2DO LIBRO DE FAVORITE.
Hicimos mucho daño.
Fueron sus decisiones y las mías, las que crearon un tornado que destruyó a todos.
Ya no estaba en la etapa de conocerlo, ya sabía quién era y lo que me hizo. Sabía que estaba tan podrido por dentro como...
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Al llegar al edificio, Nayeon intervino en mi camino, tomándome de los hombros.
—¿Consiguieron información?— preguntó con sus cejas levantadas.
—No mucho— contesté un poco confundida.
—Bien, ehm... —titubeó, mirando de reojo a Doyoung —alguien vino a verte, Leia.
Mientras me guiaba hasta el penúltimo piso, donde vivía junto a Jihyo, me pregunté quién podría ser la visita.
No tenía a nadie desde hace mucho tiempo, Jaehyun se había encargado de matarlos a todos. Haechan estaba secuestrado y Minjeong estaba en la Sala de reuniones.
Desde hace años había quedado solo yo, sin ningún familiar o amigos para que me visiten, o piensen que seguía viva, dada la manera en la que desaparecí.
Cuando entré al departamento, mis ojos se cruzaron con los de Cecilia y yo sentí mi mundo tambalearse por un momento.
Mis ojos brillaron en su color natural, el rojo fuerte, y vi sus cejas levantarse ligeramente ante eso.
—Gracias Nayeon, quisiera un momento por favor— musité, ella asintió saliendo del departamento y dejándome a solas con la mujer que no veía hace tanto tiempo.
—Al final perdiste.
Sus primeras palabras me hicieron sentir mal desde un principio, y apreté mis manos.
—¿Viniste a decirme eso?— pregunté mirándola, acercándome poco a poco.
Notaba las canas que habían avanzado en su cabello, y algunas arrugas de igual manera en su piel.
Mientras tanto, yo seguía exactamente igual.
El tiempo se había detenido en mi vida gracias a la maldición que venía junto al amor de Jaehyun.
—Creí que estabas muerta— dije de nuevo, viendo con atención sus facciones.
—También pensé lo mismo de ti por un tiempo... pero supongo que es igual ahora que eres un vampiro, ¿no?
Su voz no era amenazadora ni dura, pero era por eso más doloroso, porque podía sentir la pena que tenía.
Ella fue la única que intentó darme consejos en esa casa, cuando todavía yo era humana. Nunca olvidaría la ayuda que intentó darme a pesar del peligro que corría.
—¿Qué haces aquí?— mi voz sí salió dura, más que nada por el nudo en la garganta que sentía.
—Jaehyun me mandó— dijo con una mueca. —Quiere que hable contigo.
Una de las pocas cosas en las que Jaehyun no me había mentido era sobre Cecilia, porque al final no la mató, pero sí que la envió lejos.
—¿Vienes a convencerme de que vuelva con él?— levanté mi barbilla, sintiendo tensión en el aire.