se desvanece en el fondo, mientras giran y se abrazan entre felicidad y coqueteo.

No tarda mucho para que la mente de Raúl vuelva a actuar en su contra, arrastrándolo de vuelta a la oscura realidad en la que nunca más volverá a estar con ella.

—Esto no es real. —se dice Raúl a sí mismo— Nada de esto lo es, ¿verdad?

—¿Qué dices? Lo es para mí. —le responde Elizabeth apoyando su cabeza en su hombro, mientras Raúl la sostiene con firmeza y ternura—.

Sus movimientos son suaves y elegantes, como si flotando en el aire se encontrasen. Sus demás compañeros en la fiesta parecen irse desvaneciendo poco a poco mientras su amor se convierte en el centro de su universo. Pero aquel amor que alguna vez trajo a Raúl de vuelta a la vida no es el mismo por el que la perdería una y mil veces más si fuese necesario. Elizabeth no es Bárbara.

El tiempo de fingir se acabó, Raúl no era una buena persona en realidad.

Raúl era sólo un chico atormentado por la pérdida, un alma quebrada en busca de consuelo en los brazos de otra mujer. No importaba quién fuera la persona que se cruzara en su camino, su único objetivo era llenar el vacío que le carcomía por dentro, recordándole una y otra vez que se encontraba absolutamente solo. Con cada día que pasaba junto a Elizabeth, tejía una red de falsas ilusiones, alimentando a su propio ego con la atención y el afecto que ella le ofrecía.

SURROUNDED [finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora