2DO LIBRO DE FAVORITE.
Hicimos mucho daño.
Fueron sus decisiones y las mías, las que crearon un tornado que destruyó a todos.
Ya no estaba en la etapa de conocerlo, ya sabía quién era y lo que me hizo. Sabía que estaba tan podrido por dentro como...
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Mis encuentros con Jaehyun fueron aumentando, aunque solo fuera una media hora de conversación, sentí que la cercanía que intenté evitar, se volvió implacable. Mi curiosidad era demasiado grande para mí misma, y el enigma que era Jaehyun solo provocaba que quiera hacerle un millón de preguntas.
Se convirtió en una rutina sin querer.
—¿A qué vienes ahora? — Él leía un periódico con gafas oscuras, sentado en una silla grande y cómoda en su jardín, bajo la luz del sol.
— ¿Dónde están los restos de JaYoon?
Me sonrió, con sus colmillos asomándose por su boca.
—¿Quieres verla? Te puedo llevar— entrecerré mis ojos y él me siguió mirando con una sonrisa.
—No, gracias— y giré mi cabeza para mirar al personal arreglando las flores del jardín.
Estas preguntas casuales ocurrieron muchas veces.
—¿Por qué me vigilabas en el colegio? Eso suena bastante acosador.
Giró su cabeza para mirarme por sobre su hombro, cuando antes estaba mirando su vitrina con tesoros.
—Después de todo lo que me llamaste, eso suena bastante amable— se burló —Eras interesante, supongo. Y me dio la necesidad de querer protegerte.
—¿De qué? Tenía una vida normal— rió roncamente.
—Oh, Leia. No tienes idea de cuántas veces te salvé la vida.
Tantas veces.
—La sangre que me diste, siempre sabe diferente.
—Por supuesto— estiró su espalda, estando cómodamente tirado en el sillón de su sala. —Siempre tendrá un sabor diferente.
—¿Por qué? —me senté a su lado, mirando la chimenea.
—Depende del estado en el que las personas mueran. Si están asustadas, la sangre tendrá un sabor más fuerte y adictivo. Si mueren tranquilas, es decir, sin darse cuenta de lo que pasa, la sangre es más suave.
—Pero… —torcí mi boca, pestañeando con rapidez —Tu sangre sabe fuerte.
—Y es delicioso, ¿no? — sonrió lascivamente.
Una y otra vez.
—Ya que tú controlas esta casa… —dije relajadamente, apareciendo en frente suyo —Me gustaría ver si puedes hacer algo.
—¿Es una orden? — enarcó una ceja, yo me encogí de hombros.
—No, puedes decidir si lo quieres hacer o no.
—¿Qué quieres? — me miró por encima, haciendo que me sienta más pequeña por la diferencia de altura.
—Quiero ver lo que me hiciste ver aquella noche, en el baile.